Ya en la calle el nº 1041

Sofía Urrutigoity, ganadora del Premio de Poesía Mística del certamen Albacara: “La experiencia poética es intrínseca a lo sagrado”

"Escribo para poder acercarme a lo que me sucede, a mi contexto, a mi realidad, también a mi vida afectiva, escribo porque es un modo de estar en el mundo, no podría hacerlo de otra manera"

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Sofía Urrutigoity, en el Instituto del Cervantes de Chicago

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JAIME PARRA

Este viernes 30 de junio a las 20:00 horas en la iglesia de San José se presentará “Matrioshka” de Sofía Urrutigoity, la ganadora del V Premio de Poesía Mística del Certamen Literario “Premio Albacara”.

En el acto estará la ganadora, Sofía Urrutigoity, recién llegada de París, a la que acompañarán Pepe Fuentes, escritor caravaqueño; Luis Bagué, profesor de la Universidad de Murcia, crítico literario y escritor; Sergio Marqueta, prior de los Padres Carmelitas de esta ciudad; y José Francisco García, alcalde del municipio.

¿Para qué escribe Sofía Urrutigoity?

Sofía Urrutigoity, ganadora del Premio de Poesía Mística del certamen Albacara: "La experiencia poética es intrínseca a lo sagrado"

¡Guau!, es una pregunta enorme, que puede ser respondida de tantas maneras.

Para responder el “para qué” tendré que hablar también sobre el “por qué”. Trayendo a cuento unos versos del poemario Gavillas de aire de Pepe Blanc, amigo escritor que me presentó Caravaca de la Cruz, comenzaré diciendo que escribo porque: “solo encontré amparo en la entretelas del lenguaje”. Esto es, ¿por qué no escribir? Escribo porque no puedo dejar de hacerlo.

Escribo para poder acercarme a lo que me sucede, a mi contexto, a mi realidad, también a mi vida afectiva, escribo porque es un modo de estar en el mundo, no podría hacerlo de otra manera. Escribo porque es una necesidad expresiva, estoy cubierta de palabras, es la forma que encuentro de mirar, aproximarme y entender lo cotidiano, entenderme, buscar sentido. Hay zonas que la razón no alcanza, allí donde el pensamiento tiene miedo, la música, la poesía, las artes piensan, dijo Pascal Quinard, y buscar esas formas salvan. No conozco otra manera de atravesar la experiencia, sino amar, la música y la escritura: además, creo que estas armas abren nuestra mirada y el mundo a lo inesperado e imposible. 

¿Qué le parece la edición que ha realizado Gollarín?

El trabajo de edición y publicación que Editorial Gollarín ha hecho con Matrioshka es una verdadera caricia. Tanto el trabajo conjunto con los editores como la edición tan prolija, cuidada y amena que han propuesto hacen de Gollarín una casa editorial de lo más acogedora para que nazca este libro.

¿De quién son obra las ilustraciones que acompañan las poesías y qué importancia tienen en Matrioshka?

No me animo a calificar mis bosquejos que acompañan a los poemas de Matrioshka como “ilustraciones” propiamente dichas, puesto que solo he pretendido que sean esbozos de dibujos para acercarme al gran símbolo de “casa” como disparador de los poemas. Las imágenes forman parte del poemario porque son una parte constituyente y fundamental del proceso creativo de escribir esta obra.

Quiero decir -entro un poco más en detalle-: A medida que iba gestando el libro, para incentivar la creatividad y oír más allá del símbolo de “la casa”, se me ocurrió fotografiar casas de mi nuevo barrio de Chicago que me llamaban de alguna manera consciente o inconsciente la atención, cosa de luego plasmarlas en dibujos muy rudimentarios -yo no tengo ninguna habilidad de dibujante, como podrán ver-, pero igualmente las dibujaba con una primacía casi “infantil” del color, casi como un juego muy sugerente y revelador, porque, a medida que dibujaba esas fotos de mi nueva cotidianidad de recién mudada de país, vislumbraba luces, ideas, sentidos muy profundos que reclamaban ser plasmados en poemas, es decir, esos dibujos del proceso creativo e inspirador del libro no pueden separarse de sus poemas porque son parte de lo mismo, son una reverberación gráfica de los poemas de Matrioshka, son Matrioshka.

