Ya en la calle el nº 1041

Shingeki no Covid

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

José Marqué

El final de Ataque a los Titanes (Shingeki no Kyojin) llegará antes de que acabe 2020. Violenta, emocionante, con un estilo de dibujo algo sucio y personajes a los que cuesta coger cariño, se ha convertido en una de las series más exitosas de la última década. Pero si hay un motivo por el que os quiero hablar de ella, es porque he empezado a leerla desde el principio y he notado que el paralelismo con la situación que estamos viviendo es impecable. Os ilustro. La humanidad se confina tras un muro para protegerse de los titanes, un enemigo del que se conoce poco o nada. Los titanes matan y da miedo. Suficiente como para saber que debemos estar alerta y tener cuidado. Pese a las medidas tomadas, los colosos logran [¡Sorpresa!] pasar los muros y extender el pánico. Mientras tanto, los humanos, en lugar de unirse para trazar un plan que pueda salvarlos a todos, se dedican a pelearse entre ellos. Esperad, que eso no es todo. A lo largo de los capítulos nos topamos con religiosos que insisten en lo del «chís», oportunistas que aseguran que es el mejor momento para instaurar una república y monárquicos que se limitan a gritar: «¡Viva el Rey!». Fantasiosa es. Cercana a nosotros, también. Así como en marzo recomendaba La peste de Camus o La enfermedad y sus metáforas de Susan Sontag, ahora aconsejo leer Ataque a los titanes.

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