Ya en la calle el nº 1041

AGENDA 2030: ¿Chivo expiatorio o solución para el campo?

La responsabilidad recae en políticas que no protegen a los pequeños y medianos agricultores, en políticos que se vendieron a la agroindustria, en políticas de ordenación del territorio poco transparentes y en la deuda generada por malas decisiones políticas.

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AGENDA 2030: ¿Chivo expiatorio o solución para el campo?
AGENDA 2030: ¿Chivo expiatorio o solución para el campo?

Alfonso Sánchez | Ganadero | @entusgenes

El mundo rural actual requiere una renovación de enfoques, una unión por parte de todos los territorios. La Agenda 2030 ofrece una visión transformadora que podría ser la clave para abordar las propuestas y demandas actuales del campo español, especialmente en el noroeste.

Es innegable que nuestro sistema de producción de alimentos, gran parte destinados a la exportación, no es sostenible. Grandes fondos de inversión ocupan los territorios más vulnerables y los explotan hasta agotar sus recursos, como sucede en el campo de Cartagena.

Los modelos agrícolas y ganaderos tradicionales han buscado históricamente una producción soberana, conscientes de que la sobreexplotación de recursos podría dejarlos desprovistos sin alternativas. Aunque los conocimientos sobre los ecosistemas y los ciclos naturales no siempre han sido exhaustivos, estos modelos han demostrado su eficiencia y sostenibilidad.

La Agenda 2030 promueve un enfoque más equilibrado y sostenible, a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que interconectan el respeto por el medio ambiente, la prosperidad económica y el bienestar humano.

Uno de los principales desafíos que enfrentan nuestros modelos tradicionales es su dependencia de los combustibles fósiles y los insumos químicos. La Agenda 2030 recomienda una transición hacia prácticas agrícolas y ganaderas más sostenibles, no para complicar la vida de los agricultores, sino para aumentar su soberanía y reducir su dependencia de terceros que elevan los costos de producción y reducen los precios de venta.

Es un error concebir esta transición como un obstáculo para la producción. La verdadera dificultad radica en cómo se está abordando esta transición a través de la PAC (Política Agrícola Común) y en las políticas que no apoyan a los agricultores locales, sino que los convierten en moneda de cambio en acuerdos de libre comercio.

La Agenda 2030 ofrece la oportunidad de abordar desafíos actuales y futuros de manera integral, independientemente del gobierno de turno. Proporciona apoyo a agricultores y ganaderos familiares, seguridad alimentaria, preservación de la biodiversidad, fortalecimiento de infraestructuras locales y mercados justos.

Es importante destacar que culpar a la Agenda 2030 por la crisis del sector primario o el cambio climático es injusto. La responsabilidad recae en políticas que no protegen a los pequeños y medianos agricultores, en políticos que se vendieron a la agroindustria, en políticas de ordenación del territorio poco transparentes y en la deuda generada por malas decisiones políticas.

Tanto para políticos como expolíticos, es hora de asumir la responsabilidad y trabajar hacia un tejido productivo soberano, sostenible y justo, que beneficie a todos. Es hora de dejar de venderse a las grandes industrias y promover un futuro más sostenible y equitativo para nuestras comunidades rurales.

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