Pedro Antonio Hurtado García
A la televisión, pública y privada, se le ha acuñado ese neologismo que identifica modelos de emisiones, tristemente, convertidas en mayoritarias. Es la “telebasura”, esa que muchos niegan ver. Programas con protagonistas que levantan la voz, incluso gritan y llegan a insultar, ofreciendo un espectáculo tedioso, pobre, penoso y merecedor de ser retirado.
Pero nadie da ese paso porque el producto goza de “clientela” y, para mayor tristeza, esa audiencia sigue aumentando. Es lo que “vende”. Luego, salen micrófonos callejeros preguntando, por ejemplo, por el nombre de la capital hispalense y no siempre se responde correctamente. La televisión ha perdido ese viejo espacio que crearon, entre otros, el inolvidable Felipe Mellizo o el refinado periodista Fernando González Delgado, incorporando, en los telediarios, un habitual espacio dedicado a la cultura.
Hoy, los informativos solamente buscan el nivel de audiencia, sacrificando calidad de contenidos. Actualmente, esos noticiarios ocupan la mayor parte de su tiempo en el coronavirus, algo razonable por la preocupación social. Pero, antes de la pandemia, recordaban al semanario “El Caso”. Ediciones de informativos exentas de noticias económicas, laborales, industriales o agrícolas, sin examinar la actualidad sobre los muchos e importantes temas que ofrece el día a día, quizás, buscando, exclusivamente, efectos para batir audiencias.
Será importante para el sustento de una empresa televisiva ese dato, seguro, pero sin deterioro de calidad y atractivo en contenidos, incorporando esa tarea cultural que tanto se echa en falta y que formará a la audiencia, se le motivará y se le hará partícipe de una televisión culta, amena, deseada y hasta envidiable.
Huyamos de frivolidades, fomentemos calidad, apoyemos cultura y conocimiento, sin arruinarnos con programas huecos y bazofia de relleno informativo. Buenos días.
