JUANA Mª MARÍN
FOTOGRAFÍA: ENRIQUE SOLER
Hace dos sábado, el hilo rojo del destino, reunió, en torno a “La hermosa y dura tierra”, a familiares y amigos de Ignacio Ramos y de sus acompañantes en la mesa, a las musas, al actor Jesús Martínez, quien recitó uno de los romances a Barranda escritos por Ignacio y que la editorial Gollarín regalón a los presentes, y a Los Aguilanderos de Barranda y Los animeros de Caravaca con su música tradicional.
El acto, en un entorno maravilloso, como es el patio del Museo de la Música étnica de Barranda, con el yacimiento arqueológico de la Cabezuela al fondo y una bonita luna nos hicieron pasar una hermosa trasnochá. Faltó un poco de fresco, eso sí, pero estas olas de calor continuado, hicieron que a la noche le faltase nada para rozar la perfección.
La mesa estuvo compuesta, por el editor, Paco Marín, a quién, los lectores empedernidos y la gente del gremio le debemos tanto, por su pasión y su empeño en que la cultura, en sus diversos formatos lleguen al pueblo. Por Raúl Sánchez, ese médico de los del corazón, pero de los de verdad, del corazón músculo y del otro corazón de los sentimientos, al que le encanta alternar y conocer a la gente (algún día tendrá que escribir él también una novela para mostrarnos todo su mundo interior, que es mucho). La periodista Lourdes Aznar, unida a Ignacio por lazos familiares, de los que se eligen, como bien señaló ella, y una servidora, librera y lectora, a la que llegó el libro, que quiso compartir con su Club de Lectura, en forma de hilo rojo.
La idea y el deseo de Ignacio era que contásemos que nos había parecido el libro a nosotros, a personas a las que no conocía, y las que forman parte de su entorno y de su vida y todos acudimos, encantados a la llamada.
Coincidimos en lo maravilloso de su lenguaje, casi poético y en lo maravilloso de describir momentos y paisajes de otros tiempos, con una calma y una nostalgia casi mágica. Nostalgia de una vida tranquila y contemplativa, donde saborear el tiempo a pesar de la dureza de la misma.
Los personajes, podrían ser cualquiera de nuestros abuelos, con su particular forma de ver el mundo, el mundo que les tocó vivir. En la primera parte del libro, el autor presenta a los personajes, los ubica en su tiempo, pero también en su lugar dentro de la sociedad. Están los señoritos, los maestros, el cura, los guardias civiles, el molinero, y los peones de la tierra…, para en la segunda parte, desarrollar estas vidas con sus amores, desamores, traiciones, venganzas y pasiones y despertar simpatías o antipatías por los personajes. Sentimientos muy humanos.
Cada uno de mis compañeros, compartió su visión sobre su particular lectura del libro. Raúl recordó algunas lecciones de vida, que aprendió en un tiempo parecido. El valor de la palabra dada para la que solamente era necesario un fuerte apretón de manos. Lourdes, a parte de su cálida relación personal con el autor, habló de la figura del maestro, esos maestros rurales o rulanderos que hicieron que llegase la cultura a los pueblos y con ella el progreso. Y una servidora, y su Club de Lectura que comentamos, la figura de la mujer y el tratamiento que el autor hace de la misma en el libro.
Mujeres rurales, pilares de las casas, trabajadoras del campo y cuidadoras de los hijos, pero que a su vez, tenían sus propios sueños, eran fuertes y entre ellas existían unos lazos invisibles de apoyo mutuo y de transmisión de enseñanzas de tiempos pasados.
Del rato de tertulia surgieron muchas ideas, glosarios para completar, “La hermosa y dura tierra”, y que los jóvenes conozcan el significado de palabras ya olvidadas; nuevas obras de teatro que puedan ser representadas en pequeños teatros o centros sociales y que creen unión en torno a ellas y nuevas obras literarias que están en la cabeza de Ignacio. La noche parece que dio mucho de sí, así que cuando queráis repetimos.