Ya en la calle el nº 1041

Un infarto de miocardio acaba con la vida de José Manuel Costa

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

PEDRO ANTONIO HURTADO GARCÍA

Hombre relacionado con la música en sus más variados géneros, porque su vocación era la de divulgador cultural y persona del mundillo de la comunicación, aspectos y tareas a los que se entregó en cuerpo y alma como crítico de música y arte en un diario del prestigio de “El País”, siendo el máximo responsable de esas coberturas informativas en los primeros años de existencia del citado medio de comunicación. También fundó “Radio El País”, en 1983, como cadena de radio privada, con área geográfica local, que creó el propio periódico y que dirigió nuestro hombre de hoy, quien sería secundado, en esas funciones, por Juan Roldán y José María Baviano. Luego, se dejó perecer el proyecto para convertirse en “Radio Minuto”, en 1987. Posteriormente, en 1994, se integraría como emisora de la “Cadena Ser”, aunque bajo la denominación de “Radio Madrid 2”, primero, y “Radio Madrid FM”, posteriormente.

Es el perfil profesional y personal, que ahora ampliamos, de José Manuel Costa, fallecido en martes y trece, de Marzo de 2018, como él mismo señalaría con su fina ironía y su siempre despierto humor. Un infarto de miocardio le ha arrebatado la vida, con 68 años, a este apreciado periodista nacido en 1949 que era un adolescente cuando “The Beatles” hacían sonar “¡Qué noche la de aquel día!”, canciones a las que quedó enganchado hasta el punto de enfocar su vida a esa disciplina en el campo periodístico. Informó de grandes conciertos, actuaciones relevantes de rock, visitas a España de grandes estrellas internacionales y, por todo ello, en 1981, recibió el “Premio de la Crítica”.

Multitud de medios y actividades.- Era, pues, periodista de profesión, de vocación, de sentimiento y de verdad. Solía decir “Hablo y escribo de aquello que me ayuda a vivir”. Para añadir, luego, “sobre música, artes visuales, gastronomía, literatura, circo, cine, juegos, software y lo que oportuno resulte”, queriendo indicar que comer era tan necesario como ingeniárselas para conseguirlo, llegando a ser, incluso, disc-jockey. Y hablaba, vaya si hablaba, pues en radio “solamente” pasó por “Onda2”, “Radio 3”, “Radio El País”, “Deutsche Welle”, “Radio Clásica” y otras muchas emisoras, mientras que en prensa escrita es inacabable la lista, pero citemos “El País”, “ABC”, “De-Bug”, “Arte con Texto” y lo dejamos ahí. Pasó, igualmente, ocho años en Berlín y cinco más en Londres, con el fin de introducirse en el ambiente, evolución, escenas, costumbres y desarrollo de esas ciudades, tratando de “importar” y contar, a través de su pluma y su micrófono, las ricas experiencias allí vividas, pero su estancia en esas ciudades europeas tenía como esencia básica el desarrollar la labor de corresponsal de “ABC”. 

Periodista de raza.- La música era su pasión y la electrónica su segunda afición más destacada, tal como dejó patente en algunos de sus textos. Su crítica musical fue siempre muy bien valorada, tenida en cuenta y respetada, ya que sus opiniones iban continuamente acompañadas de razonamientos, datos y toda esa cimentación de lógica e interpretación que solamente usan los comunicadores de raza como lo era él. Su bagaje periodístico es muy denso, hasta el punto de fundar medios y gozar de una amplia relación y sólidos conocimientos en el mundo informativo, dirigiendo la sección de cultura en muchos de ellos, para llegar a convertirse en un referente para un buen colectivo de colegas. Igualmente, fue presidente del “Consejo de Críticos de Artes Visuales”.

Alto sentido hospitalario.- Como especialista en música y actividades plásticas, también fue comisario en numerosos acontecimientos de artes visuales de plena vanguardia e hizo reportajes para televisión. Comenzó a estudiar medicina, al ser hijo de doctor, pero “se desvió” un poco hacia la militancia política, propio de su edad y de la época en la que vivía en esos momentos, unos inicios de los años ’70 que le llevaron a independizarse y, merced a su gran sentido hospitalario, establecerse en piso propio abierto a todo el mundo, lo que le llevó a no despreciar nada para ganarse la vida: traducciones de alemán, colaboraciones discográficas y lo que se presentara.

Sintiéndose privilegiado.- Como crítico de música pop, inicialmente, compartió tareas con Moncho Alpuente. No tardó, Costa, en darse cuenta de que era un privilegiado al vivir un momento excepcional colmado de posibilidades. Y pensó en el momento que iban a vivir, como luego así sucedió, los cantautores, el rock de cada área geográfica, las visitas a España de artistas internacionales y todo ese cúmulo de posibilidad profesionales a las que se aferró y de las que vivió, aunque no con poco esfuerzo por su parte, participando en la “Nueva Ola” o “La Movida Madrileña” y cuantos movimientos juveniles, musicales, artísticos y populares fueron surgiendo en la capital de España.

Cobertura del proceso de extradición de Augusto Pinochet.- El destino le llevó a resultar responsabilizado de cubrir la información, en Londres, de todo el proceso de extradición del dictador chileno Augusto Pinochet. Tan responsable, cumplidor y esclavo de su trabajo era que, debido al trepidante ritmo de la noticia y los centenares de textos que escribió sobre el caso, decidió abandonar su piso de corresponsal e instalarse en un hotel muy cercano al juzgado de Bow Street, donde la noticia se generaba con mayor grado de cercanía, inmediatez y primicia.

Inmediata e irrevocable dimisión.- De regreso a España, sin perder nunca su intachable talante, soportó varios trabajos impropios de su actitud y preferente actividad, hasta llegar al quinto de ellos que no fue otra cosa que encargarle preparar una doble página sobre Javier Bardem, sin razonada justificación informativa, lo que le llevó a dimir inmediata e irrevocablemente.

Soñador en años de crisis económica.- Se implicó en muchos proyectos, fue un soñador y sus iniciativas más ilusionantes chocaron con los años de crisis económica, lo que llevó al traste ideas muy bien fundamentadas, pero nunca perdió la ilusión y siempre estuvo pegado al trabajo, practicándolo con dignidad y con absoluta profesionalidad, porque, además, sabía hacer de todo y lo afrontaba con profunda honradez. Descanse en paz este maestro de la comunicación y fiel amante de la música en sus diferentes géneros. Buenos días.

Pedro Antonio Hurtado García

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