Ya en la calle el nº 1042

La tarde del dos de mayo. Una revisión.

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Juan Antonio Sánchez Giménez.

Don Pedro Ballester Lorca describía la campana mayor de la iglesia del Salvador como el elemento que marcaba los tiempos de los rituales de nuestro dos de mayo. Anuncia el amanecer glorioso, tañe al mediodía cuando la multitud sube al castillo para presenciar la carrera de los Caballos del Vino, ambientando la subida de la bandeja de flores en manos del alcalde, y suena de nuevo cuando la Santísima Cruz baja en procesión del castillo, en unos momentos calmados y serenos al atardecer. Estos momentos de belleza y devoción popular, con la pólvora y la procesión de los moros y cristianos, vienen sabiendo a menos en los últimos diez o doce años. Es un regusto amargo el contemplar las tribunas vacías de la Gran Vía y como muchos grupos y kábilas aparecen considerablemente mermados. Se nota especialmente entre los festeros más jóvenes. ¿Qué ha pasado entonces? La entrega de premios de los Caballos del Vino hace años que viene acabando a las mismas horas aproximadamente, y la procesión mantenía un aspecto mucho más concurrido y saludable que actualmente, luego no es excusa. De hecho el otro día, la actual mora del año, Ma José Polo, me comentaba que cuando ella salió de sultana mora en los años 1999-2000 se hizo ropa para ese día, y recuerda el gran ambiente de la Gran Vía. También tenemos en la retina la reverencia que hizo Pedro Guerrero Quadrado a lomos de su caballo como sultán moro en 1998 cuando la Vera Cruz salía del santuario bajo un importante aguacero.

El día 2 era tan intenso y espectacular como ahora, y aunque a ciertas horas de la noche el cansancio siempre ha mermado filas y tribunas, los vítores a la Santísima Cruz desde las tribunas en la década de los 2000 aún sonaban fuertes. ¿Por qué nuestros jóvenes empezaron a preferir disc-jockeys a moros y cristianos, tradición y solemnidad en un marco espacio-tiempo único como el atardecer del 2 de mayo en el castillo de Caravaca?. No me malinterpreten; los jóvenes tienen todo el derecho del mundo al ocio, los disc-jockeys, el baile, el jolgorio y la diversión, faltaría más. Yo quiero ir más allá porque el fenómeno es más general. De hecho ya hay algunas críticas por el mismo desinterés de los jóvenes por las fallas de Valencia o en otras tradiciones de nuestro país. No es ese el debate aquí, ya que habría que ahondar en la deriva de la sociedad actual, pero en Caravaca hay algo del mensaje de las fiestas de la Vera Cruz que no hemos transmitido a los jóvenes.

Ha llegado el momento de afrontar cambios para redignificar la tarde del dos de mayo. Ya el año pasado, con notable éxito, se organizó la subida de grupos y kábilas en bloques. Este año se añadirá el estreno del toque de batalla compuesto para la ocasión “Trae tus estados enteros”, del compositor caravaqueño José Eduardo Guillén Álvarez. Después del simulacro de combate, los sultanes moros, entrarán triunfantes en la fortaleza. Es más que deseable que los jóvenes de los bandos moro y cristiano acudan prestos a la lucha en la cuesta del castillo. Se trata de reforzar y mejorar algo que no es precisamente nuevo (solo hay que ver crónicas y programas del siglo XIX). Es imprescindible la colaboración de todos, desde festeros y público en general, hasta instituciones y medios de comunicación.

Recordemos que somos unas fiestas de Interés Turístico Internacional. Seamos serios y comprometidos si no queremos ver nuestra fiesta corroída en un futuro no muy lejano por la mediocridad y la falta de contenido. Se perdería con ello un legado de un valor incalculable.

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