Ya en la calle el nº 1041

Julia Casado, los vinos de una mujer luchadora en clave de Sol

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSÉ MARÍA EGEA SÁNCHEZ

Quedamos con Julia en una céntrica cafetería de Murcia para conocer un poco más de esta mujer hecha a sí misma que está irrumpiendo con paso firme en el panorama del vino de nuestra comarca, deseosos de conocer en profundidad sus proyectos, sus inquietudes y su trayectoria.

Julia llega a la cita con energía, el pelo recogido y pertrechada con un plumas para resguardarse de una noche que no hace justicia al cálido día que nos ha acompañado en esta primera semana de marzo. Sus manos teñidas de púrpura delatan su contacto directo, cercano y artesanal con el vino. Nos cuenta que estos días han sido de “trasiega” (proceso que consiste en separar del vino aquellas materias sólidas que se depositan en el fondo de los recipientes durante la fermentación), algo que realiza de manera artesanal y rudimentaria en su modesta bodega modular. Julia pide algo de comer con lo que nos deja conocer algo más de su persona. Es vegetariana y se pelea con la carta para poder seleccionar una tapa de su agrado, algo tristemente frecuente en los bares de Murcia.

Julia Casado
Julia Casado

Comenzamos.

Julia Casado Marco nace en La Arrixaca un 28 de septiembre de 1984. Tras pasar por varios colegios de la ciudad, a los diez años, desembarca en el barrio del Carmen donde pasará el resto de su etapa educativa en el colegio y el instituto del barrio. Tras esta etapa Julia inició un auténtico periplo de formación intelectual y personal que ha culminado en la persona segura de sí y con las ideas claras que tenemos delante.

Inicia la ingeniería técnica agrícola en Orihuela, antes de acabarla se traslada a Alemania para cursar estudios superiores de violonchelo, que compagina allí con unas prácticas Erasmusen una bodega alemana, en la región del Palatinado, una de las Denominaciones de Origen más importantes del país germano. Este será un momento clave en su vida, proveniente de una familia con nulo contacto con el mundo de la enología y el vino, como si de un flechazo se tratase, Julia conecta con la viña, con sus frutos y con el vino, riesling en este caso. Nos cuenta que el trabajo en la bodega no fue del todo ideal, teniendo que llevar a los labriegos polacos que trabajaban en la viña en una furgoneta de nueve plazas todos los días por aquellos caminos empinados del Palatinado. Sin duda experiencias que forjan personalidades como la de Julia, que sin embargo encuentra en este idilio su momento de relax y reconoce de pronto, en medio de esa primavera alemana, su verdadera vocación.

Posteriormente concluye con éxito los estudios de ingeniería técnica agrícola, violonchelo y enología, por el que recibe un premio extraordinario fin de carrera y con él bajo el brazo, se marcha a nada menos que Vega Sicilia a terminar de formarse. Mención especial merece una estancia de casi tres meses en Cuba donde adquiere conocimientos de agroecología y desarrollo sostenible que marcarán nuevamente su forma de entender el vino, la naturaleza y también la música y, ¿por qué no? La vida.

Argentina, Uruguay y varios destinos que como el cincel de un escultor van dando forma a su criterio para por fin en 2013 aterrizar en Jumilla donde trabaja en varias bodegas; aunque según nos cuenta, con un desempeño castrado en última instancia en lo que ella llama “enología de bata” y en el que no veía del todo satisfecha su inquietud de estar presente y dirigir todo el proceso, desde la viña hasta la copa.

Así que decide, en 2016, con escasos medios, con el apoyo de su madre Ángela y con un modesto crédito ICO, venir a las tierras de nuestra comarca para explorar nuestros agropaisajes y poder realizarse plenamente en la que es su pasión.

“La del terreno”, ya el nombre es toda una declaración de intenciones, ¿qué valor le das a las variedades autóctonas y las cepas antiguas en la elaboración de vino?.

Tanto en Jumilla, como en Bullas, la gente conoce así a la variedad Monastrell, como “la del terreno”. Es nuestra variedad local, la que mejor se ha adaptado a nuestra tierra y por tanto la más expresiva desde mi punto de vista. La Monastrell es delicada y diversa en nuestra región, en función de los distintos parajes y su tipología de suelos. Para mí es fundamental conocer y respetar el trabajo de tantas generaciones de viticultores de la zona en la que he elegido y donde tengo la suerte de poder trabajar. Ellos son los primeros que saben que no tiene sentido ponerle un gotero a una viña vieja y encima combinar eso con la tracción animal. Más que la foto promocional, que está muy bien, creo que para defender una zona hay que poner el énfasis en los conocimientos, coherencia agronómica y en la tipicidad, y en mi opinión eso pasa además de por el estudio, por la escucha de los viticultores locales que llevan muchos años trabajando sus parcelas y son quienes mejor las conocen.

