Ya en la calle el nº 1041

12, 13 y 14 de marzo de 1876: Celebración en Caravaca de la finalización de la Tercera Guerra Carlista

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García
Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

La tercera guerra carlista se desarrolló en nuestro país entre 1872 y 1876, enfrentando a seguidores de Carlos de Borbón, pretendidamente Carlos VII, con los partidarios del orden constitucional, representados, según la época, en los gobiernos de Amadeo I, la I República y la reinstauración borbónica de manos de Alfonso XII.


El estado de guerra se declaró en Murcia el 29 de abril de 1872, detectándose a partir de entonces la aparición esporádica de partidas carlistas en el noroeste de la región, como es el caso de la existente en el término de Moratalla, concretamente en el Rincón de la Canal, en esas mismas fechas. La guerra afectó a muy pocos municipios, aunque la mayoría sufrieron la intranquilidad ante el peligro que suponían la aparición de partidas carlistas que, en muchas ocasiones, se movían libremente por todo el territorio.
El periódico “La Paz de Murcia”, en su edición del 15 de enero de 1873, informaba de la existencia de varias de estas partidas en la región, entre ellas una acampada en Moratalla, que tenía el propósito de dirigirse a nuestra población, donde el carlismo contaba con bastantes partidarios, desde la cual iniciaría una ofensiva por el resto del territorio murciano: “El jefe de la insurrección en aquella liberal provincia, parece, según nuestras acreditadas noticias, hallarse en el pueblo de Moratalla, e intenta un movimiento general, desde este pueblo hasta la ciudad de Caravaca, en donde los partidarios del Terso cuentan con bastantes adictos”. El apelativo “el Terso” era como despectivamente se apodaba al pretendiente carlista. La presencia de esta partida en la vecina Moratalla queda constatada en las actas capitulares de su ayuntamiento correspondientes al mes de abril de 1873. En julio hubo nuevos movimientos, afectando en esta ocasión a Calasparra, donde la partida de Roche intentó en 2 ocasiones asaltar la población, consiguiendo en la segunda de ellas apoderarse de 40.000 reales.
En septiembre de 1873 la atención se centró en Caravaca a donde parecía dirigirse una partida organizada en Almería. “La Iberia” informó el 19 de septiembre de dicho año de que “se encontraba ayer tarde entre Vélez-Blanco y Caravaca, perseguida muy de cerca por fuerza de la Guardia Civil”. Parece ser que la partida fue finalmente alcanzada por la Guardia Civil, que mantuvo un enfrentamiento con ella en las cercanías de Calasparra.
La acción llegó a Caravaca el 24 de octubre, con la llegada de la partida capitaneada por Aznar, una “partida facciosa, que, como se acostumbra en estos casos, se llevó el dinero de las cajas municipales, de los particulares, y soltó los presos de la cárcel”. Tras el saqueo y “cometer alguno que otro escesillo”, el piquete abandonó nuestra población, marchando a Moratalla en busca de refugio. Los abusos sufridos enfadaron enormemente a las autoridades municipales, que decretaron la imposición de una contribución general a los carlistas de la población “para cubrir los gastos que ocasionen la reparación de los destrozos causados por la Partida de Aznar durante su permanencia en esta Población el día 24 del actual en la Casa capitular, en la de algunos vecinos y autoridades republicanas como también los fondos sustraídos en las oficinas del Estado y para atender a los gastos que puedan ocurrir en adelante para el sostenimiento del orden público”.
El suceso de mayor significación de este conflicto en nuestra comarca tuvo lugar el 4 de noviembre de 1873 en El Sabinar, fecha en la que el Comandante César Portillo, al mando de un grupo de carabineros y 2 compañías del Regimiento Galicia 19, se enfrentó a los carlistas haciendo prisioneros a mas de 200, entre ellos varios de sus líderes, siendo todos trasladados a nuestra ciudad. La llegada del destacamento supuso todo un acontecimiento, siendo narrado con todo detalle en el diario “La Paz de Murcia” el 11 de noviembre: “A las dos de la mañana del día 7 entró la columna Portillo en Caravaca, conduciendo 222 prisioneros de la acción que el mismo dio en el Sabinar. El entusiasmo de la población fue indescriptible. Multitud de personas de todas clases y posiciones salieron a recibir a la columna a cuyo frente iba el simpático y valiente comandante Portillo, que en tan poco tiempo como lleva en esta provincia ha sabido conquistar un nombre envidiable y decoroso. La entrada en la población la anunció un repique general de campanas y el sonido de las bandas militares que alegraban tan fausto recibimiento. Vítores, coronas que se arrojaban a la tropa y toda clase de obsequios fue lo que hicieron los caravaqueños en honor de los campeones de la libertad que recibían en su pueblo”. Portillo recibió, por parte de uno de los mayores contribuyentes, el regalo de un bastón de concha como muestra de agradecimiento; asimismo, el éxito de esta acción determinó su ascenso al grado de Teniente coronel.
