JAIME PARRA
Uno de los momentos más dichosos para un escritor debe ser cuando sus propios lectores ejercen de críticos y destacan su novela por encima de las del resto.
Esto lo sucedió recientemente al escritor caravaqueño Luis Leante, a quien el pasado abril le otorgaron el Premio Criticón 2022 al ser el más votado su libro “Maneras de vivir” (Premio Edebé a la mejor novela juvenil) por los setecientos alumnos de diecisiete centros educativos de Zaragoza que tenían que elegir (tras un encuentro con los autores) entre las tres novelas que habían leído en los últimos meses.
Luis Leante, un veterano en ferias y presentaciones (entre ellas una larga gira por América cuando ganó en 2007 el X Premio Alfaguara con la novela “Mira si yo te querré”) nos habla en esta entrevista de qué le supone el contacto con sus lectores.
─¿Qué significa para usted el contacto cercano con los lectores como el que puede producirse en presentaciones o Ferias del Libro?
Es una parte importante de este ciclo que es la publicación de un libro. Yo paso mucho tiempo, como todos, encerrado para escribir una novela, a veces años, sin relación con los lectores. Cuando el libro se publica uno tiene a veces la sensación de orfandad y llega incluso a dudar de que alguien lo vaya a leer. Las presentaciones y las ferias son como el cierre de ese ciclo que no tiene sentido sin los lectores. Si firmas un libro, al menos sabes que una persona lo ha leído, aunque no tiene por qué ser así.
─¿Qué le parece que la ciudad de Murcia desde hace unos años cuente con una Feria del Libro?
Pues es un avance muy importante. Las cosas han ido cambiando a mejor y esta nueva etapa de la Feria ya tiene poco que ver con los años anteriores que yo conocí. Por lo que yo he visto en las dos ocasiones en que he ido, está al nivel de muchas ciudades importantes. Y me consta que algunos editores se sorprenden cuando vienen aquí con los autores. Y cada año se supera
─Caravaca tiene una Feria del Libro ya consolidada, ¿qué cambia cuando son sus paisanos los que le piden que les firme un libro o comparten con usted qué les ha parecido?
Cambia bastante. Es como jugar en casa. Cuando he ido a la Feria de Caravaca siempre ha supuesto el reencuentro con mucha gente, que iba más allá de firmar un libro o intercambiar unas frases. Es una oportunidad de recordar dónde empezó todo. Muchas veces me hablan de aquel primer libro que publiqué allí en 1983 y que poca gente leyó, excepto los amigos caravaqueños y algún vecino.
─¿Qué papel juegan los libreros, bien en sus librerías, bien en las casetas de las ferias, para el éxito de un libro?
El librero siempre ha sido como el motor de esta parte industrial de la literatura, dicho en el mejor sentido. Ya he conocido a unos cuantos en estos años y siempre tienen el perfil de gente apasionada con su trabajo, que no buscan ser ricos sino hacer con cariño aquello que les apasiona. El librero, en cierta medida, puede hacer que un libro tenga más salida o que muera en las pilas de libros que se publican cada año y que a veces ni siquiera llegan a salir de las cajas por falta de espacio. Su criterio a la hora de seleccionar lo que llevan a las ferias o hacen visible en las librerías es determinante. Y, en contra de lo que muchos piensan, no siempre muestran lo que más vende.
─Usted, cuando ganó el premio Alfaguara con “Mira si yo te querré”, se embarcó en una gira promocional que le llevó de España a América, ¿cómo le resultó la experiencia?
Aquello fue una de las experiencias más impactantes de mi vida. Estuve en todos los países de habla hispana, excepto Honduras, y en algunos fui hasta tres veces, como México. Es difícil resumirlo en un párrafo. Aquel periplo habría dado para varios libros. Todavía hoy mantengo relación con algunos de los amigos que hice allí. Fue un año viajando de un sitio a otro, también por unos cuantos países de Europa. Cuando volví a España para intentar llevar una vida más o menos rutinaria, hubo momentos en que pensé que todo aquello lo había soñado. Me costaba trabajo pensar que había ocurrido de verdad.
─¿Guarda alguna anécdota o curiosidad de ese viaje o de algún otro acto donde haya firmado sus libros?
Sí, anécdotas muchas, casi todas divertidas. En cierta ocasión, en Perú, me contaron que en los alrededores de la Feria del Libro de Lima había gente que instalaba pequeños puestos callejeros para vender libros “piratas” de los autores que estaban firmando dentro. Me lo contó otro escritor y decidí darme una vuelta. Y allí estaba, entre otros, mi libro. El papel y la portada eran de peor calidad que el original, pero costaba una cuarta parte. Alguien me contó que los editaban en otro país y entraban por la frontera escondidos como la droga. Me costaba trabajo creerlo. Al parecer todos los autores lo tenían asumido. Le pregunté al librero por el precio del libro y le dije que yo era el autor. Y aquel hombre salió y me dio un abrazo. Me contó que gracias a mi libro había conseguido el dinero para cambiar el tejado de su casa. Y, claro, le dije que siguiera vendiéndolos por si podía cambiar el suelo. En aquella época yo tenía que cambiar el suelo de la cocina.
No podemos despedirnos sin preguntarle, ¿en qué está trabajando?
Acabo de terminar una novela juvenil, estoy terminando una obra de teatro y preparando una novela de adultos después de un par de años de documentación. Veremos a ver qué sale de todo esto.
