Ya en la calle el nº 1041

I Centenario del fallecimiento del Padre Sala

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García
Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

El pasado 2 de abril se cumplió el primer centenario del fallecimiento de don Francisco Sala Nougarou, persona reconocida y respetada en su época, fundamentalmente por su labor en la Cofradía de la Stma. y Vera Cruz, de la que, tras haber sido Tesorero y Secretario de la Comisión de Festejos, fue Hermano Mayor y posiblemente también Hermano Mayor Honorario (así figura en su necrológica publicada en el “Heraldo de Caravaca” el 5 de abril de 1917).


Sacerdote de profesión, tuvo una carrera meritoria ocupando puestos de importancia como el Beneficiado la Catedral de Coria o una cátedra en el Seminario Conciliar de San Fulgencio, hasta su regreso a su ciudad natal en calidad de presbítero, donde mantuvo asimismo una gran actividad pública, añadiendo a lo ya citado la fundación de la Cámara Agrícola y la de la Caja de Ahorros, en la que desarrolló una manifiesta labor contra la usura y en favor de las familias humildes. No obstante, el hecho por el que ha pasado a la historia de nuestra ciudad es por ser el autor de una especie de reglamento de la Comisión de Festejos, en donde no solo recoge sus funciones y obligaciones, sino que incluye numerosas referencias acerca de la historia y desarrollo de nuestras fiestas, convirtiéndolo en un documento fundamental para el conocimiento de esta materia.
Según detalla en su introducción, fueron las dificultades advertidas en el desarrollo de sus funciones al frente de la Comisión de Festejos y el deseo de evitar problemas a sus futuros miembros los motivos que le determinaron a acometer este proyecto: “El fin que nos proponemos es, describir las obligaciones de todos y cada uno de los Señores que compongan la Comisión de festejos, y de cuyo cumplimiento resultará el orden y el concierto, la armonía y la caridad que ha de ser el lazo que una a todos los individuo”. El manuscrito se conserva en una colección particular, está compuesto de 69 hojas y dividido en dos partes, estando fechada la primera el 3 de diciembre de 1898. En esta misma colección figuran también otros documentos de este personaje, destacando entre ellos un libro de anotaciones contables referidas a la Banda de la Santa Cruz, de la que fue fundador y presidente.
Los registros de los gastos se inician el 31 de marzo de 1910 y los de los ingresos el 17 de junio de ese mismo año, concluyendo ambos el 26 de julio de 1913, lo que nos permite conocer su actividad durante este periodo de tiempo, así como sus honorarios, pues además de participar en las procesiones y actos propios de las festividades de la Cruz, la Banda intervenía en cualquier acto o espectáculo donde fuese requerida su presencia. Su tarifa variaba según el tipo de salida, exigiéndose en todos los casos el pago por adelantado: viáticos 25 pts., entierros 50, dianas 40, procesiones cortas 40, procesiones largas 60, funciones de circo 50, salidas especiales por la población 40, concierto o serenata 60, carnaval (solo 15 músicos) 25 y bailes en el casino 50. En cuanto a su participación en las festividades de la Cruz consigna dos salidas para la festividad del Triunfo de la Cruz 80 pts.; otras dos para la Exaltación, también 80 pts. y para la totalidad de las fiestas de mayo 750 ptas. mientras se estuviese pagando el instrumental y 750 una vez pagado, diferencia que se debía a que los instrumentos eran costeados por la Cofradía. Advirtiéndose que “cuando los músicos estén vestidos con el uniforme para alguna procesión, si alguna persona pide que se acompañe a alguna imagen con la Música, pagará diez pesetas, por traerla y llevarla a la su iglesia”.
Durante este tiempo participaron, entre otras, en las procesiones de la Virgen del Carmen “por el Barrio de la Corredera”, de San Francisco por “el Barrio de Larga”, la de la tarde del Jueves Santo, actualmente desaparecida, que salía de la iglesia de la Concepción, las dos del Viernes Santo, la de la fiesta de las Espigas de 1911 desde la iglesia del Carmen hasta el castillo, las del Corpus, la de la Congregación de la Cruz realizada alrededor del castillo y una rogativa con la Virgen de la Encarnación, además de los habituales conciertos en el real de la feria y las repetidas actuaciones del Circo de Casimiro Wolski en nuestra Plaza de Toros.
Conocido popularmente como “el Padre Sala”, nuestro protagonista falleció en su domicilio de la Cuesta de Don Álvaro el 2 de abril de 1917, a los 82 años de edad, de bronquitis aguda. Su sepelio constituyó una manifestación de duelo popular acudiendo “el pueblo en masa”, figurando en el cortejo “muchos pobres con cera encendida y lágrimas en los ojos”, todo el clero caravaqueño y el de los pueblos limítrofes y la Banda de la Stma. Cruz, “que se ofreció espontáneamente a acompañar por última vez a su antiguo Presidente y después Hermano mayor Honorario de la Cofradía de la Santísima Cruz”.

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