José Luís Álvarez-Castellanos Rubio/Coordinador Regional de IU-Verdes
La región de Murcia, por mucho que el gobierno regional quiera vender otra imagen, se encuentra en los tramos de cola de cualquier indicador socioeconómico del país e incluso de la UE: (ocupa el 15º lugar en sueldo medio y pensiones medias, el 5º en tasa de paro más alta y renta per cápita más baja con una diferencia del 18% respecto de la media estatal y del 40% con la más alta, el 3º en brecha laboral de género más alta, y en tasa de pobreza y riesgo de exclusión social más alta, un 34’8% con más de 20 puntos de diferencia con la de menor tasa (Navarra 13%), el 2º con menos ingresos netos por persona (8.702 € anuales).
En este contexto general de la Región de Murcia, las comarcas del Noroeste y Río Mula se sitúan también en la zona media baja de las estadísticas, estamos por tanto, a la cola de la cola y esto es así desde hace, al menos cuarenta años. Veamos algunos datos: ninguna de las 9 localidades que integran ambas comarcas llega a la media regional de renta disponible, situada en 22.286€. El de mayor dato, Caravaca, con 16.974€ de renta media disponible, queda a 5.312€ de diferencia y es el mejor situado, puesto 10 de los 42 municipios con más de 1.000 habitantes. Los restantes, salvo Pliego y Cehegín con 6.402€ y 6.815€ de diferencia respectivamente de la media regional que se sitúan en los puestos 26 y 28, quedan relegados a los puestos, 32, 33, 35 y 40, 41, 42; con una diferencia máxima de la media regional de más de 8.600€ en el caso de Albudeite.
Si acudimos al análisis de los datos de paro, podemos ver que solo Mula y Pliego bajan del 16’33% regional, con un 14’56% y 13’69% respectivamente. El resto superan con creces esta tasa: de los cuatro municipios que superan el 20% de paro en la región, tres pertenecen a la comarca, Moratalla, Cehegín y Albudeite, los cuatro restantes se sitúan por encima del 18%.
Otros datos no harían sino confirmar la afirmación anterior sobre la situación socioeconómica de ambas comarcas respecto al referente regional.
Es evidente que el reparto de esta precariedad no es uniforme, y sería interesante y necesario detectar, dentro de la comarca, aquellas zonas más deprimidas económica y socialmente. En este sentido, el amplio número de zonas rurales dispersas, nuestras pedanías, se llevan una buena parte a juzgar por el efecto que en ellas viene produciéndose desde hace tiempo, y que se traduce en una despoblación paulatina y constante.
Sin embargo, existen potencialidades y fortalezas que sería necesario aprovechar. El turismo cultural y de naturaleza coordinado en una amplia oferta comarcal, y no solo local, sería una de ellas. Una también necesaria reindustrialización y revitalización de los polígonos industriales existentes en la casi totalidad de los municipios, a la par que un impulso a la actividad agrícola de forma que convine la sabiduría y conocimientos tradicionales con una nueva dimensión productiva, tecnológica y comercial aprovechando las estructuras cooperativas, serían, sin duda, elementos también imprescindibles, junto a una mejora de los servicios públicos, inversiones en infraestructuras de carreteras y de comunicación; a la vez que incrementar la financiación de los ayuntamientos teniendo en cuenta el criterio de dispersión de población. Y como piedra de toque fundamental, la mejora de la calidad del servicio educativo en la comarca.
Sin duda una amplia tarea, pero que puede realizarse en función de nuestra capacidad reivindicativa y de trabajo propio.
A tener en cuenta…, pero cuidadín con el tema del medio ambiente. La naturaleza de esas zonas del Noroeste es muy sensible a la depredación humana. Antes de fomentar el turismo (mal llamado de naturaleza), habría que estudiar qué tipo de turistas nos interesan y el impacto que esos turistas (y sus perritos, jejeje) va a tener en la naturaleza. Aprendamos de lo que se hace en algunos lugares de España con este tema, limitando el número de turistas, los accesos a los espacios naturales “casi vírgenes” que aún nos quedan, controlando el tema de los ruidos (motocross, los gritos desaforados, por ejemplo), limitando y controlando los recorridos en bicicleta de montaña a senderos muy concretos, etc. Así fomentaremos ese turismo sostenible, consiguiendo una zona cada vez más apetecible y atractiva. Ah! y otra cosa más también debemos controlar a lxs cazadorxs, pues estxs “suelen disparar” a todo lo que se mueve y además dejan sembrado el monte con bolitas bien de plástico o de plomo, que después van a nuestros instentinos. Y… qué decir de las plantaciones incontroladas de nuevas especies vegetales: almendros, nogales, algún que otro invernadero, etc. En fin yo abono porque, en especial la zona corresondiente al Noroeste, léase sierra de Moratalla, Revolcadores, El Calar, Sierra del Zacatín, y otros montes limítrofes debería protegerse con algún tipo de “protección” ad hoc, para preservar sus riquezas, en caso contrario nuestros hijos no podrán disfrutar de esos entornos y magníficos paisajes (y no digo nietos, porque estos ni eso, tal y como va la cosa, jeje).