Ya en la calle el nº 1041

El virtuoso “maestro” José Antonio Abreu deja una huella imborrable

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

PEDRO ANTONIO HURTADO GARCÍA

Es cierto que la muerte resulta inevitable para todos, sin que nuestro destino repare en edades, posición social o económica, trayectoria, comportamiento u otros valores. Pero, desde luego, existen casos en los que, por lo menos, la ciencia y la naturaleza deberían permitir que conserváramos su sabiduría, sus habilidades, su destreza y, sobre todo, su capacidad de aprendizaje y de almacenar procedimientos y técnicas en multitud de disciplinas del conocimiento. Y es que, con él, son muchos bienes inmateriales, pero de enorme alcance personal y social, los que perdemos para siempre. Se trata, esta semana, de José Antonio Abreu Anselmi (07-05-1939, Valera-Trujillo-Venezuela/24-03-2018, Caracas-Venezuela), popularmente conocido por su compuesto nombre y su primer apellido, quien rozaba la condición de sabio y era extraordinariamente capaz: músico, político, activista, economista y educadoren su país de nacimiento. Como músico, era un distinguido compositor y, por añadidura, pianista, organista y clavecinista. Adicionalmente, reconocido economista, “summa cum laude”, amén de haber recibido doctorados “honoris causa” en economía, música, medicina y educación, procedentes de muy diferentes universidades a nivel planetario. En Venezuela gozaba de la consideración de que sus habitantes vieran y sintieran, en él, al auténtico y más destacado icono en materia musical y cultural de todo el territorio del país de la costa norte de Sudamérica, incluído su atractivo y turístico litoral caribeño.

Dudamel, su alumno favorito.-Han resultado ser numerosas e importantes las reacciones ante el fallecimiento de este monstruo del conocimiento y propietario de una actitud, personal y humana, plagada de sencillez, colmada de humildad y repleta de cercanía y sensibilidad con la gente que le ha rodeado a lo largo y ancho de su dilata y fructífera vida, pero la más entrañable, sin duda alguna, ha sido la del joven Gustavo Dudamel, músico de moda, gran director de relevantes orquestas, compatriota del fallecido y persona de enormes valores profesionales que tuvo como maestro y tutor a Abreu, sobre el que ha dicho “Mi corazón está abrumado” para, refiriéndose a palabras de Jorge Luis Borges, añadir “Callan las cuerdas, la música sabía lo que yo siento”.

Consternado sentimiento del tutelado.-Y, de su amplio, completo y sentido parlamento adicional, entresacamos “La música y el arte han perdido a una de sus más luminosas figuras. El maestro José Antonio Abreu, como nadie en nuestros tiempos, nos enseñó que el arte es un derecho universal y que la inspiración y la belleza transforman irreversiblemente el alma de un niño, convirtiéndolo en un ser humano más pleno, más sano, más completo, más feliz y, por ende, en un mejor ciudadano.José Antonio Abreu fue, para mí, una inspiración, un artista, un amigo, un padre y un auténtico maestro. Me regaló los arcanos de la música con la misma vehemencia con que me enseñó que el derecho a la belleza es inalienable; me aproximó a los clásicos universales con la misma pasión con que me acercó a mis raíces. Lo que soy, se lo debo a su generosidad, a su humanidad y a su visión. Siento un inmenso privilegio que me haya tocado compartir la vida al lado de alguien de su dimensión. Mi compromiso con su legado es eterno e inquebrantable. Este es un compromiso, además, con los millones de jóvenes y niños, en Venezuela y en el mundo, que, como yo, vieron cómo su vida cobraba sentido en el momento mismo en que, sublimemente, eran tocados por la música. Mi compromiso con el indescriptible Abreu y con ‘El Sistema’ es un compromiso con el futuro, con esos niños que aún no han descubierto la música y el arte. A ellos, y a los millones marcados por el legado del entrañable maestro, les digo, ahora, que el viaje apenas comienza. Seguiremos tocando, cantando y luchando por el mundo que él soñó, y por el legado de futuro que nos ha dejado. Honor y gloria eterna al inolvidable José Antonio Abreu”, sentenció, de modo muy sentido y emocionado, el distinguido alumno, convertido, hoy, en fulgurante estrella musical.

Dudamel reconoce debérselo todo a “su maestro”.-Y es normal que estas palabras estén llenas de sentimientos profundos, porque la relación entre ambos fue tan sincera como magnífica. Abreu, al conocer a Dudamel, decía haber encontrado a Mozart, mientras que el joven director orquestal reconoce que ser querido, valorado y aclamado por el público, se lo debe todo a su “maestro”, denominación que era la habitual que, en Venezuela, usaban para referirse a Abreu, pues no en vano logró el boom musical latinoamericano y, con el conocido como “El Sistema de Orquestas”, adiestró musicalmente a dos millones de personas, especialmente niños y jóvenes de tres diferentes generaciones. Pero, además de a Dudamel, formó a otras estrellas de la dirección musical como Christian Vásquez, Edicson Ruiz, Josua Dos Santos o Diego Matheus, entre otros.

         Múltiples y muy relevantes logros.-El generoso fallecido fundó la “Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela”, así como el “Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Pre-Infantiles” del referido país que cuenta, actualmente, con 250.000 personas repartidas en territorio venezolano, en forma de numerosos coros y orquestas que representan a 125 colectivos de tal naturaleza. Ostentaba los títulos de “Ejecutante”, “Director Orquestal” y “Maestro Compositor”, reconocimientos que consiguió en la “Escuela Superior de Música José Ángel Lamas”, de Caracas. Valorado por todo el mundo en base al alcance de su gestión en promoción cultural, fue también embajador de la Unesco y “Premio Príncipe de Asturias de las Artes”, en 2008. Pero adentrarnos más en sus premios, que son muchísimos, en su obra, en su prolijo y complejo trabajo, en su arte y en sus conocimientos sería como disponernos, no a ofrecerles una página de este semanario, sino a colmar varios centenares de folios para publicar un libro sobre este hombre de sólida cultura, excelente capacidad de trabajo, generoso y sencillo como pocos, que nos abandona a los 78 años, tras afrontar las dolencias de naturaleza crónica que le han atacado durante sus últimos años de existencia. Descanse en paz un músico de altísima categoría y una persona de enorme dimensión humana. Buenos días.

Pedro Antonio Hurtado García

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