Giulio Consoli
El Monte Testaccio es una pequeña colina artificial en Roma. Su nombre viene del latín “Mons Tesctaceus” que significa “Monte de las vasijas”, porque era utilizado como vertero por los romanos, que tiraban allí las ánforas que trasportaban productos alimenticios de todo el Mediterráneo, sobre todo de la región Bética, situada en el sur de España. Hoy en día el monte se ha convertido en un importantísimo archivo que nos ayudará a entender más de la historia de España y de Italia en la época clásica.
La estructura, que por su importancia ya era conocida también por el escritor español Miguel de Cervantes, que la cita en la novela “El licenciado Vidreira” , publicada en la colección “Novelas ejemplares” en el 1613, empezó a formarse en el siglo I a.C.
Desde hace aquel período hasta la mitad del III siglo d.C. el monte ha recogido ánforas por un total de 26 millones, de las cuales la mayoría, un 80-85%, procedían de la Bética, la actual Andalucía. De todos los productos los más frecuentes eran al aceite de oliva, el vino, y el garum, una pasta de pescado crudo en salazón cuya pestilencia era notoria.
En la Edad Media el lugar fue utilizado por muchas cosas, como el Carnaval, la Via Crucis y de las “Ottombrate”, fiestas típicas romanas de este periodo. En 1881, cuando Roma ya no formaba parte de los Estados Pontificios sino de Italia, empezaron algunas excavaciones por el arqueólogo alemán Heinrich Dressel .
Los productos que habían contenido las ánforas, esto es, el aceite, el vino y garum, venían, como he dicho de España. El garum, en español garo, es una salsa de pescado preparada con vísceras fermentadas de pescado. Su nombre deriva del griego “γαρον” , que era el nombre del pescado utilizado para la preparación. Se empleaba para condimentar o acompañar comidas, o también en medicina y cosmética.
La conexión entre Italia y España empezó con la fundación de Italica, la primera ciudad Romana en fundada en España, por Escipión el Africano en 206 a.C . durante la Segunda guerra púnica (218-201 a.C.).
Las excavaciones en el Monte Testaccio empezaron en 1989 y siguen todavía hoy, conducidas por el arqueólogo José Remesal. Los trabajos han permitido descubrir 1 millón de trocitos de ánforas y 43000 sellos, que nos han ayudado a entender la procedencia de las ánforas y de sus productores. Gracias a este estudio podremos saber en el futuro muchas más cosas de las dinámicas políticas, sociales y económicas entre España e Italia en la época Romana.