Ya en la calle el nº 1041

Un sector abierto a todas las culturas y a todos los saberes

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

FRANCISCO MARÍN/EDITOR EL NOROESTE Y PRESIDENTE DEL GREMIO DE EDITORES DE LA REGIÓN DE MURCIA

Fotografía: Nico M. Pons

Asistimos estos días a una nueva edición de la feria del libro de Murcia, un relevante encuentro de todos los oficios que participan de la vida de los libros y que, paulatinamente desde su recuperación en 2018, se ha convertido en el mayor acontecimiento cultural de nuestra región. En este punto, es justo reconocer a quienes han estado y están detrás de la organización de este evento, lo han defendido con vigor y lo mantienen vivo con entusiasmo y no pocas dificultades. Gracias.

Vivir de cerca esta feria, ver la gran aceptación que tiene entre los ciudadanos, observar el interés por los libros expuestos, la ilusión por adquirir un libro firmado y dedicado por su autor y compartir con los lectores las novedades y los detalles de las ediciones, son gestos que nos reconcilian con el oficio y nos animan a continuar con nuestro cometido de editores. El mundo del libro, pese al valor de su aportación a la vida cultural y a la calidad de la convivencia social, ha carecido en nuestra tierra de reconocimiento y de apoyo. Únicamente ha interesado como medio de promoción personal o política, nunca como instrumento de cambio y vector de la acción cultural.

Es por ello también oportuno reconocer el apoyo que desde el Ayuntamiento de Murcia se brinda a este evento, al que hemos de insistir que refuerce la apuesta, que la integre en sus políticas, que contribuya a conformar un entorno de promoción de la literatura y convertir este acontecimiento en referente de la acción cultural conectada directamente a los ciudadanos. 

Nuestro cometido como editores es perseverar en esta hermosa profesión, continuar el trabajo que venimos realizando de mejorar e innovar en los libros que publicamos, seguir ganando la confianza de los escritores que confían su creación a nuestras propuestas editoriales y, fundamentalmente, seducir a los lectores y atraerlos a la literatura, a la ciencia y al arte. Un lector complacido es suficiente recompensa al esfuerzo realizado.
Es complejo abordar los cambios tecnológicos y de comunicación vividos y concluir sobre los efectos y las alternativas de respuesta para mantener la fidelidad a la literatura y el apego a los libros. También es tópico ofrecer la cualificación cultural y el valor del conocimiento y de la lectura para confrontarlo con la polarización y las fallas abiertas en el tejido de la convivencia. Asistimos a tiempos ásperos, se perdió la magia y reaparecieron vicios y rencores, amenazas en suma que necesitan de antídotos que preserven la estructura de la sociedad avanzada y libre a la que aspiramos y en la que hemos creído vivir. Los libros engrandecen a una comunidad. Como tal solo son portadores del trabajo creativo de escritoras y escritores, individuos valientes que exponen su pensamiento y su capacidad de construir otros mundos y de ayudarnos a asomarnos a ellos, de vivirlos y percibir las sensaciones que destilan. Como oficio de editor, vivimos el sueño de transmitirlo y el orgullo de ser portadores de un bien valioso, servir al entretenimiento y a la reflexión, volar sobre la realidad y mitigar el impacto del regreso.

Reclamamos nuestro lugar en el mapa. No nos vale oír que es una dedicación heroica. 
La labor de los creadores y de los editores, como agentes culturales que son, ha facilitado el acceso a elementos culturales relevantes y al desarrollo de los hábitos de lectura, factores determinantes en la configuración cultural de los pueblos. Hemos de ser conscientes de que la lectura es la única herramienta imprescindible para poder aprender. Los libros han facilitado la difusión del conocimiento, la reflexión y han permitido el triunfo de la democracia, de la libertad de opinión, de la tolerancia, de la diversidad y de las sociedades abiertas.

En nuestra región y en España, se ha conseguido hacer de la industria editorial un sector abierto a todas las culturas y a todos los saberes, quizás uno de los rasgos de identidad de mayor riqueza de nuestro sector. Además, su atomizada estructura constituye una garantía de diversidad y un elemento potenciador de la creación que necesita ser salvaguardada con medidas efectivas que faciliten el adecuado desarrollo de las pequeñas y medianas iniciativas editoriales y a fortalecer su posición creativa.
A ello ofrecemos nuestra leal colaboración y experiencia. Por ello reclamamos atención y respeto.

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