Ya en la calle el nº 1041

Diario Pedro Menchén

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

PASCUAL GARCÍA

Estamos ante un diario particular, porque nace del sentimiento de fracaso de un escritor en ciernes que se enfrenta en soledad y de un modo valiente a su terrible convicción, en la forma de un reconocimiento: “No es nada grato descubrir de pronto que todo lo que has hecho es vulgar, ingenuo, prosaico”.

Podríamos decir que la mejor manera de salir a flote es aceptar que estamos hundidos en el agua o en el fango, y que desde ese nivel resulta más natural empezar de nuevo y luchar por salir a flote.
A su manera, con nervio literario y cierta limpieza de estilo, con la pasión descontrolada a veces de un joven que no ha cumplido aún los treinta, cuando principia el libro, Pedro Menchén da cuenta en estas páginas fechadas de un sinfín de asuntos e intereses que van desde la literatura, algunos juicios críticos exagerados sobre obra incontestables como corresponde a la edad del autor, que al final del diario enmienda debidamente, y el relato de sus horas de escritor, reflexiones y pensamientos trufados de hallazgos filosóficos, ámbito que conoce bien y del que se surte con desparpajo para comentar algunos extremos sobre la vida, el hombre y el mundo: “No sé cómo expresar todo lo que siento y, sin embargo, debo hacerlo. Este diario es mi único medio de salvación.”
Su afán primero a lo largo de estas páginas es el de consumar el sueño de ser escritor, como si exorcizara apunte tras apunte aquella primera y dolorosa revelación del principio, cuando se resignaba con una franqueza brutal que le honra, por supuesto, a su mediocre condición literaria: De manera que la obra es también un envite, un forzado desafío con las armas extraordinarias de la palabra, que Pedro Menchén maneja con soltura, insolencia y destreza, y del que sale, sin duda alguna, victorioso.
Y lo que queda absolutamente claro en todo el diario es la voluntad, el deseo y el entusiasmo de un joven escritor por alcanzar el puerto de una salvación literaria que busca con la vehemencia y el desenfreno de su pasión por la palabra: “Quiero ser escritor porque para mí la vida no tiene sentido sin la literatura (sin la buena literatura) y no me basta ser un escritor si no soy un buen escritor.”
Y junto a esto la obra es, además un extenso catálogo de lecturas, imprescindibles, por otro lado, para quien se halla al principio del camino literario, y un conjunto, bien acordado, de meditaciones sobre la vida, el amor, la muerte, la religión y la política, es decir, sobre todo lo que nos afecta a todos y de lo que un escritor que se precie debe opinar, porque ésa es una de sus obligaciones: dejar constancia de su posición en el mundo y servir de modelo para sus contemporáneos: “En cuanto a las religiones, pienso que son los inventos más artificiales y más desafortunados que ha podido concebir el ser humano.” Poco a poco va desgranando sus ideas, divagando sobre los grandes temas, enjuiciando a escritores y obras (siento no poder estar más en desacuerdo con él cuando se refiere a Clarín) y, de ese modo, va construyéndose su propio espacio de escritor, porque éste podría ser un libro de iniciación y, como tal, diríamos de él que contiene todo lo necesario para darse el impulso que precisa un escritor con tanta raza como el autor de esta obra, al que desde aquí le deseamos una fructífera y venturosa travesía y mucha suerte.

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