Mercedes Bautista Martínez (www.almadesuperheroe.blogspot.com)
No sé cuántas formas puede haber de medir el espacio que ocupamos en el mundo. En kilogramos, en centímetros; incluso en litros. Masa, longitud, volumen…
Podemos saber de forma exacta el sitio que estamos ocupando en la Tierra, porque para eso existe la ciencia. Las matemáticas, los números. Las fórmulas…
Pero el verdadero lugar que ocupamos en el mundo no es ninguno de esos números, no hay forma humana de medirlo. Ni toda la ciencia, ni el mejor de los genios puede expresar lo que somos.
Lo único que realmente puede expresar lo que somos y el espacio que ocupamos en el mundo, es el vacío que dejamos al irnos.
Cuando una persona se va de un lugar es cuando descubrimos de verdad el espacio que llenaba. Y es algo que va mucho más allá de la ciencia, de lo que se puede medir y expresar con números. No hay cantidad suficiente. No hay palabra que lo describa ni cifra que lo represente.
Hay personas que, al marcharse, dejan una ausencia imposible de medir o cuantificar. Ausencias que duelen, que escuecen. Ausencias que te cortan la respiración, que te golpean duro y te dejan ko. Ausencias de las que cuesta mucho reponerse. Que te cambian la vida.
Quizá esa forma sea la que más se pueda acercar a medir el lugar que alguien ocupa en el mundo; cuántas vidas cambió al marcharse.
Porque cuando la partida de alguien te cambia la vida, significa que su presencia te la hacía especial, única, mejor. Y eso es lo que en realidad somos, lo que valemos.
El lugar que ocupa alguien en el mundo no son sus medidas, ni sus pertenencias, ni siquiera su trabajo. El lugar que ocupa alguien en el mundo son las vidas que llena, que completa. El amor que da.
Y ahora sé que el lugar que ocupabas (ocupas) en la Tierra, en el Universo, es infinito.
Tu ausencia nos ha cambiado la vida a muchos, la manera de ver el mundo. Nos ha dolido en lo más profundo y nos va a acompañar siempre, cada día, cada paso, cada logro, cada alegría. Y eso es porque tu presencia hacía más bonito el mundo, más plenas nuestras vidas.
El lugar que ocupas en el mundo sigue siendo infinito. Tu sitio ahora está dentro y al lado de cada uno de los que te queremos, de los que te pensamos, de los que te echamos de menos. De los que te tenemos presente cada día, cada minuto. Estás en todos los lugares, en todos los momentos.
Estás conmigo, dando pasos, viéndome feliz, escuchando a nuestro Manuel, haciendo todo lo que teníamos pendiente. Juntas.
Estás aquí, leyéndome, escribiéndome tu mensaje que nunca falla, diciéndome lo que has sentido con cada palabra, contándome cómo me ves. Haciéndome ser un poco más quien soy.
Siempre.