Continuamos con nuestros viajes por la Prehistoria de la comarca. En el anterior artículo os invitaba a conocer el Abrigo del Pozo en Calasparra y hacía una breve descripción de lo que allí podíais encontrar. Esta vez, viajaremos a Moratalla, donde encontramos el mayor número de pinturas rupestres de la Región de Murcia y, como estamos en el mes de la mujer, vamos a aprovechar para conocer un poquito más sobre la vida de la mujer en la Prehistoria.
Para ello, la invitación será conocer las pinturas del Abrigo de La Risca (Moratalla), donde aparecen representadas dos figuras femeninas y a través de ellas hacernos algunas preguntas sobre cómo podían vivir. Para contestar a estas preguntas contamos con Noelia Sánchez, prehistoriadora e investigadora de la Universidad de Murcia, además de buena conocedora de las cuestiones de género en este periodo.
Antes de entrar en materia, os hago una breve descripción de las figuras que nos van a hacer viajar a la Prehistoria.
Cronológicamente se encuadran entre el 5.000 a.C. y el 3000 a.C y se trata de dos figuras femeninas alargadas, pintadas en color rojo oscuro, con los brazos doblados y unos adornos en los codos. Sus faldas son largas, presentan los pies descalzos y quizá en la cabeza lleven unos tocados, ya que está bastante desproporcionada en relación al cuerpo. Las interpretaciones sobre la escena son variadas: una diosa madre acompañada de otra mujer, personas destacadas dentro del grupo, la representación de la maternidad o una danza.
Noelia, ¿cuál fue realmente el papel de la mujer en las cuevas, se dedicaban a “barrer y cocinar” como siempre nos han mostrado las ilustraciones de los libros?
Para poder profundizar en esta cuestión primero tenemos que mencionar cuáles eran las actividades que realizaban en su día a día los habitantes de las cuevas o las personas en la Prehistoria. Siempre pensamos en la caza mayor, pero también había caza menor, pesca, recolección de vegetales y frutos, fabricación de herramientas, confección de vestimenta, procesado y conservación de alimentos, etc. Pero la mayoría de las veces no podemos determinar quién ha realizado cada actividad a través de los restos que estas generan. Las interpretaciones tradicionales de que los hombres cazaban y las mujeres cuidaban el hogar son erróneas, porque no están basadas en datos científicos, si no en la visión de la sociedad del momento en el que se realizaron esas interpretaciones.
Actualmente, sabemos que las mujeres participaban de una gama de actividades muy extensa, que va desde la caza a las actividades de mantenimiento. Dos ejemplos paradigmáticos de esto son los enterramientos hallados en Wilamaya Patjxa (Perú) y los estudios de desgaste óseo llevado a cabo sobre restos óseos de mujeres del Neolítico. En el yacimiento peruano se descubrió que entre el 30 y el 50% de las tumbas con ajuares de cazador contienen restos óseos de mujeres, por lo que podemos afirmar que ellas participaban en la actividad de la caza. En el estudio sobre desgaste óseo de mujeres neolíticas, que indica que presentan un gran desgaste en las caderas, rodillas, tobillos y muñecas, propio de realizar labores agrícolas y de procesado de alimentos, como la molienda.
Así que podemos comprobar con datos científicos que las mujeres realizaban una gran cantidad de actividades. Lo que debemos pensar sobre ellas es que ninguna actividad es más importante que otra, la haga quien la haga, pues para estos grupos humanos todas son indispensables para su supervivencia.
En Moratalla, aparecen estas figuras femeninas en el Arte rupestre, ¿qué nos dice la arqueología de género con respecto a ellas?
La interpretación de las pinturas rupestres postpaleolíticas es algo difícil de realizar. Las personas que llevaron a cabo esas pinturas lo hicieron con una motivación concreta y queriendo transmitir algo, pero ese significado se ha perdido a través del tiempo. Las investigadoras tratamos de entender cómo se hicieron las pinturas y qué aparece en ellas, para buscar paralelos, posibles parecidos o actividades concretas que estén representadas. La arqueología de género en las últimas décadas ha tratado de investigar de forma más concreta estas pinturas incluyendo y dando relevancia a las figuras femeninas que aparecen. Se han observado en la península ibérica escenas de mujeres danzando, recolectando alimentos, participando del transporte de bienes o de la caza. Esto refuerza la idea planteada en la pregunta anterior. A través de estas pinturas podemos saber que las mujeres participaron en muchas actividades que tenían lugar en el día a día de estas sociedades.
Al igual que ocurre con el resto de las actividades, es muy difícil determinar quién o quienes han realizado las pinturas. Tradicionalmente se ha relacionado la parte ritual y simbólica de estas poblaciones con los hombres, y los vemos representados pintando, siendo chamanes, etc., cayendo de nuevo en el presentismo de extrapolar las creencias actuales al pasado. Un estudio realizado en colaboración entre varias universidades ha determinado que en muchas de las cuevas en las que aparecen representaciones de manos en la península ibérica, por ejemplo, estas pertenecen a mujeres y niños, gracias a sus dimensiones. Es decir, sabemos que ellas participaron en esas pinturas y las realizaron. La pregunta es, ¿por qué no iban a hacerlo? ¿Qué impide a las mujeres de la Prehistoria hacer representaciones artísticas, si físicamente son totalmente capaces de realizar esta y otras actividades? Pues únicamente los prejuicios de quienes hasta los años 80 o 90 estuvieron mirando al pasado desde su visión del presente.
