Ya en la calle el nº 1040

¿Y la mujer del año es…?

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

GLORIA LÓPEZ CORBALÁN

Me han pedido para este último número lAna Botella, mujer del año pa que para mí ha sido la mujer del año. Y me pongo a repasar a las vivas y a las muertas de estos larguiiisimos doce meses. Repasando las muertas me doy cuenta que no hubo escenario que no llorase por alguna mujer, las artes, la política, el periodismo, todos han perdido este año una parte importante de su historia viva y yo he ganado unas tantas para aburriros con mis casi artículos. Y es que todas hicieron historia. Mariví Bilbao, que se fue en silencio dejando a muchos jóvenes huérfanos de risas. Amparo Soler, la eterna chica Berlanga, o María Asquerino, musa de los intelectuales en el Bocaccio de los sesenta y siempre mujer y actriz libre. Amparo Rivelles, cabeza de toda una saga de actores irrepetibles. Concha García Campoy, que se fue tan entera y con esa sonrisa tan suya. Y, cómo no, la Gran Sara Montiel, que no fue tan discreta para morirse y vino a hacerlo el mismo día que la Tatcher. ¡Menudo invento ese de robarle protagonismo a ella! De las vivas… pues tampoco se lo voy a dar a Angelina Jolie ni Adriana Lima, que para eso la lista es mía y ellas ya lo tienen todo. Ni a la Kate Moss de mi jefe, aunque sea mi jefe. Por un momento he llegado a pensar en Kim Kardashian, esa mujer empresaria, actriz, esposa, madre…pero luego he caído que habría que poner una foto de sus perfiles en feisbuck… eso sería pornografía pura y esto lo lee mi madre y suegra (mujeres del siglo, sin duda). Así que ya me van quedando menos, las normales, como la gran fotógrafa Annie Leibovitz, que hizo de mis sueños fotografías irrepetibles y de su vida un negativo. A dos mujeres tan distintas como Cristina Fernández de Kirchner, por comerse un yogurín, y a Michelle Bachelet por querer dárselo a su pueblo. Tampoco se lo voy a dar a la Merckel no vaya y se acuerde que le debo dinero. Y bastante. Este año tan largo, tan penoso para tantas familias que han perdido sus casas, tan triste para tanta gente que ha perdido su trabajo, tan amargo para los que han perdido sus negocios y tan melancólico para aquellos que ven como sus nietos hacen el camino que ellos deshicieron para volver a casa… este año tan horrible solo puede tener una mujer horrible. Una mujer cuyo apellido representa talmente la idiosincrasia de un personaje, porque no me imagino decir esos disparates libre de sustancia alcohólica. Una mujer que nada hizo por meritos propios que no fuese ganarse el desprecio de un país que vio como se marcho de spa pisando ahogados. Una mujer que va a la pelu en coche oficial y se carda el pelo con el último aliento del que pierde su casa. Una mujer que no quiere juntar peras con manzanas pero junta chorizos con caviar en bodas de princesitas cornudas pagadas por el sueldo de aquellos que perdieron sus trabajos. Porque no quiero ser como ella, mujer florero inservible que toma café con leche in relaxing en Plaza Mayor con amigas imputadas sino tomar brugal con coca cola en el Blanco y Negro con amigas inconscientes que saben lo que vale un café, que no van a la pelu porque no tienen dinero, que cada mañana levantan casas, hijos y ancianos, buscan un trabajo, multiplican el pan y la cerveza y sacan donde no tienen hasta para invitarte a desayunar… porque donde hay pa una… hay pa once. Por eso he elegido a Ana Botella la mujer del año. Porque un año horrible se merece una mujer horrible. Feliz 2014.

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