Escribía frente a ellas, a partir de lo sugerido en el momento mismo del trazo del color en el dibujo, luego pasaba grandes ratos mirando mis casitas, hasta las colgué en las paredes de mi habitación para que me acompañen a ese terreno fértil que es verlas apenas uno se despierta, entre el sueño y la vigilia, y allí escribía, acompañada por ellas, entre las paredes de sus colores y susurro de imágenes y versos. 

Leyendo su poemario me vino a la cabeza unos versos de una canción que escuché de Chavela Vargas (Que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo). Poemas como “Suelo cocer las papas” me dan la impresión de que uno de los propósitos de este poemario es que perduren actos que de otra manera se perderían.

Qué linda canción me citás. También recuerdo una versión de Mercedes Sosa.

Además, te agradezco tu lectura de Matrioshka en esa línea de lo simple junto a la memoria porque has dado en el clavo. Sin duda, es una de las perspectivas que la obra persigue e intenta transmitir.

Sin embargo, creo que la diferencia reside en el tono con que se canta lo cotidiano, en el hecho de que la letra de la canción anuncia una tonalidad más emparentada a lo elegíaco, en tanto lamento de la pérdida; mientras que, en Matrioshka, he querido levantar un canto de celebración a cada detalle y símbolo en torno a la “casa”, a casa como rito y laberinto, como espacio ambivalente, agridulce pero festivo, a la casas vinculada a otras elaboraciones artísticas en el tiempo.

Por esta razón se leen las referencias a culturas antiguas, como la grecolatina y hebrea, donde todo se saborea con la seriedad que requieren las cosas simples; donde el poeta se une al gran coro de otros poetas y artista que concibieron el lenguaje como monumento de fiesta, de amor y de memoria, es decir, una trama simbólica hecha de lenguaje desde tiempos remotos y siempre vigentes pero que la voz de cada poeta e imprescindible en esa cadena.

¿Qué es para usted la poesía mística?

Según mi entender, la experiencia poética es intrínseca a lo sagrado. Un poeta me enseñó que la sacramentalidad es una huella constante en la escritura porque la palabra nos permite abrirnos a lo inmaterial, una suerte de sublimación por la búsqueda de música, ritmo, imagen y belleza en el lenguaje hecho poesía. Aquí me detengo en precisar que lo secreto y lo solitario, en cuanto movimiento de retracción del poeta que se pregunta por lo que ve en su entorno e interioridad para traducirlo en su escritura, son notas características de la poesía y también intrínseco a la poesía mística.

Por otro lado, ese movimiento habilita la apertura, a través de la imagen, de la metáfora, de los símbolos, a un contenido revelado en el mismo acto de escritura poética. Por eso el poeta argentino Joaquín Gianuzzi dijo que “la imagen propone un enigma”.

Por lo tanto, en poesía, ese enigma, ese misterio es interpretado como una señal del ser que indica una plenitud oculta que se manifiesta, así como lo hace estar enamorado, como acontecimiento que dinamita la causalidad y se impone como lo inmaterial, lo trascendente, lo sagrado de la poesía mística para ser escrito a partir de la rutina misma; es decir, la rutina, lo cotidiano, los objetos simples, la naturaleza, en el fondo, son un templo, un espacio para oír el misterio y asociarlo a palabras y lenguaje ya vuelto poesía en contacto sagrado.

