Ya en la calle el nº 1041

30 de mayo de 1822: Entierro del escultor Marcos Laborda

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García/(Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz)

El artículo de esta semana está dedicado a Marcos Laborda, destacado escultor e imaginero caravaqueño.

Virgen de las Angustias de Cehegin
Virgen de las Angustias de Cehegín

Bautizado con los nombres de Marcos Antonio Esteban de Laborda García, nuestro personaje nació en Caravaca el día 18 de junio de 1752, siendo sus padres Pedro León de Laborda y Juana García. La ceremonia de su bautismo tuvo lugar tres días después, el miércoles 21, oficiada por D. Mateo González, cura teniente de la Parroquial de El Salvador, actuando como padrinos Diego García y Juana de Navas, su abuela materna. De su vida se conocen muy pocos datos, salvo que tuvo 5 hermanos y que no contrajo matrimonio nunca. Tuvo una situación económica desahogada a lo largo de toda su vida, disponiendo de varias propiedades en la villa, entre ellas una casa en la calle del Colegio Viejo, que en 1783 arrendó al presbítero Ginés García. A partir del año 1800 incrementó notablemente su patrimonio adquiriendo diversas propiedades en Caravaca y Barranda.

Su trayectoria profesional es, igualmente, en gran parte desconocida, ya que han desaparecido parte de sus obras, mientras que otras son simples atribuciones, no pudiéndose demostrar documentalmente la autoría real de las mismas. Se inició en el arte de la escultura muy joven, siendo su primer maestro el también caravaqueño José López Pérez, que a su vez fue discípulo de Francisco Salzillo. También ha sido una opinión generalizada entre los historiadores su aprendizaje con el también discípulo de Salzillo Roque López, no descartándose la posibilidad de que pudiera asistir ocasionalmente al taller del propio Salzillo.

Los documentos más antiguos que conozco sobre su obra datan de 1783, cuando contaba 30 años, y se refieren a la realización de una imagen de San Blas por encargo de la Cofradía del mismo nombre para su sede, que estaba establecida en la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad. La obra se ejecutó «sin ajuste formal de cuanto se le habia de dar o satisfacer por su abilidad y trabajo, pero si se le consideraria con alguno mas premio, siempre y cuando saliese la efigie a gusto de la cofradía y que no se le habia dado mas cantidad de presente que ha de trescientos reales, todo lo cual lo exponia a esta cofradía para enterarla, y de que en este cabildo, general, resolviese lo que se le ha de satisfacer o pagar a dicho D. Marcos de Laborda que esta presente habiendo quedado convenidos, en que por la efigie, del santo se han de satisfacer nuevecientos y cincuenta reales.» En este documento Laborda aparece acreditado como “maestro estatuario”.

En 1785 hizo entrega de una escultura de Santa Bárbara realizada «para que se coloque en el nicho del altar colateral al trono donde se ostenta la Santísima Cruz en su templo, adorno de aquel altar y excitación de la devoción de los fieles» para el Santuario de la Stma. y Vera Cruz. La obra fue encargada por el concejo caravaqueño a finales de 1781, quedando ajustada en el precio de 1.100 reales, pero su resultado final fue tan satisfactorio que fue gratificado con otros 400 reales, «teniendo en considerazion la exactitud con que ha practicado dicha construccion y primor della».

Este mismo año de 1785 comenzó el grupo escultórico de la Virgen de las Angustias «a deboción de los fieles devotos de la billa de Ceegín» para la Cofradía de la Sangre de esa población, con quien continúa procesionando los días de jueves santo y viernes santo. Durante muchos años se atribuyó esta obra al escultor Roque López, pero durante la restauración llevada a cabo hace una década se descubrió una inscripción en la peana que indicaba el autor y la fecha de realización. Entre sus obras conocidas figuran asimismo un busto de la Dolorosa perteneciente al Hospicio de Santa Florentina de Murcia, la Virgen de los Dolores del Paso Morado de Lorca, una Virgen de las Angustias para la Iglesia de Santo Domingo de Mula y dos Vírgenes para la iglesia de San Diego de Lorca, una bajo la advocación de los Desamparados y otra del Carmen.

