Ya en la calle el nº 1041

Unas fiestas para vivir con el corazón

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

María José Soria, candidata socialista a la alcaldía del Ayuntamiento de Caravaca

Siempre he vivido intensamente las Fiestas Patronales, en eso me parezco al resto de caravaqueños, todos disfrutamos y participamos en cada uno de los actos programados.

Llevo desde el año 1999 trabajando en Murcia aunque he tenido la suerte de no perderme ni un solo día de las fiestas. Algo complicado para muchos de nuestros paisanos que viven y trabajan fuera. Siempre he podido cambiar turnos o he pedido vacaciones para disfrutar mis fiestas y desfilar con mi grupo de las Damas de San Juan o con mi peña caballista, Legendario, que, aunque llevo unos años sin salir con ellos, siguen en mi corazón porque ahí es donde están mis amigas y conocidos.

Para ser sincera hubo dos años en que las viví en Caravaca pero recogida. Fueron diferentes pero especiales, tanto que las recuerdo como las mejores de mi vida.

Este 30 de abril hará doce años que nació mi pequeña María, y recuerdo, mientras estábamos en el hospital, cómo vivía mentalmente cada uno de los días y su correspondiente momento, cómo imaginaba que nos llegaba de la calle el sonido de la música, la algarabía, la alegría… me resulta indisociable la felicidad que me produjo el ser madre de la que sabía que rodeaba a mis vecinos. El 3 volvimos a casa, y recordaría esas fiestas como las mejores de mi vida sino fuera porque mi otra hija, Elena, nació un 26 de mayo. Otras fiestas sin desfilar, y confieso con envidia que me quedé con las ganas. Pero el traje, como se imaginan, no daba de sí. Pero Elena, a un mes de nacer, seguro que a través de mis sentimientos experimentó lo que son los desfiles de moros y cristianos, los caballos del vino y el baño de la Cruz para mí y todos los caravaqueños.

Una hija en el primer día de fiestas y la otra cuando ya se han acabado. Y a las dos les he explicado desde bien pequeñas el esplendor de los mantos, ese parlamento que estremece aunque lo hayas escuchado mil veces, los bailes con los que nos sorprenden moras y cristianas, el esfuerzo de un año condensado en diez segundos o menos de subida a la cuesta, el nudo en la garganta durante la Cruz de Impedidos… porque es nuestra Patrona quien le da sentido a todo.

Como yo lo aprendí de mis padres, ellas lo han aprendido de mí. Como ha sido hasta ahora, como siempre será: los padres y las madres enseñamos a nuestros hijos que los caravaqueños somos depositarios de un legado de siglos. Mis hijas, por poner un ejemplo, desfilan conmigo en el grupo de Damas Sanjuanistas.

Amo mayo con Caravaca en fiestas, pero es el mes de abril y ya disfruto de los bailes y de los caravaqueños en la calle, desde los jóvenes a los mayores, todos en un mismo espacio donde no sobra nadie. Me gusta abril: ver cómo preparan las luces, cómo montan las tribunas, como las fuerzas de seguridad se planifican para que la convivencia sea sana. Y desde aquí quiero decirles que sin ellos las fiestas serían imposibles. Como lo serían también sin aquellos que unos días más tarde limpiarán la ciudad mientras el resto descansamos para que luzca adecentada en su semana grande.

Como agradezco a quienes da un paso al frente y se postulan para organizar las Fiestas de Caravaca.

Y de los agradecimientos a los deseos: que haya los menores incidentes posibles, que no llueva esos días o que si llueve no interrumpa ningún rito a nuestra cruz ni los caballos del vino ni las procesiones ni desfiles.

Aunque la lluvia en fiestas, y por favor que este año no llueva, nos trajo en 2022 un momento que agradezco haber podido compartir con mis hijas, no tener que enseñárselo.

Tras dos años sin fiestas y con una lluvia ininterrumpida hasta el 4 de mayo que impidió la mayoría de festejos, el pueblo de Caravaca no cayó en el desánimo. El día 5 de mayo había que acompañar a la Cruz hasta su morada en la Basílica y se la acompañó como nadie recuerda. Moros, cristianos, caballistas, festeros en general, organizados en pocas horas. “Nosotros no tenemos banda”. “No os preocupéis, la nuestra vale para dos grupos o para tantos como haga falta”. Y unas gradas llenas desde las que se aplaudió ese esfuerzo, esa procesión improvisada, donde en Caravaca se demostró que la unión hace la fuerza.

Y agradezco, como he dicho, haber vivido ese 5 de mayo con mis hijas. Nada puede haberles resultado más instructivo que ese día. Porque a base de 5 de mayos como el de 2022 se ha construido la Caravaca que todos queremos, la que es Fiesta de Interés Turístico Internacional, la que luego se convirtió en Ciudad Santa, la que ha sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Para todos estos hitos se necesitó que los caravaqueños trabajáramos en equipo. Y cuando se presente otra adversidad u otra oportunidad los caravaqueños lo volveremos a hacer.

Felices fiestas, viva la Santísima Cruz y Viva Caravaca.

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