Ya en la calle el nº 1041

Ginés García Andréu

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSÉ ANTONIO MELGARES
Otro de los que dieron el paso al frente a la hora del comienzo de la construcción de la actual democracia en Caravaca, en este caso desde las filas del Partido Socialista, en cuya organización fue uno de los punteros cuando los partidos políticos iniciaron su andadura municipal a partir de 1979, fue Ginés García Andréu, candidato a la alcaldía local en dos ocasiones y comprometido activamente en la defensa de los intereses caravaqueños desde su propia sensibilidad política.


Ginés vino al mundo en octubre de 1920 en el popular barrio del Hoyo de Caravaca, donde habían establecido el domicilio familiar sus padres Francisco García y Asunción Andréu (ésta de la conocida familia de los Molineros), y donde también nació su hermano menor, Antonio (popular y cariñosamente conocido como el Cañota). Posteriormente la unidad familiar trasladó el domicilio a la Cuesta de la Simona donde Ginés vivió hasta que, pasado el tiempo, fundó su propia familia.
Se libró de la guerra civil gracias a un casual desmayo sufrido en los reconocimientos médicos previos a su incorporación a filas, e hizo el servicio militar en el cuartel de artillería de Murcia.
En 1948 contrajo matrimonio, en Orán donde estaba exilada la familia de su novia, con María Martínez-Reina Medina, con quien trajo al mundo a sus cinco hijos: Paco, Antonio, Chón, Ginés y Loli, estableciendo el domicilio familiar primero en la Cuesta de D. Álvaro y, posteriormente en otros lugares como el Jardinico, la Plaza Nueva, Gregorio Javier y Ascensión Rosell.
Al licenciarse del servicio militar montó una fábrica de materiales para la construcción en el barrio de la Estación, lugar en donde lo buscó la empresa automovilística Renault cuando aquella pensó abrir concesión en Caravaca. La falta de disponibilidad del espacio adecuado y de la infraestructura necesaria, motivó que la empresa francesa pusiera la marca en manos de los populares “Eliseos”, los hermanos Eliseo, Ángel y Reyes, entrando él a formar parte de la plantilla de empleados, en la que fue persona de confianza y jefe de contabilidad hasta su jubilación.
Como recordará el lector entrado en años, la Renault se ubicó primero en la Gran Vía, posteriormente en la carretera de Granada y, finalmente en la de Murcia donde se encuentra en la actualidad. Allí coincidió Ginés con otros empleados como Felicidad (hermana de los Eliseos), Solita Navarro Sánchez, Pascual Sánchez Peñalver, Juan Montiel Vila y Caro (que era el jefe de taller), entre otros.
Simultáneamente a su trabajo en la Renault, Ginés trabajó para la empresa aseguradora Mutua General de Seguros, llegando a contar con una abultada cartera de asegurados en Caravaca y pueblos de su entorno geográfico, contando con la predilección, sobre todo, de cuantos durante años optaron por adquirir el conocido modelo de coches de aquella marca conocido como el R-6.
Interesado por la política activa desde su época estudiantil, en 1975 se afilió al Partido Socialista Popular (PSP) que fundó y lideró durante años Enrique Tierno Galván, hasta su integración en el PSOE, participando como cabeza de lista por este partido en las primeras elecciones municipales de la democracia, en las que fue elegido concejal junto a otros como Bernardo Martínez (el Bolilla), Pedro Guerrero Gironés (Capote), Fernando Cantó y Juan Sola (el Monecillo) entre otros, repitiendo como cabeza de lista también, en las municipales de 1983, en las que el PSOE local fue votado por 2.443 personas, lo que permitió obtener cinco concejales de los veintiuno que integraban la Corporación. Junto a Ginés estuvieron en aquella ocasión en el Ayuntamiento José Luís Martínez-Carrasco Pajarón, Juan Montiel Vila, Bruno Cesar Portillo Botía y Francisco Medina Marín (Paco Liceo), elecciones en las que Juan Montiel obtuvo escaño en la Asamblea Regional de Cartagena por la circunscripción de la comarca Noroeste. Tras aquellas elecciones, en junio siguiente Ginés dejó la Secretaría General del Partido en Caravaca, dando paso a una nueva generación de políticos jóvenes quienes, al frente de su hijo Antonio y con Juan Montiel y otros, obtuvieron la alcaldía y el gobierno municipal en las siguientes elecciones celebradas en 1987.
En 1984, aunque en lugar testimonial de la lista, fue candidato por su partido en las Elecciones Generales, coincidiendo con José Bono en mítines organizados en pueblos de la provincia de Albacete; y a partir de 1987 abandonó la política activa aunque siempre permaneció en una discreta segunda fila de la misma mientras las fuerzas físicas se lo permitieron.
Operado de corazón en el Hospital de la Princesa de Madrid, le acechó muy de cerca el Parkinson y, tras una fractura de cadera, de la que le sobrevino una trombosis, falleció el 13 de junio de 2008.
Trabajador incansable y generoso hasta el límite de su capacidad, le preocupó siempre el estado de las pedanías del campo y de los barrios más deprimidos de la ciudad. Participó activamente en la sociedad Círculo Mercantil, en el Club La Loma y en la directiva del bando de los Caballos del Vino en la época en que, en el seno del mismo, comenzó a celebrarse el Arroz del dos de mayo en el Hoyo, y el certamen de Migas cada 30 de abril. Fue presidente del entonces denominado Hogar del Pensionista y de una asociación para el tiempo libre de los mayores, que él mismo fundó y que tenía sus reuniones en una cochera de la C. Ascensión Rosell.
Asiduo lector y aficionado a escribir poesía, reunió su producción poética en un volumen que no se llegó nunca a publicar. Ordenado y creativo en extremo, compartió entrañable amistad con Paco Pim, Bernardo el Bolilla, Virgilio Torrecilla y Rosendo Capote entre otros, con quienes le unía la afición al fútbol local, los toros en TV y los viajes de IMSERSO.
A pesar del tiempo transcurrido desde su muerte, su recuerdo permanece, y no sólo entre quienes (como él mismo) se empeñaron en la consecución de las libertades, tras el largo periodo de carencia de aquellas, sino también entre los que admiramos a los forjadores de la Caravaca actual, de cuya mano llegó el tiempo en que vivimos.

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