Ya en la calle el nº 1041

Pascual Gil: “Caravaca es mucho Caravaca, creo que es el sitio del que más me cuesta salir”

Pascual Gil se despide de Caravaca tras nueve años de servicio, su próximo destino es el Convento de Las Palmas de Castellón

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Pascual Gil (Alcantarilla, 1962) Tras nueve años de servicio en Caravaca, sus superiores lo reclaman para otro destino. Su marcha marca el final de una etapa y el inicio de otra en la historia de los sucesores de la fundación de San Juan de la Cruz en la localidad.

Lo sustituirá el padre Sergio Marqueta Lafita, nacido en Zaragoza en 1953 y ordenado en 1981

¿Cuándo y porqué llegaste a Caravaca?

Bueno, pues el llegar a Caravaca desde mi última conventualidad o destino fue en Togo, en Lomé, en la capital de Togo, en el África Occidental. Antes había estado en Burkina Faso, porque tuve que ir dos años para prestar un servicio de maestro novicios y delegado de aquella zona. Y entonces terminó esa etapa de servicio a aquella tierra. Y entonces, el provincial me dijo venir a Caravaca porque Caravaca siempre ha sido uno de los proyectos bien mirados por nuestra provincia y también por la situación familiar. Al ser un murciano, que eso también influye mucho, pues entonces vine aquí hace ya nueve años, en el 2014.

¿Cómo fue la acogida en Caravaca?

Muy bonita. Empecé el día del Carmen, así que fue multitudinario, y muy bien, con muchas expectativas. También me conocían antes porque fui provincial de esta zona y precisamente, yo estuve aquí para la inauguración de la hospedería y de toda la restauración en el 2005. En ese año, estaba de provincial, desde 2005 al 2011. Así que me tocó poner a punto toda esta casa y siempre hemos estado muy a gusto con nuestra presencia aquí. Sobre todo desde esa opción que se hizo desde el 2003, de no venderlo porque habían ofertas de irnos a otro sitio porque estaba el convento muy mal, estaba en ruinas. Pero se lanzaron dos frailes, como el padre Eduardo y el padre Juan Antonio, y consiguieron esta realidad, que es tan bonita y nada despreciable.

¿Que te hace marcharte de este convento?

Nosotros somos personas de obediencia y en nuestra vida todo de etapas. Son nueve años. Yo ya no puedo ser prior más años y me requieren para otra responsabilidad. Me podía haber quedado sin ninguna responsabilidad, porque era realmente mi deseo. Pero nuestros superiores dicen, pues mira, te necesitamos ahora en el desierto de Las Palmas, como maestro novicios.

¿Cuántos lugares has recorrido?

Empecé en Valencia, seguí en Úbeda, después en Valencia, después en Roma, después en Valencia otra vez, después fui al desierto de Las Palmas, en Castellón, después en Valencia otra vez y luego a África y después aquí en Caravaca.

Aunque las disposiciones de los superiores son las que son y debes acatarlas. ¿Te duele la despedida?

Mucho, porque Caravaca es mucho Caravaca. Yo creo que es el sitio que más me cuesta salir. Caravaca, es mi tierra, es muy acogedora y el caravaqueño es muy acogedor. Ya me lo habían dicho los frailes mayores que habían vivido aquí, decían que Caravaca siempre nos quiere, seamos como seamos. Y yo lo he visto con el tiempo. A los que vienen les digo “tened cuidado que aquí invitan de verdad eh” (risas). Aquí no vale lo de “A ver si nos tomamos un café” aquí te lo dicen y te están esperando con el café.

Eres y has sido un prior muy involucrado con la sociedad caravaqueña

Te involucras. El ámbito social es muy amplio, pero la vida religiosa siempre está implicada socialmente. Nuestra vocación no es clerical como por ejemplo las parroquias, aquí no tenemos una parroquia en la que haya una estructura de catequesis, etc… Nosotros de una manera u otra, somos sociales, nuestra presencia en las familias, muchas veces los necesitados, otras veces en la cultura. Es una implicación social, pero eso entra dentro de lo religioso en general. Nosotros llevamos una hospedería porque es acogida y en el 2003, vimos que en Caravaca le hacían falta plazas y jamás pensábamos hacer una hospedería, pero hacia falta, se hizo y después das trabajo, acoges… es todo.

Creo que hay tres proyectos claves en los que la congregación ha participado y usted como prior principalmente. El certamen literario Albacara, la Asociación Místicos y el Camino de San Juan. ¿Me dejo alguno?

Bueno, está naciendo con potencia la Cátedra Juan de Yepes. Esta hilvanándose pero igualmente va a estar relacionado con todo, es una cátedra que está con el Instituto Teológico de Murcia, pero que se ha hermanado con la Universidad de la Mística de Ávila, donde tiene tres sedes Murcia, Algezares, las carmelitas descalzas de Murcia y Caravaca. Entonces, son los tres proyectos que son visibles, pero después hay toda una riqueza humana ahí tremenda, que involucran muchos sectores de la sociedad.

¿Seguirá tu participación por ejemplo en los Premios Albacara?

