ANTONIO FERNÁNDEZ
Alguna gente del norte español piensa que en la Región de Murcia nunca nieva y que somos unos paletos. Ya lo decían los catalanes del Diecinueve cuando los pobres de nuestra tierra fueron allí a trabajar en algo que estaban totalmente desacostumbrados, que si fábricas y pijos. Esto se dijo en un artículo en el Diario de Barcelona el 28 de octubre de 1880. Dijeron de nosotros los catalanes que nuestra cultura era «verdaderamente rancia». Pues fíjate que yo creo que no puede haber algo más rancio que un cielo entumecido por el humo de las industrias, y no sé yo cómo vestían sus mujeres, que me da igual, pero a ver por qué tuvieron que meterse con las nuestras, que si estaban anticuadas y leches: «La mujer murciana no conoce toda esta serie de máquinas y modas, ni abandonó su traje; la mujer del pueblo murciano se pone su docena de sayas, pañuelico rimbombante y una florecilla en la cabeza». Y, cómo no, el acento murciano, que les chirriaba a los catalanes: «Un caballero no se permitirá nunca los diminutivos, estropeados, “chiquirritiquia”, “muchachiquia” y otros semejantes, que con extraordinaria profusión emplea el vulgo…y en algunos pueblos cualquiera de estos defectos se mira corno falta imperdonable».
Pues ha pasado más de un siglo y alguna guapa gente del norte de España sigue pensando que aquí se cultivan paletos, gandulones y machistas a porfía cuando ellos no saben ni situarnos en el mapa. “Una provincia de Andalucía”, escuché a una vasca hace poco. “Donde habláis mal”, dijo otra. Las dos iban con una melopea del cien, y menos mal, porque, joder, daría que pensar que en más de un siglo hayamos cambiado tan poco. ¿La generación mejor preparada de la historia de qué? Han tenido tiempo de estudiar geografía española desde el 1880 como para equivocarse ahora y decirnos a los murcianos que si somos una provincia de Andalucía. Entonces es mejor cerrar el pico porque se lía. El silencio, a veces, es una buena estrategia para hacer pensar al otro. Así que me callé y no les conté que en mi pueblo estábamos a 644 metros de altitud y nevaba en los inviernos. Tampoco le conté que tenemos las mejores primaveras del mundo y, por supuesto, no me molesté en explicarles que las murcianas son mucho más guapas que ellas. Agur.