Ya en la calle el nº 1041

Raúl Sánchez Pérez: “Mis raíces en Caravaca me enseñaron a valorar la profundidad de lo sencillo, de lo sincero”

“No somos héroes” es un libro hecho desde la modestia, pero con la convicción de que las personas que lo protagonizan son modelos de vida.

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JAIME PARRA/FOTOGRAFÍAS: MIGUEL A. VALERO

Conocí a Raúl Sánchez cuando inició junto al también médico José Luis Pardo la exitosa campaña “100 vidas” que movilizó a muchos vecinos del Noroeste en la exigencia de una UCI para el Hospital Comarcal.

Lo conocía de vista, de cuando joven, pero le había perdido la pista, y fue a raíz de la campaña que me enteré que se había convertido en un prestigioso cirujano cardiaco infantil en el Hospital madrileño de La Paz.

Le propuse realizar una entrevista sobre su trabajo en tiempos de pandemia, y al poco me llamó para proponerme en su lugar un artículo escrito por él. Acepté, no sin dudas. Temía tal vez un artículo tan ininteligible para los legos como la letra de los propios médicos. Me equivocaba, lo supe cuando comencé a leer “Al caer la tarde… (sensaciones y reflexiones desde el Hospital La Paz de Madrid)”.

Entrelazaba sus recuerdos y su nostalgia de Caravaca y de sus fiestas con su trabajo habitual en el hospital y con ese trabajo excepcional que realizaron los sanitarios en lo que Raúl describe como “la semana más negra de esta pandemia”.

Estaba tan bien escrito como lo está “No somos héroes”, y me atrevo a decir que quien lea o haya leído “Al caer la tarde…” correrá a comprar “No somos héroes”, y quien acabe de un tirón “No somos héroes” querrá seguir leyendo más de Raúl Pérez y “Al caer la tarde…” tal vez le ayude a matar la espera de una nueva publicación suya.

Lo de bien escrito evidentemente es una apreciación personal que comparten maestros de la literatura como Miguel Sánchez Robles o Luis Leante. Hay sin embargo un dato que cuenta más que cualquier apreciación: desde que tenemos estadísticas del digital el suyo ha sido el más leído de los artículos publicados. Y su libro va camino de convertirse en uno de los más leídos de autor caravaqueño.

¿Para qué escribe Raúl Sánchez Pérez?

Por varios motivos y todos ellos importantes para mí. Uno de ellos es el deseo de compartir mis experiencias con todas las personas que deseen leer el libro. El segundo es (tengo que ser honesto) para hacer terapia y poder ver desde otra perspectiva lo mucho que todos sufrimos durante la pandemia. El tercero es dar a conocer lo importante que es mirarnos hacia adentro para así poder ser mejores cuando tenemos que actuar como grupo, como sociedad. Quienes somos de Caravaca sabemos lo mucho que marca nuestras vidas esa mirada introspectiva. Sus calles y sus monumentos conducen inevitablemente a la reflexión.

¿Qué se va a encontrar el lector en “No somos héroes”?

“No somos héroes” es un libro hecho desde la modestia, pero con la convicción de que las personas que lo protagonizan son modelos de vida. Eso es lo que encontrará el lector: más de trescientos noventa nombres propios, vinculados a mi vida en Caravaca o a mi vida profesional que, de alguna manera, han marcado mi existir. Algunos de las personas que hay en sus líneas nos harán reír por lo que dicen o por lo que hacen y otras nos harán llorar por la grandeza con la que afrontaron o afrontan su sufrimiento. Creo que es un libro que engancha y nos conecta con algo bueno, cuyo mérito no es tanto del autor sino de las personas que la vida me ha puesto cerca.

¿Por qué se ha decantado para publicar por la editorial Gollarín?

Por tres motivos. El primero es sencillo: conozco el cariño y la profesionalidad con la que Gollarín lleva trabajando todos estos años. El segundo es porque se trata de una editorial de mi tierra. El tercero es porque, sin duda, es la editorial que mejor iba a entender lo que se cuenta en este libro.

Leyendo “No somos héroes” recordé una letra de Silvio Rodríguez, “los hombres sin historia son la historia”. Gracias a él, los nombres y hechos de muchas personas no se desvanecerán en el olvido. ¿Era en parte su pretensión en un libro que define como suyo y a la vez como “obra colectiva”?