Sí, en todo estaré más o menos presente, sobre todo por dar continuidad y apoyar a la comunidad. Es que Caravaca no es una presencia normal hay dos fundaciones algo único junto a Segovia, una fundación de San Juan de la Cruz, que es la que estamos ahora, y Santa Teresa. Entonces, eso sobrepasa una realidad local y regional, es universal.

¿Nueve años es el máximo que puede un superior ejercer en una comunidad?

No, realmente son seis. Cada tres años tenemos elecciones, es algo muy antiguo, lo hacemos desde el siglo cuarto. Ahí elegimos a nuestros superiores, en el llamado capítulo provincial, en ese momento el resto estamos disponibles. Todos nos votamos a todos y vamos eliminando hasta que sale el superior provincial. Entonces, solo puedo estar reelegido una vez por seis años. Pero he sido nueve porque ha habido una época de transición, antes pertenecíamos a la antigua provincia de Santa Teresa de Aragón y Valencia, Murcia pertenecía a esta realidad, y se unificaron cinco provincias en una. Entonces se empezó desde cero.

En África has visto la pobreza de cerca, salvando las distancias, ¿existe la pobreza en nuestra tierra?

La pobreza aquí es que la clase media cada vez es menor. Entonces, se va creando más pobreza. Pero sobre todo yo veo la peor pobreza en el trabajo de la gente joven. Para mí, la gente joven siempre ha sido la preocupación en ese sentido, porque son los más empobrecidos, porque hasta que no consiguen un trabajo realmente son carentes, tienen una necesidad y una persona empobrecida es una persona sin trabajo. Allá, en África, son países empobrecidos por la injusticia. Pero pobreza extrema solo viene cuando hay hambrunas, guerras o desastres naturales, quitado eso hay un equilibrio perfecto, por supuesto que pueden tener un nivel de vida mejor. Aquí es que mejor no es posible sin trabajo. Para mí, ese es el problema del interior de Murcia. Es una zona que está al margen de la riqueza, yo soy murciano, de Alcantarilla, que es una zona rica. Y veo, por ejemplo que a nivel de comunicaciones, deja de venir el autobús de Barcelona y no pasa nada, pero eso es pobreza. Se cierra la estación de Calasparra y no pasa nada. Eso es empobrecer. Para mí, va por ahí la pobreza.

Pascual Gil: “Caravaca es mucho Caravaca, creo que es el sitio del que más me cuesta salir”
Pascual recorriendo el camino de San Juan de la Cruz

Un biólogo que lo deja todo por su vocación

Bueno, no soy biólogo (risas). En tercero de biológicas, dije que me hacía fraile y lo dejé todo, cogí mi maleta y me fui.

¿Qué te llevó a estudiar esta rama de la ciencia?

La vida. El sentido de la vida me gustaba. Mis padres quería que estudiara medicina, pero yo no me veo en la órbita sanitario. Entonces, elegí biológicas por eso, me gusta mucho el submundo de la genética, de la microbiología y todo ese tipo más que por ejemplo de la naturaleza, que se ve, pero me gusta más ese mundo que no se ve.

¿Y crees que encontraste a Dios por la biología?

Yo creo que eso me llevó. He sido una persona de fe siempre, muy comprometida en una comunidad parroquial en las épocas de los 80. En la universidad también. Muy comprometidos a nivel social. Pero el sentido de la vida, de lo pequeño, de lo microscópico, de todo esto lleva algo más. Entonces, te da después la fuerza para cortar con todo.

¿Cuál fue el punto de inflexión en la Universidad para decidir salirte?

Dije “Pues hasta aquí he llegado”. (risas) Básicamente porque lo tenía todo. Lo tenía todo en la vida. Todo lo que se pueda uno imaginar. Y entonces sientes dentro que Jesús te dice “¿Qué haces tú? ¿Qué haces?”

¿Qué edad tenías?

Tenía 20 años. Llevo 40 años ya de vida religiosa.

¿Qué vas a encontrar cuando llegues a tu nuevo destino?

Voy a un convento, el de Las Palmas, en el que estuve ya seis años de superior, desde el 1999 a 2005. Y ahora vuelvo como maestro de novicios, aparte de una comunidad, es un convento emblemático para nosotros. Es un convento que está en Benicasim, en Castellón. Es un lugar muy emblemático, son 320 hectáreas con ermitas, albergues, casas de espiritualidad, lugares de silencio. El desierto no es desierto real eh, es un desierto para nosotros. Es un lugar de soledad.

¿Qué te llevas de Caravaca?

Para mí Caravaca son los caravaqueños, son las personas. Para mi está el gran deseo de que Caravaca, que tiene la Cruz, que es conocida y todo gira en torno a la Cruz, que valore que tiene y no por interés nuestro, porque nosotros podemos desaparecer, que tiene aquí dos figuras, Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Y esto he visto que se valora muchísimo, pero necesita todavía mucho más. Necesita más camino, más tiempo, para que el caravaqueño se sienta muy orgulloso de su ciudad. Y la ciudad, yo creo que todavía se tiene que redescubrir.

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