Ya en la calle el nº 1041

George Benson y Bobby McFerrin, fuera de abono por su marcada diferencia de caché, abren un Festival de Jazz de San Javier plagado de rutilantes estrellas

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

PEDRO ANTONIO HURTADO GARCÍA
Trece veladas que, como suele procurar la organización, un año más coinciden, mayoritariamente, con las jornadas de fines de semana, con el ánimo de hacerlo más asequible, atractivo y cómodo para los buenos aficionados que tienen que atender sus obligaciones laborales al día siguiente. Trece veladas que, en su mayoría, conforman un programa doble, en cada sesión, con tintes de espectáculo de mucho nivel, estrellas rutilantes del firmamento musical y uCartel anunciando a George Benson en San Javiern cartel, en definitiva, que muchos festivales de jazz quisieran poder exhibir con la maestría, lujo y brillantez con que lo hace “Jazz San Javier 2014” que, el pasado día 5 de Julio, levantó el telón con su primera sesión. Y… ¡¡¡menuda inauguración!!!. Nada más y nada mes que el genial, inigualable y siempre entrañable George Benson, a quien le precedieron, como teloneros, “Andreas Varady Trío”, un joven guitarrista seguidor de los dictados de Django Reinhardt, Wes Montgomery y el propio George Benson. De origen eslovaco, Andreas Varady, procedente de familia húngara de etnia gitana, nos ofreció una auténtica y magistral clase de guitarra a su corta edad (17 años cumplirá el día 24 de este mes de Julio), mientras que a la batería le acompañaba “un niño” al que doblaba en estatura el guitarrista y que no pasaría de los 14 años (quizás, algo menos), pero que percutía los cueros de gloriosa forma, completando el trío un bajista que, siendo un poquito más mayor, no dejaba de ser rabiosamente joven, aunque, en ese marco escénico, quedó convertido en “el abuelo” del trío. La interpretación, sensacional. La ejecución, insuperable. Y la sencillez, la nota dominante en algo sublime. Ha visitado grandes escenarios de relieve mundial y nuestra recomendación es la de tomar buena nota porque, sin duda, dará que hablar y tendrá hueco, seguro, en este complejo mundo del pentagrama en el que pisa con una inusitada fuerza.

George Benson como en su propia tierra
George Benson, una vez más, completa, con la última, cinco actuaciones en el Festival de Jazz de San Javier. La primera vez, me lo recomendó mi buen amigo, enamorado del jazz, Joaquín Cuenca. El resto, como es natural, me lo recomendé yo mismo, porque no hace falta ser muy entendido para identificarse con la música, la calidad interpretativa, el bagaje profesional y el respeto mundial que atesora este hombre que nunca sabes si te encandila más cuando toca la guitarra o cuando canta con esa inconfundible voz. Tras de sí, un grupo de seis músicos más, de impecable profesionalidad, como Stanley Banks, al bajo, quien, además y de qué forma, hacía sonar la cascabelería de la pandereta con su pie izquierdo. Un David Garfield, director musical que manejaba tres niveles de teclados de una forma asombrosamente sencilla y dirigía a unos músicos que poco necesitan para combinar las más oportunas notas y los mejores sonidos; Thom Hall, un discreto pero excelente pianista que manejaba, además, otros teclados; Michael O’Neill, guitarra y coros; Khri Parker, en la batería. ¡¡¡Menudo espectáculo nos ofreció en una intervención en solitario. Todo un fenómeno!!!. Y Lilliana de los Reyes, en la percusión latina y coros y a la que Benson invitó a cantar, con él, ocupando la primera línea escénica, ganándose la admiración y el aplauso de una audiencia complacida y entregada. “La leyenda viva de la música contemporánea y uno de los mejores guitarristas de la historia del jazz”, como se le reconoce en el folleto que facilita la organización, volvió a San Javier, la que ya considera su tierra, donde ha sido premiado, querido, reconocido y aplaudido de forma sistemática y convencida. Un lujo para el festival y para quienes, una vez más, quisimos tenerle cerca y presenciar la presentación de su nuevo disco titulado “Inspiration”, un tributo a Nat King Cole, pero regalándonos, igualmente, sus viejas, exitosas, imperecederas e imprescindibles canciones de siempre. Sin duda, sobresaliente.

La respetada opinión de Alberto Nieto, director, presentador y alma insustituible del importante festival marmenorense
Un festival que, en esta ocasión, está dedicado a Paco de Lucía, Mulgrew Miller y, con posterioridad y por su reciente fallecimiento, se ha ampliado a la memoria del genial y asiduo de Jazz San Javier, Jimmy Scott, tal como anunciara el director, presentador y alma insustituible del legendario ciclo marmenorense, Alberto Nieto, un hombre al que hay que escuchar, atender, considerar y respetar por su siempre valiosa y documentada opinión.

