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Nos guste o no, el DISEÑO ha adquirido una importancia superlativa en el éxito o fracaso de una empresa.
Vivimos en una sociedad saturada de ofertas, de productos y de servicios similares, por lo que debemos generar un estímulo diferente si queremos llegar al cliente. Son muchas las ocasiones en que el único contacto que tiene nuestro cliente potencial con nuestra empresa es una página web, folletos, catálogos, flyer… por lo que se debe cuidar al máximo la imagen de nuestra empresa. Generar una línea de comunicación atractiva, cuidada y que inspire confianza, para que ese primer contacto de nuestro potencial cliente con nuestra empresa no sea el último.
Podríamos agrupar las empresas según el empleo que hacen del DISEÑO.
En primer lugar, nos encontramos con empresas SIN DISEÑO. Éstas no estiman necesario aplicar diseño a sus productos, los realizan según tradición o directamente los copian de su competencia. Este tipo de empresas no consideran el DISEÑO como una inversión, sino como un coste añadido al producto.
Seguidamente, se encuentran las empresas que emplean el DISEÑO COMO ESTILISMO. Estas empresas solo incluyen el diseño en la fase final del producto, para “vestirlo”. Es indudable que si el diseñador participara en el proyecto desde el inicio del desarrollo del producto, el resultado final sería mejor y más sólido.
El siguiente nivel corresponde a las que utilizan el DISEÑO COMO PROCESO. Empresas que incorporan el diseño en el desarrollo del producto, pero que no confían en la creación de nuevos productos o servicios, puesto que éstos se idean exclusivamente desde el departamento de marketing.
En un nivel superior se encuentra el DISEÑO COMO INNOVACIÓN. Estas empresas confían en el diseño como partícipe en el proyecto de nuevos productos o servicios, aprovechando su experiencia y técnicas de investigación. Esta incorporación permite crear un producto más cuidado y estudiado desde el inicio, por lo que se crea en menor tiempo.
Un paso aún más arriba, tenemos el DISEÑO COMO ESTRATEGIA. Es decir, empresas que confían en el diseño como eje de sus proyectos, creando una estrategia basada en la marca, consiguiendo auténticos “fans” de su marca. Un ejemplo de este tipo de empresa lo encontramos en Apple, quienes ofrecen productos con un gran diseño y cuidado en los detalles, junto a la calidad de sus componentes. Una empresa que genera el “deseo” por sus productos y la fidelidad a su marca.
En la parte más alta de la escala están las empresas que utilizan el DISEÑO COMO FILOSOFÍA. Estas organizaciones se apoyan en sus diseñadores para aprovechar su experiencia e intuición y adelantarse así a las necesidades que puedan surgir, anticipándose a la demanda.
Las empresas que para su gestión no incluyen diseño son aquellas que lo contemplan como un gasto. Un consejo: cambia de óptica, trátalo como una inversión. Y recuerda: el diseño, aunque en Bitaclick lo consideramos vital, no es la panacea de una empresa; debes de acompañarlo de una gestión eficiente y la difusión adecuada.
