Ya en la calle el nº 1041

Aquellos medicamentos

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSÉ ANTONIO MELGARES/Cronista Oficial de la Región de Murcia

La industria farmacéutica avanza y progresa a ritmo vertiginoso en las últimas décadas. Los medicamentos no permanecen mucho tiempo en el mercado pues enseguida son sustituidos por otros más eficaces o de mayor espectro. Atrás, muy atrás quedaron las fórmulas magistrales que los boticarios empleaban para elaborar medicamentos en sus propios laboratorios, bien por prescripción médica o bien como fruto de su propia formación e imaginación.

Los de mi generación y siguientes, conocimos medicamentos durante muchos años en el mercado, que fueron referentes a lo largo del tiempo, cuyos envases formaron parte a veces de nuestro mundo infantil y cuya sola evocación en el recuerdo nos trae a la mente la musiquilla de su anuncio en la radio y primeros años de la TV. Algunos de ellos permanecen aún en el mercado, otros han cambiado de nombre pero su composición es la misma, y los más pasaron a la virtual alacena donde tantos y tantos recuerdos se almacenan conforme van pasando los años.

Uno de aquellos eficaces remedios en forma de medicamento fue LAXEN BUSTO que alivió los estreñimientos de generaciones de personas. La caja metálica en que se ofrecía al público por la dispensación farmacéutica formó parte durante decenios de nuestro íntimo ajuar infantil pues servía para guardar todo tipo de intimidades a las que sólo teníamos acceso nosotros mismos. A tan conocido antídoto contra la diarrea siguieron el TANAGEL y el MESAFORMO, desplazados u olvidados por otros más modernos ofrecidos hoy por las farmacias.

Otro de aquellos medicamentos de referencia fue el OKAL, que ingeríamos como analgésico y para dolencias de tipo gripal. La melodía musical que se utilizaba para publicitarlo en la radio fue repetida por generaciones, y su publicidad en TV aún se recuerda por muchos entre los anuncios más imaginativos y que más calaron en la sociedad durante lustros. No menos famoso y de habitual toma en el tiempo referido fue el CALMANTE VITAMINADO.

También fue un analgésico muy eficaz el OPTALIDÓN, que se ofrecía en grageas de color rosado y sabor dulzón en tubos cilíndricos de plástico y se tomaba a pares como remedio para cefaleas sobre todo.

Lo que llamaríamos un genérico contra cualquier tipo de dolor muscular y en articulaciones fueron los PARCHES SOR VIRGINIA, y como antipirético, para bajar la fiebre, el PIRAMIDÓN.

Un aporte de calcio muy eficaz, sobre todo durante el crecimiento infantil era el CALCIO 20, y el siempre utilizado por la mujer durante la menstruación la SALDEVA.

Producto oftalmológico de primer orden, para todas las dolencias oculares fue durante años la POMADA CUSI y, como remedio para la tos las PASTILLAS BALDA, las JUANOLAS y las del DOCTOR ANDREU.

Los estudiantes solíamos utilizar CENTRAMINA en las largas noches previas a los exámenes, para mantenernos despiertos y retener mejor lo aprendido; y cuando aparecían las anginas (amigdalitis) u otras afecciones de la garganta, se echaba mano de los supositorios de RECTAMIDOL o de los no menos eficaces de nombre EDUSÁN.

La penicilina, y los efectos benéficos de la misma contra las infecciones, apareció en los últimos años cuarenta del pasado siglo, tomándose en principio con muchas precauciones e incluso con autorización de familiar muy cercano, ya que se desconocía aún todo lo que tiempo después se supo de ella.

Remedios caseros que comenzaron a languidecer con la llegada del ecuador del S. XX, pero que consumieron las generaciones anteriores de forma generalizada fueron, entre otros, el CEITE DE HÍGADO DE BACALAO y el VINO DE QUINA como reconstituyentes para niños inapetentes, convalecencias y periodos posteriores al parto; y el ACEITE DE RICINO y el AGUA DE CARABAÑA como purgantes que, quienes los tomaron, recuerdan por su mal sabor y efecto inmediato.

También fueron remedios caseros como analgésico contra todos los dolores las CATAPLASMAS aplicadas al lugar específico del cuerpo donde aparecía el mismo. Una de ellas era la EMPELLA DE GALLINA, fabricada a base de la grasa obtenida de la cocción de ciertas partes de esta ave, dispuesta sobre papel de estraza, que se aplicaba muy caliente a la garganta sobre todo, como remedio contra la amigdalitis. Otra de las cataplasmas habituales era la fabricada con MOSTAZA y LINAZA, aplicada sobre el pecho contra constipados bronquiales.

Las lavativas contra el estreñimiento, los parches contra los callos y durezas (callívoros), la gaseosa en dos vasos como remedio para malas digestiones y las SANGUIJUELAS aplicadas a partes determinadas del cuerpo en las que había que practicar sangrías, eran remedios que nuestros abuelos heredaron de los suyos y aquellos de sus antepasados, en un largo acontecer donde el saber vulgar, basado en la experiencia y en los sentidos, impregnaba la actividad humana.

Remedios para dolencias específicas también los hubo, como el EFORTIL, más moderno, contra anomalías coronarias. El LEBOTROID para patologías tiroideas, el HORTEPULMO como balsámico para el pecho y el SALVERSAN para combatir la sífilis, que muchos afectados por ella complementaban con la visita a los Bañós de Archena.

Los “novenarios” en el mar o en los balnearios de Alhama, Archena, Fortuna o Mula (y antes en los baños de Gilico), fueron remedios muy utilizados por nuestros antepasados para un sinfín de dolencias inespecíficas, que muchos siguen utilizando cuando menos como relajantes o antiestresantes en un mundo en el que se cura “casi todo” pero que recuerda aún otros tiempos de menor sofisticación, en que los remedios eran menos eficaces pero más auténticos, y donde la contraindicaciones apenas existían

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