EL PROBADOR
Sergio López Barrancos
Nunca antes un “beso pico” había tenido tanta enjundia, el inaceptable comportamiento del expresidente Rubiales en la final del mundo de fútbol femenino ha estado, desgraciadamente, a la altura de los grandes besos de la historia. Besos tan icónicos como el Greta Zimmer y George Mendonsa en Times Square celebrando el fin de la Segunda Guerra Mundial, o el de los líderes comunistas Leonid Brezhnev y Erich Honecker en el muro de Berlín, hasta los besos de película entre Demi Moore y Patrick Swayze en “Ghost” o Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en “Titanic”, han estado a la altura de esta “efeméride”.
Pero si nos paramos un segundo y analizamos el contexto del susodicho beso, podríamos llegar a pensar que no es un pico de “corta duración”, sino más bien, un beso prolongado y calculado con una duración aproximada cercana a lo que dure la conformación de pactos y gobierno nacional. Podría ser casualidad, pero lo cierto es que ha venido de “perlas” para telediarios y demás programas de opinión que ocupan horas y horas las programaciones de los canales públicos y privados de televisión y radio.
Mientras tanto la ciudadanía no reflexionamos con la tranquilidad debida sobre lo importante, la conformación de un gobierno nacional, nada más y nada menos, que va a condicionar las políticas sociales y económicas de los próximos cuatro años en una situación internacional bastante preocupante.
Vayamos paso a paso, lo primero la radiografía de lo sucedido el 23J, y objetivamente lo que ha sucedido es que ha ganado un partido (PP), y que el segundo (PSOE) no se hundió como anunciaban las encuestas, todo lo contrario, sacando más votos y un escaño más. Segunda conclusión y más importante a mi juicio, el setenta por ciento de los españoles han votado a estos dos partidos, es decir, muy mayoritariamente mandan un mensaje claro, “queremos que ustedes se entiendan”.
La ciudadanía en su conjunto debemos defender un espíritu crítico y saber detectar y huir de los eufemismos políticos y de retorcer la realidad con la palabra. A veces las cosas son más sencillas y no hay que dar tantas vueltas para llegar a conclusiones que parecen evidentes. En mi opinión, solo cabrían dos caminos si escuchamos al pueblo, el primero la repetición electoral, ya que no me cabe en la cabeza como es posible que ninguno de los partidos mayoritarios piense “vender” la separación de poderes a través de aceptar una “amnistía” absolutamente vergonzosa, inaceptable y que no nos engañemos, pone patas arriba el estado de derecho y deja desnuda a las instituciones, sobre todo a las jurídicas. No olvidemos que entre amnistía e indulto hay diferencias notorias, la primera significa aceptar que el estado se equivocó, mientras que el segundo es perdonar la pena a personas que ya han sido condenadas.
Y la segunda opción, la razonable, es que haya un gran acuerdo entre PP y PSOE de “larga duración” y que acepten lo que es de “sano juicio”, que gobierne el que gane y que el segundo haga su oposición o incluso, por qué no, ocupe la vicepresidencia y/o ministerios, como está ocurriendo en muchos ayuntamientos y gobiernos regionales.
En cualquiera de las dos situaciones, lo que hay que exigir a todos los partidos es que cumplan su programa electoral, que es su contrato con la sociedad. Para que cuando alguien deposite su voto sepa lo que está votando, con sus pros y sus contras. No nos merecemos encontrarnos ahora con las manos atadas esperando a que siete diputados y un prófugo decidan que tiene que ser España para los próximos años. Utopía o no, lo cierto es, que lo razonable debe ir ganando terreno político a la performance.