La guerra continuó hasta principios de 1876, si bien la situación en nuestra provincia fue bastante tranquila, aunque con algunas acciones puntuales de cierta relevancia, como las protagonizadas por la partida del jumillano Miguel Lozano, que en octubre de 1874 llegó hasta Moratalla. A nivel nacional, los triunfos del general Martínez Campos en Cataluña a fines de 1875, provocaron el fin del carlismo, concluyendo la contienda con la triunfal entrada del rey Alfonso XII en Bilbao el 28 de febrero del año siguiente.
Los éxitos y victorias del rey fueron conocidos en nuestra ciudad gracias a los comunicados del Gobierno Civil, por lo que el 1 de marzo de 1876, el ayuntamiento envió una felicitación al gobierno de la nación “por los sucesivos y recientes triunfos de nuestro vizarro Egercito contra los Carlistas”. El 3 de marzo el Ayuntamiento celebró una sesión extraordinaria, con el fin de confeccionar un programa de actos para solemnizar “la terminación de la Guerra Civil y los subcesivos triunfos de nuestro valiente egercito dirigido por S. M. el rey (Q.D.G.), que produjeron al fin la tan ansiada Paz”. Los festejos públicos se programaron para los días 12, 13 y 14 ese mes, instalándose en la Plaza el necesario tablado para las actuaciones musicales y el recinto para las corridas de novillos.
El primer día, sábado 12, hubo repique y volteo general de campanas con disparo de cohetes al amanecer anunciando el principio de los festejos. Por la mañana, a las 9, se celebró una solemne función religiosa de acción de gracias con Te Deum, encargándose del sermón el Arcipreste de la Parroquial, D. José María Caparrós, concurriendo a “estos actos religiosos la Municipalidad, autoridades y demas funcionarios públicos de la Población”. Por la tarde, corrida de vacas o novillos en la Plaza de la Constitución, amenizándose el acto por la recién creada Banda Municipal de Música de nuestra ciudad, como veíamos la semana pasada, que también actuó esa misma noche “desde el toque de animas” en la Plaza ofreciendo “una brillante serenata”.
El día 13, domingo, hubo también cohetes y repique de campanas en la madrugada. A las 10 de la mañana se celebró un desfile cívico por las calles mas principales, en el que se trasladó un retrato del rey “conducido en Carro Triunfal”. A este acto también asistieron las autoridades, funcionarios, guardia civil “y demás ciudadanos que gusten concurrir” y por la tarde, otra corrida de novillos en la Plaza.
Los festejos concluyeron el lunes 14, comenzando ese día, al igual que los anteriores, con repique y volteo de campanas y disparo de cohetes. A medio día, se repartió una “abundante comida entre los pobres” por los concejales del ayuntamiento. Por la tarde hubo festejos populares en la Plaza, entre ellos una enorme cucaña y “otros obgetos que distraigan la atención pública”, amenizados también por la banda de música. Por la noche, “se dará fin a los festejos con variada y escogida Serenata en la Plaza”. Para dar mayor “realce y ostentación” a las celebraciones, se invitó a los gremios de la ciudad a que participasen instalando cada uno de ellos “los objetos de recreo publico que tengan por conveniente”. Asimismo, se ordenó que durante los 3 días de celebraciones “se adornaran con colgaduras los balcones del vecindario, iluminándose por las noches la fachada del Edificio Consistorial, con las demás de la ciudad, a que indudablemente se presta con gusto una Población que tantas pruebas tiene dadas de patriotismo y lealtad”.
Para la organización del completo programa se organizaron 3 comisiones, disponiéndose para costearlo la formalización del “oportuno presupuesto adicional, con aplicación a sobrantes del presupuesto municipal en egercicio”.

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