Has dado en la clave. Es un precioso verso de Silvio Rodríguez, que me gusta mucho. En esa misma canción también se dice que grano a grano se hacen grandes playas. Cada persona somos un grano y todos los granos son importantes para el progreso de nuestra sociedad. El secreto de la vida está, casi siempre, en la grandeza de lo sencillo. Al menos eso pienso yo. Espero que quienes lean No somos héroes puedan percibir también esto de la misma manera.

Usted es cirujano cardiaco, ¿le ha aportado algo la literatura que le haya sido útil en su profesión?

Sentarte a escribir es un acto inigualable. No hay nada que se parezca. A mí me gusta el silencio, me ayuda a pensar y a trabajar. Con la escritura he aprendido a conocerme mejor y eso también repercute en mis actividades en el hospital, cuando estoy en el quirófano y cuando estoy con los pacientes o con sus familiares. Hay que escuchar más. Y tenemos que escucharnos mejor.

Entre las palabras que escogería para definir a un cirujano se encuentra “precisión”, en su libro rehúye los barroquismos, con un lenguaje sencillo y claro pero que no cae en lo coloquial, ¿hay algo de su profesión, más allá de la temática, que le haga escribir de esta manera?

No necesito frases largas o complicadas para expresar lo que siento. Mis raíces en Caravaca me enseñaron a valorar la profundidad de lo sencillo, de lo sincero. En el campo, para llegar a un acuerdo basta con estrecharse la mano, como cuento en el libro. No hay gesto más sencillo y que signifique tanto. Tal vez mi estilo al escribir se deba a esto.

Un libro en el que se tocan temas tan profundos como la muerte, un tema que ha fascinado a grandes escritores pero que usted trata con muchísimo pudor. ¿Hay temas en los que lo “literario” sobra?

Yo creo que se puede y se debe escribir de todo. Pero también pienso que hay que intentar hacerlo con sensibilidad y con elegancia. Espero haberlo hecho yo en el libro. La historia de la escritura ha asumido la vida y la muerte como dos de sus grandes temas, como no podía ser de otra manera. De hecho, al hablar de estas cosas estamos también refiriéndonos a personas. Y eso es lo más importante: ser respetuoso con las personas, con su historia, con su alma, con su legado.

En “No somos héroes”, por otra parte, traslada un mensaje reivindicativo en asuntos como la sanidad y, dentro de ella, concretamente el estado del Hospital Comarcal o sobre la pérdida del ferrocarril en la comarca, pero siempre siguiendo la cita de San Juan de la Cruz que abre el libro. En mi opinión una forma muy poderosa de reclamar atención.

Permíteme que recuerde esa cita de San Juan de la Cruz a la que te refieres para que los lectores nos entiendan mejor. Dice así: “Lo que hablare sea de manera que no sea nadie ofendido, y que sea en cosas que no le pueda pesar que lo sepan todos”. Es una impresionante reflexión que aparece en sus Dichos de luz y de amor. Tenemos que pensar menos en nosotros y más en el bien común, el de todos. Y para eso no hace falta insultar ni convertir el trabajo en un enfrentamiento. Pero insisto: lo importante es conseguir que las personas que nos rodean y que los servicios que necesitan esas personas mejoren progresivamente. Y ahí está, por supuesto, la sanidad pública, la atención a personas con discapacidad, nuestros mayores o, por otro lado, como dices, las conexiones con el resto del mundo.

Raúl Sánchez Pérez: “Mis raíces en Caravaca me enseñaron a valorar la profundidad de lo sencillo, de lo sincero”
Raúl Sánchez Pérez: “Mis raíces en Caravaca me enseñaron a valorar la profundidad de lo sencillo, de lo sincero”

Médico y escritor, ¿se considera un humanista?

Eso son palabras mayores.

¿Con qué se queda de su presentación en la Feria del Libro de Madrid?

Sinceramente, me quedo con lo acompañado que me sentí. Había pacientes y familiares, compañeros del Hospital La Paz, amigos y medios de Caravaca y también, por supuesto, personas que no conocía y que se acercaron a conocerme y a conocer el libro. Seguro que nadie se molesta si hago aquí, de todas formas, una mención espacial a esa magnífica Fundación Menudos Corazones que tanto bien hace a las familias que tienen un problema cardiaco severo en casa. Un porcentaje de los beneficios del libro, gracias a la iniciativa de Gollarín, va para esta Fundación.

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