En 1809 trabajó en la terminación de varios altares y 7 crucifijos para la Catedral de Murcia y en 1816 reparó y restauró las imágenes de San Juan Nepomuceno y San Francisco de Borja de la iglesia parroquial de San Mateo de Lorca. De 1817 es el Niño Pastor, obra de pequeñas dimensiones que aúna «la tradición barroca salzillesca a la exquisitez del Rococó», que actualmente se puede contemplar en el Museo de Bellas Artes de Murcia. También de esta época de madurez es su Niño de Pasión, conservado y exhibido en el Museo Salzillo de Murcia.

Entre las obras que realizó para su ciudad natal figuran, además de las ya referidas una imagen de San Pascual Bailón y otra de San Antonio de Padua con el niño Jesús de tamaño natural originalmente creada para el convento de San Francisco, ambas actualmente en la iglesia parroquial de El Salvador.

Además de las mencionadas existen una serie de obras que se le atribuyen, algunas de ellas localizadas en diversas ciudades de la región como Lorca, Yecla y Caravaca. Entre estas últimas hay que citar la que para muchos es su obra maestra, El Prendimiento, conservada en la parroquial de El Salvador. Se trata de una talla de madera policromada, de tamaño natural, que el profesor Melendreras Gimeno en su excelente estudio “Los discípulos de Francisco Salzillo” describe de la siguiente forma: «nos lo muestra de pie, de bellísimo rostro, con mirada triste y ausente, muy al estilo salzillesco, pleno de dulzura y poesía. Porta una espléndida túnica morada, con riquísima estofa dorada a roleos. Junta sus manos de finísima anatomía, unidas a un bello cordel». Modernamente, algunos autores la atribuyen a Nicolás de Bussy, sin que se haya podido demostrar documentalmente, por lo que sigue siendo válida la tradicional asignación al imaginero caravaqueño. Como curiosidad se puede añadir que esta imagen viajó a Sevilla en 1929 para ser exhibida en la Exposición Iberoamericana celebrada ese año.

Otra de las obras que se atribuyen es el grupo escultórico de la Virgen de las Angustias conservado en la iglesia de El Salvador, que participa en la procesión del santo entierro en la noche del viernes santo caraqueño, llevada por la cofradía de los azules. En este caso también existe cierta discrepancia entre los historiadores, ya que algunos señalan de nuevo a Bussy como su autor, basándose en la notable diferencia de calidad entre esta y la ya reseñada de Cehegín. Los que siguen manteniendo la autoría de Marcos Laborda explican esta diferencia al tratarse la imagen de Cehegín casi de una obra de juventud realizada cuando tenía 33 años, mientras que la de Caravaca, de mucha mayor calidad y perfección, sería una obra de su última etapa, mucho más plena y madura. En cualquier caso, parece evidente su inspiración en la realizada por Francisco Salzillo para la iglesia de san Bartolomé de Murcia.

El último de los trabajos que se atribuyen es la Dolorosa, igualmente conservada en El Salvador de Caravaca, inspirada en obras de Salzillo y Roque López, «de soberbia expresión y bella policomía, con las manos abiertas y los ojos mirando al cielo».

Existe un documento de 1816 que detalla que en esa época vivía en el barrio de Mayrena, en una casa que tenía fachada a 3 calles, en compañía de uno de sus sobrinos, pues como ya se ha dicho permaneció soltero toda su vida. El 30 de marzo de 1822, sintiéndose enfermo, redactó su testamento ante el notario Josef Galindo, falleciendo de perlesía en los últimos días de mayo de ese año. Su entierro tuvo lugar el 30 de mayo en el Cementerio de la Parroquial de El Salvador (Cementerio Viejo) «con asistencia de la Cruz mayor, doze acompañados, misa y oficio».

La obra de Marcos Laborda, muy influenciada por Salzillo y Roque López, es muy apreciada por el mantenimiento de las formas barrocas, la pureza de las mismas y la calidad de sus carnaciones y acabados, siendo considerado, en palabras del proferor Sánchez Moreno como «el de más acento varonil de los imagineros de la escuela de Salzillo». A pesar de su acreditado reconocimiento artístico y de los indudables méritos de gran parte de su obra, no existe ninguna calle en Caravaca dedicada a este insigne imaginero.

 

 

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