Ya en la calle el nº 1041

Las casas señoriales de la Villa de Moratalla, su arquitectura, ajuares y vida cotidiana reviven en la pluma de Jesús Navarro Egea

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Cuando finalizó Jesús Navarro Egea su libro sobre las casas señoriales de la villa de Moratalla, editado por Tertulia Cultural Hisn Muratalla, fue tal el interés que la Academia Alfonso X el Sabio le propuso ampliar su estudio.

La obra que ahora se ha publicado (con prólogo del escritor Pascual García) se enriquece con una extensa ampliación categorizada en tres partes, a saber, arquitectura, ajuares o vida corriente de estos personajes.

Por otra parte, el volumen que tratamos se adorna mediante un elenco de fotos a color inéditas que sin duda sorprenderán a la mayoría de los lectores, tanto por la rareza de las mismas o por su exquisitez inaudita.

Se muestra tanto un generoso índice global como otro de términos ayudan a encontrar de manera ágil temas o términos que predominaron en las épocas narradas.

¿En qué época se construyen estas casas señoriales?

La historia de Moratalla como pueblo de frontera y declarada villa en 1245, al igual que la del resto de las localidades comarcanas es antigua y profusa, encontrándose en estas casas vestigios o aspectos relativamente bien conservados incluso de tiempos medievales.

Existe una ampliación importante del núcleo de edificios en los siglos XVI y XVII, pero el apogeo de los señoriales y estructura más o menos como ahora las reseñamos se inicia en el XVIII, se consolida en el XIX y se mantiene la mayoría hasta las primeras décadas del XX.

Las casas señoriales de la Villa de Moratalla, su arquitectura, ajuares y vida cotidiana reviven en la pluma de Jesús Navarro Egea
Torretas y pararrayos características de la población

¿Qué queda de ellas? ¿Han resistido el paso del tiempo?

La respuesta no puede ser sino ambivalente. Como sucede en el resto de la Región, por desgracia muchos de ellas se han deteriorado cuando no derruido; en semejante declive influyen muchos factores, el principal e indiscutible el económico, unos caserones que dejaron de cumplir su rol de exteriorizar y servir mediante su uso práctico al poder de una burguesía rural que hace décadas se perdió agudizándose la decadencia a partir de la segunda mitad del XX, coadyuvaron entre más causas el desinterés, desidia o ignorancia. Afortunadamente hoy quedan suficientes casonas y sus muebles en Calle Mayor y vías adyacentes que nos permitieron realizar el presente trabajo.

¿Cómo era la vida cotidiana de criados y señores?

A medio camino entre la protección, afecto, actitudes despectivas y otras que pueden situarse en el polo opuesto.

A los criados se les ampara y se reza junto a ellos el rosario, pero las comidas son separadas y se dan escenas de desprecio y abusos. Es una relación inestable cómo la vida misma en donde se mezclan fraternidades, odios, delitos y traiciones. Entre las múltiples anécdotas o decires a recordar, podemos señalar como una determinada moza o sirvienta despertaba a su señorito al mediodía, “porque de lo contrario no podría dormir la siesta”.

Las casas señoriales de la Villa de Moratalla, su arquitectura, ajuares y vida cotidiana reviven en la pluma de Jesús Navarro Egea
Caserón de don Faustino junto al castillo.

¿Y la vida social?

La clase noble o hidalga de la villa es en gran parte la impulsora de un considerable listado de actividades culturales locales a través de fiestas, casinos, conmemoraciones, eventos sociales religiosos y profanos como matrimonios, comuniones, puestas de largo, etc., proporcionan excusa o motivación para la relación entre los propios componentes de la clase alta que no se caracteriza precisamente por la apertura hacia sus iguales. Ello influye en los segmentos populares que en la manera que viene bien reproducen o se adhieren a tales rituales.

Usted no se limita a reseñar casas señoriales, sino que las dota de un contexto para que el lector se haga una idea precisa de la época. Con las peculiaridades de cada pueblo, ¿pero si un vecino de otro municipio de la comarca se lee su libro tendrá también una imagen de cómo era su pueblo por aquel entonces?

Como hemos comentado en otras ocasiones sobre diversos libros míos de carácter histórico, costumbrista o natural, pretender que los hechos de un núcleo poblacional sean absolutamente originales no deja de ser una entelequia cuando no una inopia del todo improcedente.

Es cierto que determinados rasgos emergen con matiz propio e incluso único de un lugar como ahora tratamos tocante Moratalla, pero en general se participa más del conjunto comarcal, provincial o nacional; según progresan los calendarios, prácticamente en todos los ámbitos que tratemos con las variaciones lógicas y pertinentes, vamos a encontrar un hilo conductor común que es sin duda el que define la esencia de tierras y gentes del noroeste murciano, de no ser así no tendría sentido nuestra comarca.

Las casas señoriales de la Villa de Moratalla, su arquitectura, ajuares y vida cotidiana reviven en la pluma de Jesús Navarro Egea
Escudo de Rueda

Si viajáramos en el tiempo, ¿qué es lo que más nos sorprendería?

Depende del caudal de conocimientos de cada cual, pero sintetizando estimo que en la actualidad juzgamos a veces con prejuicios excesivos. Si nos fuese posible caminar por esas calles insalubres del pasado, con faroles de aceite que apenas destellaban dispensando cierto aire fantasmal, comprobaríamos, que, entre los personales en cuestión, aparte del prototipo chulesco, pendenciero, mujeriego… también proliferaron generosos, altruistas, cultos y valientes, sin excluir, por supuesto, al que gozara de unas y otras cualidades.

Además, su modo de vida y enseres disponibles serían absolutamente impensables, y no solo para sus coetáneos de clases bajas, sino hasta para las gentes del presente.

Las casas señoriales de la Villa de Moratalla, su arquitectura, ajuares y vida cotidiana reviven en la pluma de Jesús Navarro Egea
Casa-mansión de Cañaverosa

Usted es reconocido por la meticulosidad de sus investigaciones, pero en el prólogo Pascual García también lo califica como un “romántico”. ¿Cómo consigue transmitir la emoción que le producen las investigaciones sobre Moratalla sin perder el rigor?

Nuestro apreciado y con toda justicia afamado escritor, Pascual García, no se equivoca cuando advierte en mí un sentimiento intenso y positivo hacia los principios y finales de mis trabajos en este campo. Sin la emoción que evoca paisajes, pueblos y gentes para mí sería muy difícil hacer lo que hago con independencia del resultado.

No obstante, semejante reflexión no debe olvidar en absoluto que el método científico con los ineludibles instrumentos de rigor. debe presidir las acciones de esta naturaleza.

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