Ana Fernández (Candidata nº 1 de Vecinos por Bullas)
Últimamente he oído o leído, muchas veces, la expresión “nueva política” en un tono despectivo, ridiculizándola, dando a entender que está vacía de significado, o que es peor que “la vieja política”. Suele ser para desacreditar a alguno de los partidos o las agrupaciones que se presentan por primera vez a las próximas elecciones, sobre todo cuando meten la pata en algo, con ese tono burlón: ¡ya veis, nueva política!
Para mí está claro lo que es, o lo que debería ser, la nueva política. No sólo debe cambiar la forma: que sea un grupo el que habla y no el que escucha al líder, que la gente se comporte y hable con normalidad, no como si hubieran aprendido todos el mismo manual, que se discuta con argumentos, no con ataques personales…sino, más importante aún, debe cambiar el fondo. El contenido de la nueva política debe ser estar cerca de los ciudadanos, contar con ellos, decidir con ellos, y no mentirles. No mentir para hacer negocio a su costa, por supuesto, pero tampoco mentir para conseguir ni un solo voto. Abandonar definitivamente ese lenguaje que dice una cosa para decir exactamente lo contrario.
Para que esta nueva política sea posible, me temo que es necesario también un cambio en la sociedad. Tienen que ser los ciudadanos los que demanden y apoyen la nueva política, los que prefieran la verdad aunque no sea tan bonita, los que comprendan que nadie tiene las soluciones mágicas sino que habrá que buscarlas entre todos, los que no sucumban al pan para hoy y hambre para mañana. Y no es fácil. Porque hay que acostumbrarse a pensar de otra manera, y porque corren tiempos malos de desesperación y desengaño. Además de que muchos que harán todo lo posible para que nada cambie, así les va muy bien.
Por último, me parece que una parte de la sociedad que juega un papel crucial en todo esto son los medios de comunicación. Los periodistas. Hacen falta periodistas que se atrevan a contar las cosas de otra manera, a hacer otras preguntas, a escuchar otras respuestas. Periodistas que vean un acto demagógico en un político y no exijan la misma demagogia a los demás. Que no esperen las reacciones típicas. Que no inventen noticias absurdas para tapar las verdaderas noticias. Los medios que les pagan y los políticos tendrían que respetar la independencia de estos periodistas. Tampoco es fácil.
Sé que es muy ambicioso lo que digo. A algunos podrá parecerles ciencia ficción. Otros lo vemos como algo necesario, y el único camino posible.
