José Antonio Melgares Guerrero/Cronista Oficial de la región de Murcia, de Caravaca y de la Vera Cruz.
La XXXVI edición de la Fiesta de las Cuadrillas el 26 de enero actual, coincide con el quincuagésimo aniversario de la inauguración
de la iglesia parroquial de Barranda, bendecida por el obispo Ramón Sanahuja y Marcé el día uno de febrero de 1964, en presencia del alcalde de Caravaca Amancio Marsilla Marín, del juez de instrucción José María González Templado, del capitán de la Guardia Civil Cristóbal Gracia y de los concejales Juan Montoya Rico y Feliciano Morenilla Martínez-Carrasco junto al pedáneo local y cientos de vecinos que participaron en el acto, sin duda el de mayor esplendor litúrgico que nunca ha habido en la localidad, ni antes ni después de aquel.
Del viejo templo, de carácter inartístico, pequeñas dimensiones y semi ruinoso tenemos noticias documentales desde 1595, fecha en que los vecinos Alonso Sánchez y Juan Ferrer fundaron y dotaron a sus expensas una ermita bajo la advocación de Ntra. Señora de los Remedios, dejando parte de las rentas de sus bienes rústicos para pagar al capellán de la misma quien, en adelante cuidaría espiritualmente de la feligresía. El primitivo templo se amplió en 1705 con los bienes de Rodrigo de Robles y otros labradores del partido, y se dotó de dos campanas que, según recuerda el P. Juan Fernández Marín eran conocidas entre el pueblo como la Grande y la Chica.
La primera noticia sobre el cambio de advocación, siendo ésta ya la Virgen de la Candelaria, es de 1782, cuando Matías Ignacio López, que vivía frente al templo, declaró en su testamento deber la cantidad de cien reales a la Virgen, que sus herederos habrían de pagar.
La siguiente noticia documental alusiva al templo que nos ocupa es de 1790, cuando los vecinos se negaron a aceptar ciertos privilegios que hacían valer los descendientes de los fundadores, tema al que se refirió María Amparo Martínez Cuadrado en la Revista de Fiestas de la Cruz de Caravaca en 1990 con el título El Cisma de Barranda.
Hasta aquí la documentación que obra en mi poder sobre aquel primitivo templo, a todas luces inservible, que en los años cincuenta el cura párroco D. Juan Valverde decidió demoler y construir uno nuevo en lugar más apropiado y capaz para albergar dignamente a la población barrandera.
Valverde no pudo ver concluida la obra durante su estancia en la localidad como párroco, cuyos planos y proyectos inicial y de ejecución fueron encargados al arquitecto Enrique Sancho Ruano, quien también fue el director facultativo de la obra, asistido por el aparejador Antonio Sevilla Llorca. Las dificultades económicas para la erección del nuevo inmueble fueron tantas, que las obras se demoraron en exceso, hasta verse concluidas en tiempos del sucesor de aquel D. Luís Martínez Sánchez, quien encargó las vidrieras y la decoración exterior e interior de azulejería, al pintor muralista de Espinardo Antonio Hernández Carpe.
Al arquitecto Enrique Sancho Ruano se deben también, edificios como el antiguo Palacio de la Diputación Provincial Provincial en la Avda. Teniente Flomesta de Murcia (hoy sede de la Consejería de Economía y Hacienda), el Complejo de Espinardo, el Hospital Siquiátrica de El Palmar y el monasterio de Monjas Verónicas de Aljezares, entre otros. A Hernández Carpe las pinturas murales de la Casa de la Cultura y del Hospital Provincial de Murcia (hoy en paradero desconocido).
Por fin, el templo estuvo dispuesto para su bendición e inauguración, lo que tuvo lugar, como se ha dicho, el día uno de febrero de 1964, víspera de la fiesta anual de la Patrona. La ceremonia de bendición la ofició, como también se ha dicho, el obispo diocesano D. Ramón Sanahuja y Marcé, siguiendo a la misma una misa de pontifical en la que actuó como presbítero asistente el arcipreste de Caravaca y párroco de El Salvador D. José Barquero Cascales y como diáconos de honor D. Juan Valverde Belmonte y D. Luís Martínez Sánchez. La parte musical corrió a cargo del coro del Colegio Seráfico de Cehegín.
El resto del ajuar del templo se fue completando posteriormente. Asi, la imagen de la Virgen que preside el templo, se encargo al escultor murciano José Hernández Cano (de tres metros de altura), y fue bendecida por el Vicario General de la Diócesis D. Pedro Pérez García el uno de febrero del año siguiente 1965, tras la procesión desde el cercano caserío donde fue depositada por el escultor, hasta el nuevo templo. La mesa de altar fue consagrada por el citado Vicario General el uno de febrero de 1966, habiendo sido fabricada, al igual que las pilas del agua bendita, en mármol travertino y rojo-alicante respectivamente, por el marmolista también de Espinardo Enrique López.
El muralista Hernández Carpe, una vez finalizado el templo, regaló al párroco los bocetos de sus dibujos (friso de la entrada, cuatro evangelistas del atrio, catorce estaciones del Via-Crucis y S. Juan Bautista del baptisterio), para que fueran subastados entre las gentes de Barranda y contribuir así al pago de las cuantiosas deudas pendientes. Sin embargo, nadie se interesó por los mismos, por lo que la subasta no llegó a celebrarse nunca.
Cuando los cuadrilleros y asistentes a la Fiesta, participen en la Misa con la que el último domingo de enero (este año el día 26), dará comienzo la XXXVI edición de la misma, todos estaremos celebrando, tácita u ostensiblemente, el medio siglo del inmueble religioso que nos acoge. Un edificio de líneas estructurales y estilísticas propias del Funcionalismo entonces imperante que, sin duda alguna, merece una especial atención en la Historia del Arte Murciano.