Zona de elaboración
Zona de elaboración

¿En qué ha consistido tu colaboración con la Coop del Rosario?

Me propusieron hacer un vino para ellos y me dieron total libertad. Así que aproveché para vinificar unas parcelitas de garnacha del Valle del Aceniche a las que ya les había echado el ojo. Por lo visto nunca se habían elaborado por separado y me pareció interesante probar, así que propuse este vino siguiendo mi línea, sin aditivos, sin filtrar, seleccionando bien las uvas y teniendo total autonomía para su elaboración y comercialización. Estamos muy felices con Ninja de las Uvas, la primera garnacha que se embotella en Bullas y que se ha agotado en escasos 4 meses desde que salió a la venta.

¿Crees que existe unión entre los bodegueros o existen más palos en las ruedas que “hombro con hombro”?

En general en la Región adolecemos de un cierto “provincianismo fraticida”, que es una visión de la “competencia” un poco obsoleta. Cualquier ecólogo sabe que las estrategias de cooperación son mucho más exitosas que las de competencia; tener un objetivo común beneficioso para todos es algo que une y motiva. Creo que la mejor gestión de los equipos humanos se fundamenta necesariamente en estrategias cooperativas de beneficio mutuo. En mi caso, me gustaría contribuir en lo que pueda a que en nuestra zona se revitalice el gran patrimonio vitivinícola que tiene, porque hay mucha gente aquí trabajando y haciendo las cosas bien. Creo que para conseguir que funcione, más que la billetera, es importante llegar al corazón y sumar a todo el mundo. Tengo muy buena relación con los pequeños bodegueros como Pepa de Balcona, la bodega Monastrell, y por supuesto con el equipo de la Cooperativa del Rosario, a los que les tengo mucho aprecio.

Como mujer enóloga, ¿qué referentes tienes entre las figuras femeninas de la enología?

Para mí la referente desde hace años es Sara Pérez, del Priorato. Es filósofa y bióloga y tiene una sensibilidad y una forma de entender el oficio que me resulta completamente original e inspiradora, la admiro mucho y su ejemplo es una fuente de motivación para mí y creo que para toda una generación de mujeres del vino.

¿Qué dificultades has encontrado por ser mujer en el mundo de la elaboración y producción de vino?

En general cuesta mucho más que tu trabajo se tenga en cuenta y se mida con el mismo rasero.  También te encuentras con actitudes paternalistas o condescendientes de hombres que creen tener que explicarte cómo hacer tu trabajo o que piensan que “tu sola” -sin ellos- no puedes hacer nada. Resumiendo: que no siempre te tratan como a una igual, como a una compañera. Yo solo aspiro a eso: a que se me trate como una más. Pero hay ciertas dinámicas muy arraigadas en grupos de hombres y el sector del vino es uno de los más masculinizados. Sin embargo también tengo muy compañeros sensibles a esto y que establecen una relación profesional absolutamente respetuosa.

 Con tu perspectiva actual, ¿qué consejo te hubiera gustado que te diesen cuando empezabas?

Es uno de los mejores consejos que me han dado: conservar la pasión y la ilusión que te empujó al principio es lo fundamental, de lo contrario no tiene sentido porque es un trabajo muy duro y más aún partiendo de cero y autofinanciándome… A pesar de tener que atender “lo urgente” (papeleos, comercialización, viajes…) que a veces resulta tedioso, no apartar el foco de lo importante, de lo que realmente te motiva para dedicarte a esto.

Hay una frase que dice que “el vino es la única obra de arte que puede beberse”, ¿cuál de tus obras de arte elegirías para brindar en una ocasión especial, como es el día de la mujer?

Seguramente “La Cañada del Jinete”, porque fue un superviviente de la primera añada que elaboré en Bullas, en unas condiciones inverosímiles, y por alguna razón que descnozco consigue una expresividad y una belleza sorprendente. Me da igual si es mi vino o no, ese hecho es el que me emocion

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