Michel Camilo no toca el piano, sencillamente “lo acaricia”
Michel Camilo Trío es un grupo compuesto por batería, contrabajo y piano que forman, respectivamente, Cliff Almond, Lincoln Goines y el propio Michel Camilo, quien, con sus cuatro premios Grammy, es un dominicano que triunfa en Estados Unidos, que se codea con los mejores del jazz, que es sencillo, como él mismo demuestra, que maneja el piano como una prolongación suya con el instrumento y al revés, ofreciéndonos un recital colmado de sonido y calidad y en el que presentaba las interpretaciones con correctísima y muy educada dicción, sin emplear tiempo adicional para nada que no fuera secarse el sudor de la frente, algo que, en determinado momento y porque la composición lo permitía, realizó cogiendo la toalla con la mano izquierda, mientras que, con la derecha, seguía “acariciando” el teclado del piano. Nos presentó un disco que está triunfando mundialmente, titulado “What’s Up?”, el que le ha otorgado el último de sus cuatro Grammy. Brillantísimo.

Resulta imposible cantar con el culto e incuestionable maestría con que lo hace el veterano y muy seguro de sí mismo Bobby McFerrin
Dicen que es el mejor cantante a capela del mundo y seguramente no se equivocan nada quienes así lo afirman. De Bobby McFerrin, todo el mundo esperaba su himno o canción más emblemática, la conocida “Don’t worry, be happy”, tema que, quizás, por no querer hallarse encorsetado en él, no interpretó, aunque se lo solicitaron en los “bises”. Demostró una capacidad interpretativa inconmensurable, golpeaba su pecho para establecer caja de resonancia en su interior, echó mano de sonidos guturales, juegos de labios, suaves ladridos, maullidos, gemidos y movimientos intensos de su cabeza para alcanzar la más lujosa forma de cantar e interpretar, esa que en pocas ocasiones tenemos oportunidad de disfrutar. Codiciado por los mejores artistas del mundo para grabar “duetos” y comprometido con la calidad musical por encima de todo, nos trajo una banda sensacional: Gil Goldstein (director musical, teclados y acordeón). David Mansfiel (guitarra National Resonator, mandolina violín y otras guitarras), Armand Hirsch (guitarras), Louis Cato (batería, cantante, percusión y guitarra), Jeff Carney (contrabajo) y, finalmente, su hija, Madison McFerrin, a quien no hace falta solicitarle “el D.N.I.” para asegurarnos de que lleva su sangre, que tiene su escuela y que se le adivina una impresionante carrera artística. Un lujo de espectáculo.

El piano de Lluís Coloma y el sonido de sus espectaculares metales
Lluís Coloma Septeto, con cuatro metales: David Pastor (trompeta), Jordi Prats (saxo alto), Dani Pérez (saxo tenor) y Jaume Badrenas (saxo barítono), forman junto a Marc Ruiz (batería), Manolo Germán (contrabajo) y el propio Lluís Coloma, una banda de jazz verdaderamente espectacular, pues sus interpretaciones, muy rítmicas y sonoras por los vientos o metales del conjunto, son de las que te levantan de la butaca y te hacen sentir y gozar. Este catalán, de Barcelona, con sus recientes 40 años, es todo un experto y consumado maestro que llena el escenario de vida, alegría, simpatía y buen hacer. Notablemente acertado.

Sencillamente sensacional Lucky Peterson
Y, en la misma sesión, el más prestigio artista de blues de nuestros tiempos y el auténtico maestro del órgano Hammond. Nada más y nada menos que Lucky Peterson, quien, por añadidura, también manejó un teclado Roland y su roja guitarra eléctrica con la que fue subiendo por los peldaños del aforo para tocarle al público más “a domicilio” que nadie suele hacerlo. Cantaba sin micrófono en las gradas (se le escuchaba muy bien, porque sabía aprovechar los silencios y los “pianos”) y, cuando pensábamos que se habría roto la voz, volvió al escenario y demostró, ante el micrófono, que la tenía más limpia y dispuesta que nunca. Le acompañaron Shaw Kellerman (guitarra), Tim Waites (bajo), Raúl Valdés (batería) y Marvin Hollie (teclados). Sensacional.
Seguiremos ofreciendo detalles del desarrollo de este interesante festival que confiere lujo a Murcia y honor a San Javier. Buenos días.

Pedro Antonio Hurtado García es Director de Zona de CAJAMURCIA-BMN en el Noroeste murciano

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