Francisco Sandoval
“Urbi et Orbi, escritos sobre la ciudad” es obra del ingeniero caravaqueño José Tomás Gómez López en la que, a través de 52 textos cortos, nos ofrece una amplia visión de la ciudad en el siglo XXI. Una obra reflexiva y cargada de matices de la que he disfrutado este verano y sobre la cual he tenido oportunidad de conversar con su autor.
El libro no es un recetario de soluciones técnicas, es mucho más que eso. Para que los técnicos
apliquemos soluciones a la urbe primero ha de ser experimentada y entendida desde todas sus
vertientes, pues es un complejo ecosistema donde tienen cabida multitud de procesos, una
entidad cuyo uso viene sin manual de instrucciones.
Para José Tomás, las ciudades están viviendo un momento dulce gracias a la percepción que la
sociedad ha adquirido sobre el espacio público. Con la colaboración de todos los agentes
implicados pasamos de la urbanización a la humanización de la ciudad, y eso es algo que se
refleja en varios capítulos del libro, especialmente en aquel dedicado a la peatonalización.
Los “elementos de la ciudad” que el urbanista Kevin Lynch estableció hace ya unas décadas
adquieren un particular cariz cuando José Tomás nos habla de ellos a través de una visión
contemplativa y contemporánea. Así, el libro se refiere a los kioskos como aquellos elementos
asociados a los lugares más interesantes o de mayor tránsito de la ciudad, como si
acompañasen a los hitos. Según sus palabras, un plano donde solo aparezcan los kioskos de la
ciudad nos puede dar una buena idea de los lugares clave de ella.
La ciudad no es una yuxtaposición de casas, sino que tiene una narrativa histórica y unos
elementos que nos hacen conectar con nuestra identidad. A partir de esta idea el autor nos
habla de la plaza como un lugar representativo y esencial. Resulta interesante, por ello,
comprobar cómo es un elemento irremplazable. La perspectiva histórica nos dice qué cosas
han funcionado bien hasta hoy y en las que no cabe una réplica.
Otra de las ideas que el libro nos transmite tiene que ver con la renaturalización de la ciudad.
Hemos llegado al punto de conseguir domar la naturaleza dentro de la urbe de tal manera que
se van recuperando espacios verdes donde el hormigón parecía haberlo conquistado todo
inexorablemente. Charlaba con el autor acerca de las grandes joyas que tienen las ciudades de
nuestra comarca, pues en ellas hay muchos espacios donde no se trata de revertir un proceso
sino tan solo de mantener esos huertos que aún hoy se conservan. El huerto tal y como lo ve
Epicuro es una fuente de placer y bienestar. Siempre está asociado al agua y es el producto de
la civilización de la naturaleza y de su transformación para las necesidades humanas. Se
advierte a través de las palabras del autor en esta conversación la importancia de la
perspectiva histórica y temporal para comprender la evolución de nuestras ciudades al igual
que el libro lo hace.
Urbi et Orbi nos comunica que la ciudad es el medio ambiente de las personas y nos da pistas
para acercarnos con otra mirada a nuestro entorno más inmediato. Enfatiza aquellos
elementos que han ido apareciendo en ella, a veces sin darnos cuenta, y que revelan lo
cambiantes que pueden llegar a ser las urbes en un tiempo que se aprecia cada vez más
etéreo. Sin embargo, el lector logrará encontrar en el libro numerosas claves en las que se verá
reconocido, pues la ciudad es como un gran ser vivo de cuya respiración participamos todos.
