Francisco Fernández García/Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz
El 27 de octubre de 1801 los maestros alarifes Juan y Antonio Jiménez de la Fuente certificaban, a petición del Ayuntamiento, que la conclusión de las obras de la Capilla del Baño de la Vera Cruz con arreglo al diseño proyectado por José López, tracista y primer maestro de la obra. Culminaba así un largo proceso que abarcó cuatro décadas y que se inició en 1761 cuando Juan Florez Sánchez, fabriquero de la Ssma. Cruz, presentó en el Ayuntamiento un memorial exponiendo el lamentable estado en que se encontraba la capilla existente en esa fecha, cuyas primeras referencias documentales las encontramos en 1539, y la conveniencia construir una nueva: «la Capilla que esta en el rio que llaman del bañadero donde se lleba el dia tres de maio de cada vn año a dicha Ssma. Cruz abendecir las aguas experimentándose todos los años ynumerables milagros de sanar ciegos, cojos, tullidos y otras enfermedades se alla con tanta yndencencia que aunque en estos años antecedentes a ejectuado en ella diferentes reparos, se alla toda amenazando ruina en desonor de la republica en funcion tan plausible, por lo que se haze preciso el construir otra en dicho sitio». El ayuntamiento aceptó la proposición comisionándole para que buscara la financiación necesaria para hacer frente a la obra, ya que en esos momentos carecían de recursos económicos para ello, acordando igualmente escribir al Rey y al Comendador solicitándoles alguna aportación para ella.
Mientras esperaban las respectivas contestaciones, encargaron la realización del proyecto al arquitecto murciano José López, quien presentó los planos y diseño el 2 de junio de 1762, decidiendo el Ayuntamiento el comienzo inmediato de la obra utilizándose para ello los caudales de la fábrica de la Santa Cruz. El referido arquitecto se trasladó a Caravaca para dirigir la obra, residiendo discontinuamente en nuestra población, ya que tutelaba otras al mismo tiempo, hasta mediados de la década de los 80, en que con motivo de la paralización de las obras se marchó definitivamente. El edificio proyectado por José López era de planta circular, sustentado por seis pilares que configuraban seis arcos por los que se desciende al río que lo circunda, rematado por una cúpula de perfil ondulado cubierta por tejas vidriadas azules.
Las obras se iniciaron a final del verano de 1762, autorizando el ayuntamiento con tal motivo la corta de 3.500 pinos. Para su financiación solicitaron al rey licencia para celebrar «seis corridas de toros en seis años de tres toros de muerte cada una tarde de las tres que a de auer», permiso que fue concedido el 3 de septiembre de dicho año por Real Facultad del Supremo Consejo de Castilla, atendiendo a «lo piadoso de aquella obra y devocion que siempre hauia manifestado a dicha santisma Reliquia». La continuidad de las obras fue bastante irregular, sucediéndose periodos de trabajo con otros de inactividad, según la disponibilidad económica del momento. La primera interrupción se produjo en octubre de 1763, continuándose al año siguiente gracias a la notificación de que el Infante don Felipe, Comendador de Caravaca, había concedido 6.000 reales de vellón para las obras; posteriormente, el 28 de septiembre de 1770, el Duque de Parma, nuevo comendador de Caravaca, hizo donación de otros 6.000 reales para completar los 12.000 que su antecesor el Infante don Felipe había prometido como ayuda a la edificación. A mediados de 1766 se interrumpieron de nuevo, no reanudándose hasta enero de 1768. En 1776 el Ayuntamiento certificó que desde el comienzo de las obras se habían invertido en ellas 117.225 reales y 11 maravedíes: «desde el año pasado de 1762 que fue en el que dio principio la obra de los Baños de dicha Ssma. Reliquia hasta la tomada en 1774 = resulta haberse gastado en la construzion de dicha ôbra ciento diez mill nobenta y dos reales con siete maravedis, y reconozidos asi bien las libranzas que lexitimamente se han despachado desde aquel ultimo âño hasta de presente consta haberse ynbertido en dicha construccion otra cantidad de siete mill ciento treinta y tres reales y quatro maravedis».
En 1781 se realizaron también una serie de mejoras urbanísticas en sus inmediaciones, incluyendo el cimbrado de la acequia, con el fin de ofrecer mayor comodidad a los fieles y peregrinos que asistieran a ella durante el día de su festividad. Este mismo año el ayuntamiento dio licencia para cortar 1.500 pinos para seguir costeando las obras, en las que también se invirtieron 14.000 reales procedentes del censo cargado sobre la Mitra de Ávila, cuya renovación fue solicitada en 1786, entre otras, para “conclusion de la hobra de la Capilla donde se baña el dia tres de mayo”. Poco después las obras sufrían una nueva interrupción que duraría todo lo que restaba de siglo, se habían concluido dos tercios del edificio, quedando tan solo la cúpula que lo debía cubrir. Para su utilización durante las fiestas se improvisaba una cubierta a base de ramas de sabina. El 9 de marzo de 1801 los regidores comisionados para la festividad de la Cruz sugirieron al ayuntamiento que en lugar de cubrirla de la forma mencionada, se construyese una bóveda ligera, evitándose el gasto que todos los años se ocasionaba. Cinco días después los maestros de obras municipales Ángel Moreno y Juan de la Fuente informaron que la Capilla del Baño se encontraba muy deteriorada por los muchos años que había estado descubierta, acordándose cubrirla de obra, entonces se entrometió el vicario quien sin derecho alguno quiso paralizar las obras, al no haber sido informado de las mismas. El día 16 y como consecuencia del escaso dinero disponible se adoptó el acuerdo de reiniciar las obras, utilizando materiales de poco coste. El 5 de mayo de 1801 se comunicó al ayuntamiento de la conclusión de la bóveda y linterna y de que estando comenzando a cubrirla con teja común algunas personas se habían quejado pidiendo que se utilizase teja vidriada como inicialmente se había proyectado. Se paralizó nuevamente y se pidió presupuesto a Hellín donde se fabricaban este tipo de tejas, pero debido a su alto precio se decidió finalmente utilizar teja del país.
El 6 de octubre se notificó la conclusión de las obras, cuya última fase había estado a cargo del maestro alarife Ángel Moreno, devolviéndose al ayuntamiento los planos realizados por José López. El ayuntamiento decidió encargar a los también maestros alarifes Juan y Antonio de la Fuente que revisaran la obra y «la reconozcan en todo quanto espertinente a su Arte de fortificación» y que el plano original «se coloque enel Archivo dela Cofradia dela Ssma. Cruz donde existira en custodia». Curiosamente este plano es en la actualidad propiedad particular, de un ex Hermano Mayor de la Cofradía concretamente, aunque hay que decir que lo es con anterioridad a que ocupara este cargo. Finalmente el 27 de octubre los antedichos maestros de obras emitieron el informe que les habían solicitado, dictaminando «que la conclusión echa por el referido Angel Moreno esta en todo arreglada y conforme del aspecto, perfiles y molduras que presenta el referido plan tanto en lo ynterior como en lo esteriory que en cuanto a su firmeza y solidez esta conforme a las reglas que prescrive el Arte», con lo que oficialmente se daba por finiquitada la construcción de la Capilla del Baño de la Cruz, conocida popularmente como el Templete.
Para los interesados en conocer mas datos sobre este edificio recomiendo la lectura del excelente libro de Gregorio Sánchez Romero La Capilla del Baño de la Vera Cruz de Caravaca.
