Ya en la calle el nº 1041

Elisabeth Escalante Méndez «A veces la línea que tenemos que cruzar es la línea de nuestra propia casa, nuestros propios miedos que nos aíslan»

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

MICAELA FERNÁNDEZ

Elisabeth Escalante Méndez es natural de República Dominicana. El amor la trajo hasta el municipio de Pliego donde reside desde hace doce años con su marido y donde ha formado, junto a él, una familia con dos hijos.

Integrada en la vida social del pueblo donde se ha sentido desde su llegada acogida y querida, su afición a la lectura y la escritura debido a su profesión, la llevó a participar en el I Concurso de Microrrelatos del 8M organizado por la Sede Permanente de la Universidad de Murcia en Pliego logrando el primer puesto en la categoría de adultos.

Una mujer luchadora, emprendedora y con unas metas que siguen abriéndole camino.

¿Cómo fue tu llegada a Pliego?

Al principio me resultó un poco traumático y, no porque la acogida no fuera excelente, porque en el pueblo me acogieron desde el primer momento, todo el mundo se volcó conmigo, me sentí muy arropada. Yo venía de vivir con mis padres, en una familia muy tradicional, al amparo de los hermanos, de los padres, y sí, el proceso de adaptación fue difícil. En República Dominicana yo trabajaba como maestra, yo desde 1995 me dedicaba a la educación y, cuando llegué aquí no me homologaron el título y tuve que empezar a trabajar en almacenes y restauración y fue complicado.

Actualmente estoy estudiando, hay una universidad que me ha hecho una homologación parcial del título y estoy terminando el Grado en Educación Primaria con la Universidad Internacional de la Rioja, estoy en el último año y, voy abriendo puertas como el microrrelato que he escrito tiene que ver con esto. Yo pensaba que no se iba a entender mucho pero sí, ha habido gente que me ha dicho que lo ha leído y lo ha entendido, es abrir puertas, hay muchas mujeres que lo han hecho y, por qué no. Cada una tiene que abrir su puerta, y seguir.

¿Has notado mucha diferencia entre la sociedad latina y la local respecto a la mujer?

A pesar de ser un país desarrollado y yo venir de un país en vías de desarrollo, yo como inmigrante sí he notado que en el aspecto laboral las condiciones para las mujeres son un poco difíciles. Los trabajos que uno recibe, aunque yo me preocupé en formarme profesionalmente en mi país, tengo una carrera universitaria con licenciatura en Educación y con una mención en Biología y Química, es verdad que aquí al no recibir la homologación he entrado a trabajar en algunos puestos donde la gente se da cuenta de lo que saben, pero trabajan en ciertos cargos donde te piden responsabilidad pero la recompensa tanto económica como en reconocimiento te sientes limitada.

Elisabeth Escalante Méndez «A veces la línea que tenemos que cruzar es la línea de nuestra propia casa, nuestros propios miedos que nos aíslan»
Elisabeth Escalante Méndez «A veces la línea que tenemos que cruzar es la línea de nuestra propia casa, nuestros propios miedos que nos aíslan»

¿De esto trata tu cuento?

Sí, yo empiezo a andar con mi homologación en la universidad, una puerta que he podido abrir, y pienso que por encima de todo soy una privilegiada porque siempre me he sentido apoyada. Yo soy una mujer negra y nunca he sentido racismo, donde he estado siempre me he sentido apoyada, por mis compañeras, con las personas que he estado a nivel general. Igual aquí en el pueblo, yo tengo dos hijos y siempre he estado muy integrada con el reto de madres, formo parte del Consejo Escolar en el colegio, trabajo en el comedor escolar y siempre he estado muy integrada en la comunidad. También es cierto que soy una luchadora, no soy una persona de quedarme quieta esperando que las cosas lleguen.

Aficionada a la lectura, a la escritura, ¿escribes habitualmente?

Suelo escribir pero no me había atrevido a participar en ningún concurso porque soy muy tímida, no me gusta exponerme al público, pero ha sido sumamente sencillo, son microrrelatos, y a la gente le ha gustado mucho y a raíz de esto sí me ha motivado a sacar a la luz otras cosicas que tengo escritas. Ha sido muy satisfactorio.

¿Cómo te sentiste cuando te dijeron que habías conseguido el primer premio?

Muy agradecida, porque lo más importante es poder emocionar a los demás con lo que tu escribes y el agradecimiento es por eso, porque se ha acercado tanta gente a decirme que le ha conmovido lo que he escrito, gente que me ha dicho que se ha visto reflejada e incluso una señora me comentó después de escuchar el relato que «yo siento que la puerta que tengo que abrir es la puerta de mi casa», ella se siente limitada pero dentro de su propio hogar y que lo que tu has escrito le haya motivado a evaluarse y poder salir, eso no tiene precio.

Entonces, ¿se ha conseguido comprender lo que tu querías transmitir con ese relato?

En el primer párrafo hago referencia a Platón y a su alegoría de La Caverna. Muchas veces, sobre todo las personas inmigrantes que empezamos de nuevo y vemos tantas cosas, que queremos volver atrás pero, porque donde estábamos nos sentíamos protegidas, gloriosas, aunque en realidad estamos viviendo una mentira. En la segunda parte del relato esa persona decide cruzar. Ella no sabe lo que ha cruzado, «he cruzado una línea perpendicular de un lado a otro», dice el texto, qué línea, no lo sé, sólo sé que mi vida al cruzar ya no es la misma, la vida al cruzar es totalmente diferente. Por eso a veces la línea que tenemos que cruzar es la línea de nuestra propia casa, nuestros propios miedos.

Y son todas estas mujeres que no tienen reconocimiento, las del día a día las que a mi me emocionan, las que me inspiran a escribir.

Y, a partir de ahora, ¿cómo afrontas tu futuro?

Voy a seguir adelante. El año que viene no hay oposiciones pero para 2026 sí, me presentaré a las oposiciones, tendré 47 años, pero la edad no debe ser una limitación. Hay que seguir luchando por lo que uno quiere, por sus metas, hay que seguir abriendo puertas, hay que seguir escribiendo, estoy inmersa en otro proyecto y, en definitiva, seguir.

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