Ya en la calle el nº 1041

Libros como este son antídoto contra el olvido

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Josefina Carreño Montoya.

   “El viaje hacia el olvido de Teófilo Fernández” de Jesús López García, es un libro en dos actos, dos escenarios que enmarcan, simbólicamente, hitos vitales del personaje.

   Un libro de madurez, donde el autor consigue consolidar un estilo personal, reconocible, una narrativa donde la forma es el fondo.  La voz del narrador se muestra como la de un buen amigo, un familiar respetado que, con autoridad no exenta de ternura, va construyendo un relato único, trufado de recuerdos, anécdotas o reflexiones sobre el devenir de las cosas y los afanes de la vida. Una introspección de final de trayecto, oteando desde lo más alto, los “valles, ribazos o torrenteras” que fueron conformando su paisaje personal.  Un registro, un estilo, aparentemente sencillo, que el autor ha consolidado como seña de identidad literaria.

   Y, como en sus anteriores publicaciones, este libro vuelve a enfrentarnos al reto de descubrir el alma de su personaje, el latir de sus ansias y las razones de sus determinaciones. El paisaje como gran protagonista, interlocutor de vida, forjador de heroicidades y ruindades; receptor de cuidados y agresiones. Un paisaje, por tanto, humanizado.

   Su lectura nos va adentrando en la vida del protagonista de manera que vas asimilándote a él, a sus historias y avatares, a sus pensamientos y dudas, descubriéndote inmersa en  tu propia historia personal y familiar. Pareciera que vas suplantándole, evocando otros nombres, espacios e historias propias, que podrían entrecruzarse con las narradas en un TIEMPO HISTÓRICO insoslayable. No es ficción, son hechos.

Así que el lector, la lectora, se ve rápidamente atrapada en el ansia de encontrar nuevos datos que ayuden a interpretar o a conocer tantos y tantos acontecimientos locales o comarcales que  nunca aparecieron en nuestros libros de texto y que seguimos necesitando.

   En “El viaje hacia el olvido..”, la voz de Teófilo Fernández es la que nos conduce. Si nos dejamos llevar, escuchándole como si se tratara del abuelo que no conocimos o que tristemente se envolvió en el silencio,  o del padre o madre a quienes no prestamos suficiente atención cuando evocaban sus “ batallitas de la guerra”, podemos dar rienda suelta a la emoción de rememorar nuestra propia historia. Porque es un libro que nos habla de un pasado cercano.  Y al que, a modo de enciclopedia, podremos acudir siempre que  necesitemos refrendar  datos  sobre el quehacer de las gentes que transitan por sus páginas, depositarios anónimos de una cultura milenaria.

   Sin duda, es un libro intergeneracional. Para los más mayores,  testigos del devenir de unos tiempos exageradamente acelerados (del arado romano a internet), un ejercicio de memoria y merecido reconocimiento. Para quienes, subidos a traspiés del desarrollismo y la modernidad, convivimos  juvenilmente con las novedades y modas con más o menos conciencia del mundo que se estaba desvaneciendo a nuestro lado, una expiación. Para los más jóvenes, un testimonio sobre la forma de vida de sus abuelos y abuelas; una fuente de aprendizaje donde acudir. Para todos, un libro imprescindible en nuestras bibliotecas.

  Una crónica del convulso siglo XX no sólo en estas tierras. Su rigurosa base documental, su descripción esmerada, serviría para trazar futuras guías de viaje o senderismo siguiendo las rutas del estraperlo, de los arrieros, de las sendas entre cortijadas, de las vías pecuarias y las cañadas,etc. Temas que fueron ya tratados en sus anteriores libros y que, en éste, toman verdadero protagonismo. 

   Tal vez pueda ser leído como un tratado de antropología, una cronología de hitos relevantes y acontecimientos que marcaron el trepidante siglo XX: desde la política hidraúlica, la guerra y la postguerra,  a la mecanización del campo y los transportes, el devenir de las ansiadas infraestructuras o los vaivenes en la implantación de los servicios públicos, la electrificación y las comunicaciones. Una introspección sentida sobre “el afán del vivir”.  Sobre las decisiones y actitudes con que enfrentamos la vida, como emboscados, activistas o guerrilleros; como estraperlistas o braceros; como la de quienes cojen la maleta y se marchan o como quien se queda ejerciendo de “guardián” de un pasado reverencial. El eco de generaciones resuena en este libro.

  No podemos dejar de prestar atención al  paisaje, principal protagonista. Un paisaje que se muestra como “sujeto” que sufre los cambios y las agresiones. Que calladamente nos habla, ofrece amparo, sustento y vida. O  que nos pide explicaciones sobre la violencia suicida que sufre. Un paisaje que conversa con su tiempo, que sustenta la identidad y la pertenencia.  O que, agredido, nos (le) abandona en la desmemoria, la depresión y el olvido.

   El “Viaje de Teófilo” es el de la emigración. La de ayer y la de hoy, la de siempre. La que protagonizaron,  y protagonizan, tantas personas obligadas a abandonar, primero temporalmente, finalmente con su familia y para siempre, la tierra que no sólo les vio nacer, sino que les dio sustento e identidad. Y muestra la resistencia a servidumbres, injustas aparcerías, expropiaciones e inundaciones de sus escasas tierras de labor para la construcción de pantanos,  sobreviviendo a las injusticias y abusos de poder, reclamando y ocupando antiguas tierras comunales, sin más respuesta que la represión y el desprecio,  yéndose siguiendo “los caminos entubados del agua”. De Huebras (Nerpio) a Cartagena, o a tantos otros lugares.

   El agua que recorre los entresijos de este “viaje”. Los secanos y los regadíos, las modificaciones de un territorio conocido, que va acrecentando el desconcierto del protagonista en el curso de su vida que, como el de las aguas, va siendo domesticada en  un proceso no exento de violencia. Desde un “imaginario” de campesino mítico, ancestral, en conversación continua con la Naturaleza hasta la condición de trabajador asalariado, vaciado de  toda épica, en escenarios como Cartagena, el Valle de Escombreras, Portmán, también transformados y violentados.

Este libro es más que un homenaje a los campesinos y campesinas, siempre olvidadas.  Es, tal vez y en definitiva,  un ensayo que nos abre la puerta a reflexiones y dilemas que vienen del pasado para repensar el presente. ¿Podemos reivindicar la conservación de la tradicional vida campesina  sin reconocer la injusticia, opresión y desigualdad en que se sustentaba?. ¿Encontramos en el pasado claves de presente para retomar una relación respetuosa con el territorio y sus recursos alejados de la lógica extractiva?. Y tantas otras.         

Así que, sin duda, es un reconocimiento al legado que hombres y mujeres labraron, generación tras generación, sobre usos y aprovechamiento, gastronomía y conservación de alimentos, prácticas agrícolas y ganaderas, rituales de paso, música y literatura oral,  formas de organización comunitaria, de filosofía de vida digna emancipada de la presión del consumismo, así como una oportunidad de tomar conciencia sobre nuestra responsabilidad para con ello.  

   Libros como este son antídoto contra el olvido y refuerzan la urdimbre de la tradición donde tejer la trama de un  presente posible que reconozca, en muchos de los  valores ancestrales, alternativas de resistencia personal y propuesta política.

  

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