Ya en la calle el nº 1041

F.E.N. por Pedro Antonio Muñoz Pérez

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Un rasgo perverso de todas las dictaduras es la determinación de reclutar a la infancia, de disciplinarla, de uniformarla, de llenar de basura patriótica o religiosa las mentes infantiles.” Antonio Muñoz Molina. El País, 23/03/2024

Éramos unos adolescentes apenas destetados. Y, sobre todo, éramos zagalas y zagales de pueblo, intentando sacudirnos el paletismo y la rusticidad de nuestro pensamiento. Estudiábamos (es un decir) bachillerato en la Sección Delegada Mixta del Instituto Ibáñez Martín, que es como entonces se denominaba al IES San Juan de la Cruz, un edificio aislado en mitad de la huerta de Los Viñales, entre panizos y albaricoqueros. Corrían los años finales del régimen de Franco, el tardofranquismo, pero a nosotros se nos antojaba el colmo de la modernidad acceder a las enseñanzas medias que, hasta entonces, habían estado reservadas para desasnar a los cachorros de las noblezas locales, herederos vitalicios de las fortunas y del poder. Todo el país olía a rancio, pero en aquellas aulas nuevas, donde aún colgaban el cuadro del dictador encima de la pizarra, empezaba a gestarse el cambio.

Los regímenes políticos, en especial los totalitarios, se creen eternos e inmutables. Olvidan, con imprudencia suicida, las lecciones de la historia. Incluso cuando todos los indicios apuntan a su próxima caducidad, se empecinan en una patética cirugía reconstructiva, aferrados a la falsa épica de sus orígenes para justificar una imposible legitimidad. Y en eso estaba el régimen franquista cuando nosotros ya sabíamos quiénes eran Bob Dylan y los Rolling Stones, y nos aprendíamos las letras de los cantautores mejor que las poesías de los noventayochistas españoles. Así que, junto con las clases de francés, lengua y literatura, matemáticas (con aquella teoría de conjuntos novedosa) o historia, teníamos que chuparnos una hora semanal de F.E.N., o sea, Formación del Espíritu Nacional, ni más ni menos, una denominación cuasi de filosofía natural.

La asignatura en cuestión, como se pueden imaginar, era un bodrio insufrible destinado a fomentar los valores del patriotismo en su versión falangista. Generalmente, la impartía un profesor ajeno a la plantilla del centro y sin titulación pedagógica (un abogado, por ejemplo, afín al régimen) que, como también podrán suponer, soportaba con estoicismo y sin ningún atisbo de reconducción disciplinaria, la bronca constante de unos zangalitrones folloneros, casi siempre a últimas horas de la tarde, cuyos cerebros no podían asimilar las lecciones farragosas de aquel libro de texto híbrido entre manual religioso o tratado de Derecho. Por supuesto que dicha asignatura estaba considerada como una de las “marías”, si bien con peor o ninguna consideración por parte de quienes la soportábamos con un cachondeo que a veces rayaba lo histriónico.

De aquellas turras insufribles, recuerdo vagamente la tríada natural de la organización social: familia, municipio y sindicato, los principios fundamentales del Movimiento, y otros conceptos difusos e inaprensibles para mí como el Fuero del Trabajo, la figura inmarcesible del Caudillo, la Cruzada, la composición de las Cortes, la democracia orgánica, todo ello ilustrado por fotografías de los procuradores y prebostes del régimen como José Solís o Fraga Iribarne, con las chaquetillas blancas de los jerarcas de Falange.

Pues bien, hace poco leí que nuestro ínclito presidente López Miras, aboga por introducir en la ESO la optativa del estudio de la Constitución y sentí un escalofrío. Como saben, el presidente de la CARM se ha convertido en adalid de la Carta Magna. Allá donde hay un evento, ya sea manifestación callejera o recepción oficial, aparece junto a Feijoo, formando parte de su guardia pretoriana. Se les ve el plumero, sin embargo, pues toda esa performance solo obedece a una consigna política para agitar y obtener rédito electoral del cabreo ciudadano y de una coyuntura histórica que amenaza con tragárselos a ellos también. Todo esto no superaría la condición de anecdótico si no fuera porque me asaltan dudas sobre la verdadera intención de semejante propuesta. Intuyo que se trate, una vez más, de fomentar el adoctrinamiento llevando el sectarismo partidista a las aulas. De fabricar “españoles de bien”, señalando como bastardos e indeseables a quienes lo sean “de mal”.

Lo mejor que se puede hacer con la Constitución, ya que les parece intocable, es dejarla tranquila; ah, y cumplirla (si la vivienda es un derecho, habría que arbitrar medidas para garantizarlo, por ejemplo). Pero me temo que no sea este el objetivo, sino impartir un catecismo legislativo con claro sesgo ideológico, viniendo de quien viene la propuesta. Una vez más, las derechas se apropian de algo que pertenece a la nación, es decir, al pueblo soberano. Ya lo hicieron con la bandera y aprovechando la crisis de la amnistía han rebañado el plato hacia su lado. Ahora son más constitucionalistas que nadie, cuando en su momento muchos de ellos repudiaron el cambio hacia un régimen democrático. Deberían de procurar dar ejemplo y fomentar políticas que desarrollen la Constitución en todos sus aspectos, especialmente en lo social: vivienda, sanidad, educación, equidad impositiva, etc. Cuando López Miras apela a la igualdad entre todos los españoles, habría de considerar la situación de buena parte de la sociedad murciana condenada a la pobreza estructural. Después de casi 30 años de gobiernos “populares” en la región, seguimos a la cola en casi todos los indicadores de calidad de vida.

A mí, personalmente, que concedan o no la amnistía a un puñado de fanáticos me trae sin cuidado. Me interesa más que se eliminen las listas de espera en sanidad o en ayuda a la dependencia, terminar con los barracones de la vergüenza donde todavía se imparten clases, mientras se potencia a la enseñanza concertada; que se eliminen las prebendas que benefician a lobbies y chiringuitos afines, que se acabe con la pobreza infantil… Pero todo esto no veo que inquiete a López Miras ni que suscite esa visceralidad en las calles. Así que, estos lumbreras han decidido resucitar la F.E.N. (versión 5.0). Lo que no saben es lo que espera a quienes impartan las clases de este engendro ante adolescentes acostumbrados a bregar con las redes sociales y demás etcéteras, saturados de pantallas y seguidores de “influencers”. Desde aquí, propongo que se encarguen los propios políticos de esta faena, ya que son tan valedores de su necesidad y sus bondades patrióticas. ¿Qué será lo próximo, el regreso de la gimnasia militarista impartida por monitores del Frente de Juventudes?

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