Ya en la calle el nº 1041

Claves psicológicas del desconfinamiento

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Felipa Gea López
Psicóloga, Sexóloga y Neuropsicóloga

Aquella “ansiada normalidad” está cada vez más cerca, casi se puede tocar con los dedos. El entrecomillado de ansiada y normalidad es para remarcároslo, ya que la ansiedad juega un papel muy importante en todo este encierro y la normalidad siempre me ha hecho mucha gracia, ya que es una de las grandes falacias sociales. Sólo un apunte: normal no quiere decir bueno sino frecuente, y que sea frecuente no quiere decir que lo más frecuente sea bueno. De hecho, es frecuente la violencia hacia las mujeres y muchos de vosotros no lo tildaríais de normal, también es “normal” que la gente opine y no toda opinión es válida ni respetable.

Pero, aparte de este apunte, ¿por qué remarco esto? Porque la vuelta a la “ansiada normalidad” tampoco va a ser fácil, a pesar de lo que se pueda pensar. Lo cierto es que esta cuarentena (y cualquier cuarentena) deja una huella psicológica en nosotros que vamos a tener que procesar como individuos y como sociedad. Tened en cuenta que hemos vivido una experiencia inquietante, llena de incertidumbres y miedos, y esto tiene efectos a nivel psicológico queramos o no.

Miedo al desconfinamiento (vs. realidad)

Del miedo a la vuelta a la realidad se habla muy poco. Es obvio que la privación de libertad es una de las cosas que más afecta al ser humano, por algo a los presos se les condena a ella, pero vivir en una vida “sin pausas” también es una privación de libertad.

Durante este confinamiento, he hablado con mis más allegados, mi familia, mis amigos, mi pareja, mis pacientes, mis compañeros, mis profesores, etc., y todos coincidían en que era un fastidio tener que estar confinado, pero he visto una diferencia entre unos y otros respecto a cómo se tomaban esta medida. Estaban los que se han enfrentando a ella con un ahora tengo tiempo para descansar de este estrés de vida y los que se agobiaban porque ya no podían hacer cosas, creo que los últimos son los que más han abundado. A la vista está la inundación mediática y telemática de cosas para hacer esta cuarentena.

Estos últimos temían tener que dejar su vida normal, es decir, el dejar de hacer cosas. Hay una gran parte de estas personas que verdaderamente lo que hacían era hacer cosas para tapar otras y no tener que enfrentarse a estas otras, lo que en psicología se llama mecanismos de evitación. Lo cierto es que cuando estás tan inmiscuido en esta dinámica, no te das cuenta de lo que haces porque es lo normal. Posiblemente no sea funcional, pero es lo normal y lo que has hecho siempre, por lo que enfrentarte a esta situación de pandemia provoca que ansíes la normalidad en términos no funcionales.

Luego estamos, yo me incluyo, los que nos provoca malestar tener que salir de nuestra burbuja. A los que el confinamiento nos ha venido bien para disfrutar de nosotros mismos, de nuestros hobbies, de nuestro tiempo de hacer y no hacer nada…, es decir, de vivir una vida contemplativa. Una vida que no es posible en una “normalidad” envuelta de competitividad, de

prioridades materiales y de falsas apariencias. Sí, mucho se ansía la normalidad y poco se habla de esto, de la ansiedad que provoca tener que salir a un mundo al que le falta solidaridad universal, y esto no se evita haciendo cosas. Está claro que la ciudadanía ha adquirido un poco más de ella con este suceso, pero todavía está muy lejos de lo necesario.

En esta salida de la burbuja, no sólo se contempla esto, sino también el miedo a la mayor posibilidad de contagio. Todavía no se ha erradicado el virus y tampoco hay vacuna, por lo que el estar aislados en nuestras casas es una garantía de salud, pero con el desconfinamiento esa garantía se pierde. Para poder preservarla un poco debemos ser precavidos, conscientes y solidarios con nosotros, los nuestros y los demás.

