Ya en la calle el nº 1041

Moratalla, el cura ilustrado y el de la sequía

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

José Jesús Sánchez Martínez/Cronista Oficial de la Villa

Los dos curas que dirigieron sucesivamente la parroquial de Moratalla a finales del XIX, no se llevaron demasiado bien con la sociedad local, uno por unas causas y el otro por otras, originándose cierta polémica que el pueblo alimentaba con sus propias habladurías y que originó el malestar de ambos sacerdotes.

El primero de ellos fue D. Joaquín Las-Marias Soler -al que nosotros llamamos “el ilustrado”- que desempeñó el cargo desde agosto de 1865 hasta mayo de 1871. Sus primeros contactos con el vecindario ya quedaron marcados por un suceso circunstancial: cuando varias personas le visitaron para darle la enhorabuena tras su toma de posesión. Sucedió que una de ellas, Juan Rodríguez de Paco, falleció repentinamente allí mismo, en su casa y mientras el cura les obsequiaba con un refresco.

No sabemos si fue por este suceso, por cualquier otro posterior o por lo que fuere, el caso es que, marchando el tiempo, las relaciones entre el párroco D. Joaquín Las-Marías Soler y el entonces juez municipal, D. Mariano Espinosa, estaban un tanto quebradas, enturbiándose también las relaciones con el propio vecindario, lo que causó gran malestar en el ánimo del sacerdote.

D. Joaquín, había sido catedrático de Retórica en el seminario de San Fulgencio de Murcia y había escrito una obra de texto para los estudiantes seminaristas titulado “Breves elementos de Retórica razonada, para uso de los alumnos que frecuentan el seminario conciliar de S. Fulgencio de Murcia, por D. Joaquín Las-Marias, Catedrático del mismo.” El libro en cuestión, de 434 páginas, se imprimió en Murcia en 1854, en la imprenta de Fermín Guirao.

Quizá haya sido D. Joaquín Las-Marias uno de los sacerdotes de más mérito, el más “ilustrado” que ha habido en Moratalla en esa época; pero debido a la incompatibilidad con el vecindario y particularmente con el referido juez municipal, tuvo que dejar esta parroquia, permutando con D. Fulgencio Menárguez Menchón, cura de Quintanar de la Orden (Toledo) diócesis de Cuenca. Este cura también estaba mal visto en la localidad manchega debido a roces con el clero, lo que le creo serias enemistades; por ello, convino con Las-Marias dicha permuta.

Así pues, D. Fulgencio Menarguez Menchón, se encargó de la parroquia de Moratalla el día 26 de mayo de 1871, cargo que desempeñó hasta el 8 de febrero de 1882, día en que falleció en Alcantarilla, de donde era natural.

D. Fulgencio residió poco en Moratalla, pues coincidiendo su llegada con un período de pertinaz sequía, se generalizó en el pueblo la idea de que la escasez de lluvias se debía a su presencia por lo que, disgustado, se ausentó de Moratalla para residir en Alcantarilla, su pueblo natal. Sin embargo, pese al alejamiento del cura, las lluvias no llegaron y la sequía era ya insoportable de tal manera, que en 1878, no se pudo sembrar en la zona de las cañadas, parte baja del territorio municipal. Siendo tierras de secano, tanto su sembradura como riego posterior para su desarrollo, depende únicamente del agua de lluvia.

No sabemos si la actual sequía que padecemos es debido al cambio climático, dado que no somos expertos en ese tema. Pero sí sabemos –por medio de nuestra investigación por las Hemerotecas– que en nuestro tvérmino municipal ha habido unos períodos de sequía y otros de abundantes lluvias…

Durante las ausencias de D. Fulgencio Menarguez, quedaba encargado de la parroquia un presbítero, sobrino suyo, llamado D. Juan Menarguez que, al parecer, se granjeó la amistad del vecindario y gozó de las simpatías del pueblo, todo lo contrario que su Tío. Cuando falleció D.Fulgencio, el sobrino D. Juan Menarguez fue trasladado de párroco a La Ñora, pasando luego con el mismo cargo a Blanca.

Hasta finalizar el siglo XIX, todavía hubo tres sacerdotes más en Moratalla: D. Francisco Córcoles García -que era Doctor en Sagrada Teología-, D. José Gómez Gómez y D. Francisco Vivo Hernández, con el que remata la centuria de referencia.

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