Ya en la calle el nº 1041

1 de febrero de 1725: Osario de Nª. Sª. de la Concepción

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García/Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

Los testimonios sobre los cementerios en Caravaca se remontan a la Edad Media, época en la que los enterramientos se efectuaban en las iglesias o en camposantos inmediatos a ellas. Las primeras noticias se refieren a la primitiva iglesia parroquial del Salvador ubicada en el lugar donde actualmente está la de la Soledad, realizándose en criptas en el subsuelo, de lo que dan fe varios testamentos de la época. Además parece ser que también contaba con un camposanto o cementerio descubierto, según se deduce del contenido de un documento fechado en 1403 en el que textualmente se dice “estando juntados en concejo general el Concejo justicia, e Regidores, e escuderos, oficiales e omes buenos de la dicha villa de Carabaca en el cementerio dela Iglesia de Señor S. Saluador dela dicha villa, según que lo han de vso e costumbre de lo fazer”. El mayor problema era su capacidad, ya que con el tiempo llegaba a agotarse, por lo que para disponer de espacio para nuevos enterramientos periódicamente se extraían los restos más antiguos trasladándose a un osario. Sin embargo este iglesia no dispuso de uno hasta 1549, en que los visitadores de la Orden de Santiago ordenaron su construcción utilizando un corral contiguo al templo al que se accedía por una puerta abierta en una de sus capillas: “y en el dicho corral hagan su osario donde se hechen los huesos de los difuntos, porque por no auer auido donde se hechen, muchas vezes los hallan por las calles”.

En 1536 comenzó la construcción de la nueva iglesia parroquial pero no sería hasta 1573 en que se produciría el traslado a la misma, inaugurándose el 27 de diciembre de ese año. A partir de esta fecha comenzarían los enterramientos tanto bajo el pavimento de la nave central como de las capillas, donde recibían sepultura sus propietarios y familiares. Entre los ingresos de la iglesia figuraban los derechos de enterramientos. En 1582, se produjo un aumento en los precios de los mismos pasando la sepultura de personas adultas de costar dos reales a dos reales y medio y la de niños de medio real a uno. Contaba con un osario situado junto a la puerta principal, que ya en 1663 estaba totalmente lleno, llegando incluso a reventar la pared. Los enterramientos también tenían lugar en otros templos existentes en la población, entre ellos la ermita de Nª. Sª. de la Concepción que además de criptas bajo el suelo contó también durante algún tiempo con un cementerio descubierto cuya historia es prácticamente desconocida debido a la escasa documentación al respecto.

Los únicos testimonios conocidos están fechados en 1802, momento en el que las autoridades municipales habían prohibido los enterramientos en todas las iglesias y ermitas de la villa, excepto en el camposanto de Nª. S. de la Concepción, ya que no se había concluido aún el nuevo cementerio: “Que por ningun respeto se entierre cadáver alguno dentro de los templos desde el dia de oy; y si se practique delos que fallecieren en el Pueblo, de interin y hasta tanto que se vendice el sitio del Cementerio que se ha de construir, en el Campo Santo del Hospital de la Conzepcion”. Este decreto fue comunicado al hermano mayor de la Cofradía de la Purísima Concepción, describiéndose en esa ocasión el lugar como “el Campo Santo del Hospital existente enla casa propia de dicha Cofradia”, y también al enterrador: “sele haga saber a Blas Ferrer sepulturero publico, se abstenga en un todo de enterrar cadáver alguno enlos templos y hermitas, y si unicamente enel Campo Santo del Hospital dela Concepción y San Juan de Letran”. La epidemia de fiebres tercianas que afectó en ese año a la población de Caravaca agravó el problema, puesto que el número de fallecimientos aumentó enormemente, por lo que el Concejo solicitó un informe “a los tres médicos de este Pueblo, D. Rafael Soriano, que lo es titular, Don Pedro Salinas y Don Camilo Molina” sobre la conveniencia de seguir utilizándolo, dictaminando que “se sepulte en dicho Camposanto con la prevencion de formar un foso, o fosos que al menos tenga diez varas de profundidad, y que sucesivamente se cubran de cal los Cadáveres que ael se arrojen”.

He intentado averiguar su origen, pero las únicas noticias anteriores que he encontrado se refieren a la formación de un osario y a los consiguientes traslados de restos. Sin embargo creo, y esto es solo una posibilidad, que el cementerio surgió como ampliación del osario mandado formar en 1725. En el Archivo de la Parroquia de El Salvador, inserto en el Libro de Bautismos correspondiente a los años 1724-1734, se conserva el testimonio fechado el 1 de febrero de 1725 de su creación y bendición; se trata de un documento muy interesante ya que nos permite conocer algunas partes del curioso ritual seguido en su bendición.

La razón de este osario la encontramos en el hecho de que en esos momentos la capacidad de enterramientos de la parroquial del Salvador estaba agotada e igualmente la de los osarios existentes, por lo que decidieron “se formase vn hosario en el sitio dela zerca de la hermita y Hospital de Nuestra Señora dela Concepción a espaldas del presbiterio” para poder extraer parte de los restos dejando así espacio para los próximos difuntos. La bendición tuvo lugar los días 13 y 14 de enero por el vicario don Andres Suarez : “se mando hazer la bendición que por el ceremonial se prebiene, para lo qual la tarde de dicho dia paso a dicho sitio y fijo ene. Vna Cruz, y vn poco mas delante vn palo con tres puntas clabadas en el a forma de triangulo, y en el dia catorze por la mañana bolbio a el acompañado de diferentes sacerdotes y hauiendose rebestido según lo dispuesto por dicho Ceremonial hizo la referida bendizion”. A continuación comenzó el traslado de los restos, que continuó durante el día siguiente, en el que tuvo lugar una procesión con la participación de todos las autoridades civiles y religiosas, así como todos los eclesiasticos y cofradías de la villa “llebando en vna caja algunos huesos desde dicha Parroquial a dicha hermita”. Al llegar se ofició una misa cantada con sermón y tras su finalización se llevó la caja al nuevo osario, donde fue depositada junto a los demás restos, regresando a continuación el cortejo a la parroquial.

Otro caso similar lo encontramos en el año 1766, en que nuevamente volvieron a trasladarse huesos del osario de la parroquial al de la Concepción para dejar espacio libre. Este traslado concluyó el 9 de junio con una procesión entre ambos templos en la que participaron “el Señor Vicario, y cura propio, del hauito de Santiago y los eclesiasticos de dicha Parroquial con todos los distintibos, que usan enlos actos de Cofradía de Señor San Pedro, y acompañaron tambien las Cofradías de tercera orden, la de la Presentacion, y Carmen, y lleuando todos Luzes”, celebrándose a la llegada una solemne ceremonia con vigilia, misa y oficio de sepultura presidida por el vicario D. Ignacio José del Guzmán.

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