La vuelta al trabajo también es digna de mención. El trabajo es una garantía de supervivencia en esta sociedad, no por el trabajo en sí, recordad que nació como castigo, sino por el dinero que proporciona. La vuelta va a ser dura para muchos, ya que las condiciones laborales se han flexibilizado con el confinamiento y esto ha hecho que la carga de trabajo se haya llevado de una forma más amena, algo que deja de existir en la normalidad. Aunque esperemos que esto nos ayude como ejemplo para facilitar la conciliación familiar e individual, y no se quede en agua de borrajas.

Igualmente, hay que hablar de la vuelta a la búsqueda de trabajo, algo que es estresante de por sí. Volver a la guerra laboral es estresante se mire por donde se mire, ¿a caso los ricos viven bajo este estrés? No, ellos no necesitan buscar trabajo para poder vivir. Independientemente de esto, estamos en un sistema que para sobrevivir hace falta dinero, que normalmente se consigue trabajando, y no queda otra que salir de la burbuja al mercado laboral.

Claves tras el confinamiento

Debido a la pandemia del Covid-19 nos tuvimos que meter en una burbuja y eso nos angustió y desequilibró, ahora que nos estábamos empezando a estabilizar volvemos a desequilibrarnos y angustiarnos por el desconfinamiento. Hasta los que ansían la normalidad, van a sufrir este desequilibro. Así que debemos estar atentos de estos efectos psicológicos, que pueden aparecer hasta años más tarde de haber vivido esta experiencia estresante. El confinamiento ha tenido y sigue teniendo un impacto en nuestro equilibrio psicológico y emocional, y la clave no está en quitarle importancia sino aceptarlo para poder así procesarlo.

El ser humano es un ser social, necesitamos de las relaciones con los otros para poder desarrollarnos, nos garantiza nuestra supervivencia como especie y da sentido a nuestras vidas. Esta pandemia nos ha traídos muchos costes a nivel social, entre ellos el coste psíquico.

El desconfinamiento nos va a traer una normalidad diferente a la que conocíamos, o sea, esa “ansiada normalidad” no es la que vamos a encontrar. Salimos de una situación excepcional para meternos en otra, y es necesario asumirlo para poder mirar hacia delante, tomando en cuenta estas claves:

  1. Tómate tu tiempo para retomar el ritmo de vida. El proceso de desconfinamiento no es instantáneo, al igual que no lo fue el de confinamiento.
  2. Integra esta vivencia en tu vida. Dale significado y compréndela, no cierres este proceso como si nada hubiera pasado.
  3. Cuídate sin exigencias y atiende tus emociones. Las cosas no son igual que antes, no tienes por qué comportarte y sentirte como antes. Sé comprensivo contigo, las formas de afrontar esta vivencia con éxito son diversas, al igual que la formas de sentirse. Ten en cuenta que todas las emociones son válidas, no tienes por qué avergonzarte por lo que sientes, ni fingir que no ocurre nada.
  4. Expresa lo que estás viviendo. Identificar y expresar nuestras vivencias y emociones nos ayudan a procesarlas, y también ayuda a aliviar nuestro malestar.
  5. No distorsiones la realidad. Los seres humanos tenemos muchas formas de comportarnos, durante esta cuarentena hemos visto la mezquindad de unos, pero también la solidaridad y el buen hacer de otros. Ten en cuenta que la vida posee muchas facetas y esto es lo bello.
  6. No te obceques en buscar una conclusión. Las personas tendemos a buscar sentido a nuestras vivencias o experiencias, pero a veces no las encontramos. Ten en cuenta que la vida no es una película con un mensaje, no busques sentidos ni moralejas que quizá no existan.
  7. Busca ayuda profesional. Tómate un tiempo en integrar todas estas cosas, pero si pasan algunas semanas y sigues con ansiedad y/o preocupación, no lo dudes y pide ayuda a un profesional de la Psicología.

 

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