JAIME PARRA
María Dolores García Mascarell, presidenta de la UCAM, que vivió en Caravaca durante su juventud, ha pregonado las Fiestas de la Vera Cruz.
¿Qué ha supuesto para usted su nombramiento como pregonera de las fiestas en honor a la Santísima Vera Cruz?
La verdad es que en un principio me llevé un susto, porque jamás pasó por mi cabeza que me pudieran llamar para dar el pregón de las fiestas de Caravaca de la Cruz. He vivido en la República Dominicana y en cuatro sitios aquí, entre ellos, Caravaca, y en ninguno he visto más pasión, más ilusión y más entrega que la de los caravaqueños con sus fiestas. Además, he de decir que Caravaca me dejó un recuerdo buenísimo, inolvidable, del año en que viví allí, que fue justo hace 50 años, en 1974, con lo cual son 50 años redondos.
Faltan solo unos días para el Pregón ¿Qué expectativa tiene? ¿Lo vive con ilusión?
Me hace mucha ilusión y me impone, la verdad, por verme en el balcón del ayuntamiento, con esa pasión y entrega con la que los caravaqueños viven sus fiestas. Además, cuando pronuncie el pregón, ellos ya estarán varios días con lo que llaman la prefiesta, con el tío de la pita y el tamboril y los gigantes y cabezudos por las calles. O sea, que ellos ya vienen con el cuerpo preparado para vivir la fiesta a lo grande. La verdad es que tengo ilusión de estar con ellos.
¿Además de pregonar las fiestas, también las va a vivir?
Así es. Estaré en los actos a los que nos ha invitado el alcalde y en algunos más. Me hace ilusión asistir con varios de mis hijos.
¿Qué mensaje quiere transmitir en el pregón?
Cualquier caravaqueño conoce mucho mejor sus fiestas que yo. Pero me he basado en los recuerdos que tengo de aquel año en que viví en Caravaca y también de las muchas veces, porque han sido muchas, en las que he ido a peregrinar a la Basílica, con José Luis, con la familia, con la UCAM, acompañando a obispos y cardenales que han venido a la Universidad con motivo de algún congreso o jornadas y hemos ido a Caravaca a celebrar la misa. La Cruz es la señal del cristiano y es el símbolo que a mí me pone delante el amor tan grande que Jesucristo nos ha tenido en nuestra vida. Lo vivo así y veo cómo Caravaca lo tiene, lo lleva en su corazón. Todos los acontecimientos de las fiestas giran en torno a la presencia de la Cruz.
Una de sus peregrinaciones más recientes fue en marzo, la institucional de la Universidad. ¿Qué tuvo de especial?
Fue una peregrinación muy especial; la primera que hago con la UCAM y sin José Luis. Es verdad que estuve en la apertura del Año Jubilar, pero como tal, con la Universidad, la primera vez que José Luis no estaba. Como no puede ser de otra manera, a todos se nos iba el pensamiento y la mente a él, porque él ha disfrutado mucho en Caravaca, sobre todo con el Año Jubilar en que coincidió que estaba aquí Don Manuel Ureña, pues muchísimas veces hemos ido juntos con él.
¿Cómo fue para la familia Mendoza la experiencia de la peregrinación a Jerusalén para traer el tercer Lignum Crucis que se incorporó al Relicario?
Fue José Luis -yo no pude acompañarle- con el hermano mayor de la Vera Cruz, el sacerdote de Caravaca que en aquel momento era el rector del Seminario Redemptoris Mater… José Luis estaba emocionado y entusiasmado por haber podido contribuir a la presencia de esa astilla de la Cruz de Cristo que los monjes franciscanos quisieron dar al relicario de Caravaca. Yo sé que José Luis, como era de insistente, tuvo mucho que ver en ello.
Un deseo para los caravaqueños por las fiestas.
Que sigan manteniendo y fortaleciendo ese espíritu de vivir la fiesta, y cultivar las tradiciones, que les viene de la reliquia de la Cruz, porque la mayor fiesta que podemos celebrar es la resurrección de Cristo que ha pasado por la Cruz para entregar su vida por nosotros.
