Juan de Dios Morenilla (1992), nacido en Caravaca de la Cruz, es graduado en Bellas Artes, con Máster en Producción artística por la Universidad Politécnica de Valencia.
Su obra ha sido seleccionada en el Programa Pam!Pam!18 y en la primera convocatoria ESPOSITIVO 7B. Morenilla ha colaborado en diferentes encuentros, actividades y proyectos en el extranjero entre los que destacan WOA, celebrado en Lapua, Finlandia en 2008 y Voces Rizoma, programa de arte y educación junto con la Fundación Tres Culturas en Tetuán, Fez y Rabat, Marruecos, en 2016.
Juan de Dios Morenilla (1992), nacido en Caravaca de la Cruz, es graduado en Bellas Artes, con Máster en Producción artística por la Universidad Politécnica de Valencia. Su obra ha sido seleccionada en el Programa Pam!Pam!18 y en la primera convocatoria ESPOSITIVO 7B. Morenilla ha colaborado en diferentes encuentros, actividades y proyectos en el extranjero entre los que destacan WOA, celebrado en Lapua, Finlandia en 2008 y Voces Rizoma, programa de arte y educación junto con la Fundación Tres Culturas en Tetuán, Fez y Rabat, Marruecos, en 2016.
El artista reside y trabaja en Valencia. Dentro de la creación de Morenilla se observan ideas que parten del concepto de lo “absurdo”. Con referencias hacia la historia del arte y el mundo de la animación plantea diversos temas dentro de una misma obra. En sus representaciones pictóricas aparece el gesto, el movimiento y el juego con el desequilibrio. Enfoca su trabajo generalmente desde el humor.
Big boys dont cry (2020) / Óleo sobre lienzo / Juan de Dios Morenilla
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? ¿Hacia qué tipo de público está enfocada tu obra?
Ahora mismo estoy en la galería Veta de Madrid y tengo programada una exposición individual allí al final de este año. La galería en la que estoy abre puertas para exponer fuera de España y abrir el campo de visibilidad de la obra. Yo creo que en realidad mi obra no está enfocada hacia ningún tipo de público, para mí es muy personal.
Sé que está presente el público y la obra acaba siendo vista por gente muy distinta, pero yo no lo enfoco de esa forma, nunca pienso a quién le va a llegar. Inevitablemente la obra formula ciertas cuestiones, pero no va enfocada hacia ningún tipo de público en concreto.
¿Dentro de tus bodegones expuestos en la galería Punto de Valencia qué representa la rotura presente en múltiples cuadros?
Sobre el hecho de que se encuentren al límite de romperse, en su día, esa serie consistía en reunir elementes de la cultura pictórica barroca española con otras circunstancias asociadas a ramas tan dispares como los mass media, la fisicidad propia de los dibujos animados de Chuck Jones o el interés por la imposibilidad de permanencia en el tiempo.
Buscaba representar lo que llamo “punto límite”, una máxima tensión detenida en el espacio y el tiempo, un margen entre la vida y la muerte. Viene a hablar directamente de la esencia del propio bodegón, la búsqueda de un imposible, de que las cosas permanezcan vivas, y aún más, cuando están a punto de romperse. Mi interés residía no en representar frutas en sí mismas, sino tratar de captar ese estado latente, un abstracto, una idea que englobase la generalidad.
¿Qué otras temáticas has abordado en tus representaciones?
Digamos que las ideas en las que suelo caer hablan de generalidades o cuestiones que son ambiguas porque se pueden asociar a muchas cosas, con cabida a diversas interpretaciones. Algunas de las temáticas sobre las que he investigado son por un lado contextuales, el propio medio y el campo en el que me suelo mover, la pintura y el propio hecho de pintar suelen aparecer como meta tema.
La importancia de las manos en ese proceso, por ejemplo, las búsquedas absurdas y cíclicas de un imposible, así como las tensiones desligadas de una sociedad que normaliza la ansiedad y la aceleración desmesurada en pro de resultados rápidos y desechables.
¿Además de la pintura, has trabajado con otras disciplinas?
He trabajado en instalación objetual, incluyendo cerámica, trabajo en madera, cosas muy dispares en sí mismas. Estuve un tiempo compatibilizando la instalación con la pintura. Dentro de la instalación he hablado sobre el espacio interior o exterior, una de ellas consistía en una especie de picnic con comida hecha con cerámica, solía mezclar elementos escultóricos con la cerámica, emulando así una especie de atrezo o escenografía. Luego sí que me he centrado más en la pintura.
¿En qué se basa tu proceso creativo?
Primero boceto mis ideas, haciendo dibujos bastante esquemáticos. A partir de ese dibujo hago un primer paso al cuadro y voy trabajando sobre eso, dando forma en el propio lienzo. No uso imágenes, así que busco una coherencia cromática y voy resolviendo en el cuadro. Decidí en su momento dejar de trabajar en base a imágenes, era algo que te encerraba mucho, para mí fue un paso importante dejar de estar mirando constantemente una imagen. Sí que cambio muchos elementes en el cuadro a lo largo de su desarrollo y de hecho acaba con una calidad muy distinta al dibujo, hay que tocar muchas cosas para que funcione al final.
¿Cómo ha cambiado tu dinámica con respecto al entrar en el circuito del arte?
Madrid para mí fue un salto bestia, pasar de Valencia a Madrid fue una sensación de salto al vacío imponente. Eso cambió los ritmos, la forma de ver la propia obra, los tiempos, los procesos, el enfoque a la hora de exponer. Actualmente, sigo en proceso de aprendizaje y adaptación a nuevas posibilidades que me ofrece el estar colaborando con una galería de mayor nivel.
Pintar es un ejercicio que yo hago por mí, mentalmente es una necesidad para mí. He de agradecer tener la suerte de poder moverme en galería y que muevan el trabajo para poder seguir pintando. Es un incentivo que me mantiene trabajando en lo que realmente me gusta y voy a intentar disfrutarlo todo lo que pueda.
