ANTONIO F. JIMÉNEZ
Encontré en Madrid unas botellas de Las Reñas de Bullas y fue como toparme con un paisano con el que nunca hablé allá en el pueblo. Yo soy poco de vinos, la verdad sea dicha, pero cuando me presento, tardo nada en soltar que allá en Bullas somos denominación de origen, para después seguir con la retahíla de que en mi tierra nieva casi todos los años, y cuaja, y salen chuzos; y los de por ahí empiezan a sorprenderse: ¿Nieva en Murcia?, dicen, y yo les digo: En Murcia ciudad no, pero lo que es en mi pueblo y en la Comarca del Noroeste caen nevazos de esos que se suspenden las clases en los colegios. Y ante el asombro, yo sigo: Y allá la peña celebra las fiestas tirándose harina y huevos, y se dicen palabras como maticarse, o moruzo, o burufallas, y algunos viejos se cagan en Lavinia. De esta última palabra, que no sé en verdad si se escribe así, me acordé cuando me puse a buscar vinotecas madrileñas hasta que hallé una tienda que se llama así, Lavinia. Pensé, ya está, esa expresión sonoramente blasfema que sueltan los viejos de mi pueblo estará relacionada con la vid, porque allá en Bullas la gente está muy pegada a la tierra, es telúrica. De modo que pensé que Lavinia sería alguna segregación de la uva, algún tipo de sarmiento, ¡qué sé yo! Me fui corriendo a buscar el significado, pero de primeras parece que no tenía nada que ver con el vino. Saqué por ahí que Lavinia es un nombre femenino muy popular en los siglos 18 y 19, pero rarísimo hoy. Lavinia, de la mitología romana, era hija de Latino y esposo de Eneas. No sé yo si en Bullas se cagan en Lavinia pensando en la tipa esa. Si alguien lo sabe, que me diga.