Ya en la calle el nº 1043

El angosto Valle del Río Zumeta, el Campo de Jutia, el Portillo de Rivelte y algunas cosas que allí pasaron, por Jesús López García

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

El angosto Valle del Río Zumeta, el Campo de Jutia, el Portillo de Rivelte y algunas cosas que allí pasaron, por Jesús López García
El angosto Valle del Río Zumeta, el Campo de Jutia, el Portillo de Rivelte y algunas cosas que allí pasaron, por Jesús López García

Hace unos 150 años, no mucho más, se fijaron de manera definitiva -o casi definitiva- los términos municipales de España sobre viejos amojonamientos. Y es que en nuestro convulso y revuelto siglo XIX se hicieron cosas, y no pocas, que tuvieron que ver con la fijación de las propiedades, de las lindes más variadas, en suma de la organización del territorio, que eso antes, en el Antiguo Régimen, quedaba en manos de poderes señoriales, o como mucho de villas y ciudades notables, que si había alguna disputa la resolvían a las bravas.

Cartógrafos avezados recorrieron montes, valles y llanuras para marcar los viejos alfoces que se convirtieron en términos municipales. Si uno lee las cosas que escribieron estos cartógrafos pioneros no le queda más remedio que hacer esfuerzos por intuir su mirada y su pensamiento, e incluso por intentar darle vida a su existencia y peregrinar por esos mundos de Dios, cargados de apechusques a lomos de caballerías y recalando en recónditos cortijos.

Así, en el acta de deslinde que separa los municipios de Nerpio y Yeste, que data de 1874, los topógrafos escribieron: 35 mojón.- Se hizo y reconoció como tal un montón de piedras…Está situado en el mismo retamar y linde del anterior (retamar de la Loma Colorada). Se ven los mismos cortijos que en el trigésimo cuarto (Los Habares, El Álamo, Las Tablas, entre otros) y además el cortijo de Rivelte y el de la muela de Marchena…

El angosto Valle del Río Zumeta, el Campo de Jutia, el Portillo de Rivelte y algunas cosas que allí pasaron, por Jesús López García
Campos de cereal de Jutia. En el centro La Loma Colorá | ©Pepe Blasi

Si conoces el terreno al que se refiere la descripción, enseguida adivinarás que los topógrafos estaban viendo el campo de Jutia y en la lejanía las montañas que flanquean las dos márgenes del río Zumeta, que es el río principal de Santiago de la Espada. Y seguramente, si nunca antes habían conocido aquello, debieron quedar impresionados por tan sobrecogedor escenario, y desde luego por la presencia humana en esa soberbia serranía. Si además se asomaron a las quebradas y cenajales entre las que irrumpe el bravío Zumeta quedarían admirados de las morfologías rocosas y de la frondosidad de esa vertiente, repleta de cornicabras, arces y zarzales, que amarillean en los coloridos otoños.

Así pues, a poca distancia de ese 35 mojón queda Rivelte, término municipal de Yeste, aunque a 1 km del de Nerpio. Rivelte, junto con los que cita el cartógrafo y con otros, como La Aurora, la Era de la Losa, Martín Moreno, El Tamaral o el propio cortijo de Jutia, forman el campo de Jutia, que tuvo escuela, ermita y otros vínculos propios de las comunidades campesinas.

El angosto Valle del Río Zumeta, el Campo de Jutia, el Portillo de Rivelte y algunas cosas que allí pasaron, por Jesús López García
Entre Nerpio y Santiago de la Espada: Campo de Jutia, Molata del Almendro y al fondo los calares de Cobos y Cabeza de la Mora | ©Pepe Blasi

Pues bien, el campo de Jutia fue, en los tiempos que la vida de los hombres no se circunscribía a la realidad virtual de las ciudades, lugar clave por su capacidad productiva y por ser sitio de paso propicio para el intercambio.

Cuando a los cartógrafos que fueron describiendo los amojonamientos les dijeran que para ir a los cortijos de la otra margen del río Zumeta podían hacerlo atravesando los cintos de roquedales que tenían ante sí, es posible que no dieran crédito, igual que te sucedería a ti si caminaras de Rivelte hacia el poniente. Pero puedes estar seguro que uno de los viejos caminos más estratégicos de aquellos tiempos se desploma por ahí, a través del Portillo de Rivelte, que se abre entre peñascos y pichilates, uniendo el campo de Jutia con las aldeas del río Zumeta y de más allá todavía.

Las comunidades humanas tienen muchos vicios y defectos, pero también virtudes y sobre todo ingenio. El campo de Jutia fue granero para sí, pero también para los cortijos que se extendían a uno y otro lado de las estrechas riberas del río Zumeta, que daban productos de muchas cosas, pero andaban escasos de trigo. Y de trigo y buenos garbanzos estaban sobrados los labradores de Jutia.

Y como de todos los lugares proverbiales del ancho mundo, del Portillo de Rivelte son muchas las cosas que se cuentan y son verdaderas, y otras que no tanto, y están llenas de fantasía. Pero lo cierto es que caminantes y caballerías transitaron por allí para el intercambio, dentro de la ley y fuera de ella también.

Según cuenta en su libro -Antes de que nacieras tú– Alberto Blázquez, el Pipo, su tío “hermano Ceferino” venía de la Breña de Arriba, recóndito cortijo deshabitado desde el año 1981, cruzaba por el portillo de Rivelte y en el campo de Jutia hacía el intercambio de su carga de uva por trigo, que luego molía en el molino del Vaíco, o en el que pillara.

Venancio Beteta, al otro lado, en el campo de Jutia, cuenta que cuando su familia se mudó a Los Habares desde Las Tablas, vino un paisano con la burra cargada de uva de esa parte del río. El hombre no sabía que había habido un cambio de labradores y cuando llego quedó desolado porque pensó que se tendría que volver con su carga por el estrecho cenajal del portillo. Le dijo a Juan, padre de Venancio:

-Vaya!, vengo con esta carga y me tengo que volver con ella.

El bueno de Juan Beteta respondió de inmediato.

-Oiga, que a nosotros también nos gusta la uva.

Y la uva se quedó en Los Habares.

Por cierto, que los muchachos de Jutia a veces se descolgaban por el portillo para hacer alguna trastada. Una vez, unos de Los Habares tiraron camino abajo al atardecer y se colaron en el Vaíco, justo debajo, que ahí había una almazara y un buen cerezo apegado a ella. Se engarabitaron al tejado de la almazara para coger cerezas. Comieron hasta hincharse la barriga y se llevaron unas cuantas. Pero se entretuvieron demasiado y cuando se vinieron a dar cuenta se les hizo de noche. Perdidos por esas umbrías oscuras, sin luna que les alumbrara, les sorprendió el amanecer. Menos mal que todo quedó en el susto.

Mi agradecimiento a Venancio Beteta y a su yerno Paco Muñoz por sus testimonios en esta y otras “historias de los montes”

El angosto Valle del Río Zumeta, el Campo de Jutia, el Portillo de Rivelte y algunas cosas que allí pasaron, por Jesús López García
Tenada y cortijo de Rivelte | ©Pepe Blasi

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Un comentario

  1. Recomiendo bajar por el portillo, aunque no se como está de mantenimiento.
    Como bien dices estratégico lo es incluso lo fue para los cartografos de la época
    Saludo

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