José Antonio Melgares Guerrero | Cronista Oficial de Caravaca y de la Región de Murcia.
Aunque tristemente se veía venir su final, pues las fuerzas humanas no son eternas, nunca pensamos quienes la conocimos, la admiramos y la quisimos, que podía llegar el momento de la partida de Teresa Calvache Ramírez, a quien se conocía popular y cariñosamente en Cehegín como “La Tere de Ródenas”, y en Caravaca como “La Tere de Ramírez”.
Poco después de conocerla personalmente, que de referencia la conocía de sobra, escribí de ella en las páginas de este mismo periódico que era una mujer…”de las que cada generación sólo aporta una, y de manera excepcional. Humanista por naturaleza, creativa, ingeniosa, intuitiva, vitalista y emprendedora, en cuyo entorno no anidan las penas…” Años después, cuando la he conocido más a fondo, me reafirmo en aquellas afirmaciones, que también son virtudes que le han adornado hasta el final de sus días terrenos.
Teresa nació en Pliego a la vez que daba comienzo la fatídica guerra civil que vivieron y siempre recordaron con horror nuestros padres y abuelos. Llegó a Caravaca con dos años y aprendió, y mucho, con maestros como Dª. Ascensión Rosell y D. Vicete Pla. Junto a aquella descubrió su afición por la creación artística, la música, el baile y su aptitud para el teatro; y junto a éste la ciencia necesaria para andar por la vda. Su adolescencia transcurrió en la caravaqueña C. Nueva, junto a su abuela Teresa y sus tíos Ramón y Esperanza, Juan Sequero (el Bolo) y Pepa y Sebastiana y el esposo de ésta Ramírez, el popular panadero que inundaba de aromas aquella vía urbana, procedentes de su obrador.
En 1963 contrajo matrimonio con Antonio Ródenas y trasladó su residencia a la vecina localidad de Cehegín, dando al negocio de su marido un nuevo impulso que lo hizo puntero en el pequeño mundo del comercio local. Allí nacieron también sus siete hijos, y allí fue feliz hasta el fallecimiento de su marido en el otoño de 1990, a partir de cuya fecha y por necesidad obligada, se puso de manifiesto su actividad creativa, haciendo avances en la pintura en seda, actividad en la que obtuvo muchos éxitos artísticos y económicos, dedicándose después a la escritura, elaborando textos cortos que llevó a un libro de temática costumbrista local, titulado “Viaje a la memoria”, muy elogiado por el mundo lector por haber desempolvado hechos, sucesos, actividades y vivencia que los lectores actualizamos en el tiempo identíficándonos, o no, con lo narrado, pero aceptando como verídicos, en tiempos aún cercanos y por tanto de relativa actualidad..
Colaboró activamente y en primera persona en la revitalización del carnaval de Cehegín, hasta situarlo en su actual configuración; y dotó de personalidad propia al grupo de “manolas” que acompañan del Stmo. Cristo del Sepulcro, que desfila por las calles del casco histórico durante la solemne noche del Viernes Santo Ceheginero
Hasta el último momento de su vida, los proyectos, realizables o no, se agolparon en su mente, defendiéndolos siempre con ilusión, y envolviéndolos en el celofán de la simpatía, cuando entusiasmada, te los contaba, con la sonrisa siempre en los labios, en el sitio donde se encontrara contigo.
Mujer de generosidad infinita, y no sólo con los suyos, sino con quienes apenas conocía, pero intimaba de inmediato por su carácter alegre y desenfadado.
Teresa Calvache se marchó al concluir las fiestas de Navidad, cuando echaba a andar el Año Jubilar 2024, con un montón de proyectos en su mente, que sin duda verá hechos realidad en manos de sus hijos y seguidores, desde el cielo al que van los grandes y quienes hicieron agradable la vida a cuantos tuvieron la suerte de vivir en su entorno.