¿Pero qué es la apertura del lenguaje a lo sagrado que considero esencial de toda poesía mística? Es el mismo lenguaje que abandona su función referencial en pos de un trabajo estético en búsqueda de sentido intangible, inmaterial, trascendente, místico. Leí por ahí, en boca de otro poeta argentino quien murió recientemente, algo así como que lo sagrado es uno de los impulsos básicos del hombre, un espacio para el intuir, encontrarnos y entendernos; por lo que el poeta, en la poesía mística, tiene la voluntad de preparar ese brillo, decía Javier Galarza, donde habita el esplendor de lo sagrado en el interior de cada cosa.

En síntesis, no entiendo la poesía mística sin esa fusión del poeta con su canto y lo cantado a tal punto que solo esa razón amorosa convierte al mundo interior y exterior en un repertorio coral de metáforas.

¿Cuánto hay de inspiración y cuánto de trabajo posterior en su poesía?

La poesía vale como tal en cuanto palabra inspirada, inspiradora, emotiva, emocional y emocionante, sin duda. De todos modos, el trabajo con el lenguaje no adquiriría su “punto caramelo” si no existiera un arduo proceso de corrección posterior. En el caso de este libro en particular, me gustaría compartir con ustedes que ese trabajo orfebre de edición no solo se llevó a cabo en soledad, de manera individual y solitaria, sino también de dos maneras sociales muy enriquecedoras, cada una con sus fortalezas.

En primer lugar, algunos de los poemas que conforman Matrioshka fueron experimentándose en un espacio de taller organizado por la poeta Natalia Litvinova. Esto permitió el gran beneficio que trae sociabilizar la escritura en un entorno de confianza que uno le tiene a grandes poetas amigas y enriquecerse de sus miradas y oficios poéticos. En segundo lugar, junto a la poeta y periodista argentina, María Malusardi, iniciamos un trabajo muy lindo de diálogo en torno al proyecto de libro a fin de enriquecerlo con su devolución como lectora cero.

Usted actualmente vive en Francia, ¿la lengua, la poesía, mantienen sus raíces en la emigración?

Te agradezco esta pregunta. Es una temática que me tocó de cerca durante la escritura de ciertos poemas de este poemario. Recuerdo aquel titulado “La niña que saltaba a la soga”, el cual partió de, una mañana muy fría y gris en Chicago, leer escrito en el cemento de la vereda la firma “Sascha”, seguida de una fecha. Al verlo, necesité escribirlo y, en el poema, enseguida lo interpreté como una niña que a pesar de ese viento, niebla y nieve, intenta jugar en la calle. Luego me di cuenta de que era el yo lírico de ese poema quien se había proyectado en esa niña imaginada y, desde esa posición infantil, lúdica y pura, se preguntaba por la emigración, la identidad, la desposesión y el lenguaje.

¿Qué prefiere los recitales o la lectura interior de la poesía?

Ambas formas son geniales para aproximarse a la poesía, sin olvidar que el contacto con ese ritmo y música de las palabras que es la poesía se recibe de modos muy diferentes con cada una de ellas. Ambas son recepciones muy ricas, que dotan al poema de distintas fortalezas para movilizar. Me considero muy fan de las dos. Chicago me me mostró el regalo de esa enorme tradición que tiene esa ciudad de contar con recitales poéticos en medio de la rutina de salir de trabajar y luego pasar a escuchar un slam en el café del barrio.

Usted se ha especializado en poesía española actual, ¿alguno de esos poetas que estudia podría considerarse un místico?

Sin duda. De hecho, como mi maestro en poesía española actual, Carlos Peinado Elliot, me ha enseñado, se me vienen a la mente y al corazón varios autores de cabecera para todo ávido lector amante de la poesía, siendo todos ellos encausados en lo que podríamos denominar tendencia simbolista actual con apertura mística a lo sagrado. Ellos son, por ejemplo, poetas que admiro como Ada Salas, Asunción Escribano, Eloy Sánchez Rosillo, José Luis Puerto, entre otros. Para ser más concretos aún, recomiendo la lectura de un poemario delicadísimo, etéreo y sublime, Descendimiento, de A. Salas.

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