Ya en la calle el nº 1043

Juan Cascales (Mancomunidad de Canales del Taibilla): «No hay otra celebración igual en el mundo»

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JUAN CASCALES

Con los primeros bailes de los sábados previos a mayo, la ciudad de Caravaca empieza a despertarse para recibir su semana más grande: la semana en la que celebra sus Fiestas de la Cruz, con sus Caballos del Vino y sus Moros y Cristianos iluminando las calles, en un sentimiento renovado de sueños e ilusiones. Durante cinco días la emoción de su gente se plasma en entusiasmo, colorido y diversión y, sobre todo, en convivencia y orgullo de origen. Cuentan que las gentes de Caravaca, da igual donde vivan, lo primero que hacen al volcar el año nuevo es reservar vacaciones para la primera semana de mayo. Cualquier otra fecha es secundaria. Ese amor de la gente de Caravaca por su tierra, por sus tradiciones y la pasión y generosidad que transmiten a quien se acerca esos días al pueblo, acaban hechizando al visitante, que siente la imperiosa necesidad de formar parte de su magia.

La historia de Caravaca ha estado siempre unida a la historia del agua. La propia celebración de los Caballos del Vino, según la tradición popular, hunde su esencia en una historia fechada en el siglo XIII, cuando la necesidad de disponer de agua para beber precipitó que se sucedieran los acontecimientos que dieron origen a la conmemoración de esta fiesta que por su fuerza, vistosidad y originalidad ha llegado a todos los rincones del mundo. Los aljibes vacíos del castillo sitiado forzaron a los caballeros cristianos a salir a buscar agua fuera de la fortaleza. Al encontrar los ríos y los manantiales envenenados, solo pudieron conseguir pellejos de vino que, en rápida y espectacular carrera, subieron al castillo rompiendo el cerco musulmán. Dice la tradición que, por obra de la Santísima Cruz de Caravaca, el vino perdió su carácter alcohólico, saciando la sed de la población sitiada en el castillo.

La falta de agua corriente ha sido una de las cuestiones que más ha preocupado a la población de Caravaca a lo largo de la historia. Así lo refleja el periódico local La Luz de la Comarca que, a principios del siglo XX, publicó numerosos artículos reclamando “a quien corresponda” el buen funcionamiento de “un servicio tan trascendental como el de las aguas potables”.

Por fin, el 31 de octubre de 1968 se dio un paso fundamental para que los ciudadanos de este municipio dispusieran de un suministro de agua potable de garantía. Aquel día se organizó un acto solemne para celebrar la traída de las aguas del Taibilla, que en aquel momento llegaron no solo a la población de Caravaca, sino también a las pedanías de El Moral y Archivel. Desde entonces la Mancomunidad de los Canales del Taibilla ha venido realizando las obras y trabajos necesarios para garantizar el suministro a la población. Tal es así, que el pasado mes de octubre se iniciaron las obras para mejorar el abastecimiento de varias pedanías de Caravaca y el polígono industrial de Venta Cavila; asimismo, se ha redactado un proyecto para la mejora del suministro a la ciudad de Caravaca cuya ejecución será licitada en los próximos meses. La realización de ambas obras, con una inversión total cercana a los nueve millones de euros, permitirá reforzar la garantía del servicio esencial de abastecimiento en alta a la población que la Mancomunidad tiene encomendado.

Hoy día ya no hay que estar pendiente del agua de los aljibes como hace ocho siglos. Es el momento de disfrutar de una fiesta que nos sumerge en una filosofía de vida única, concentrada en el orgullo por su historia como territorio de frontera y en el culto al caballo enjaezado, símbolo de la identidad de un pueblo, que se expresa en la imagen icónica que refleja su noble estampa monumental cuando inicia la veloz carrera que le conduce hacia el castillo. No hay otra celebración igual en el mundo, y bien lo saben en la UNESCO, que han tenido el acierto de declararla merecidamente Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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