LAURA CABALLERO ESCÁMEZ/Psicóloga (
El pasado 25 de Noviembre, fue el día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer. Se escogió esta fecha, en honor a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas en 1960 durante la dictadura de Rafael Trujillo (1930-1961).
Desgraciadamente, las cifras hablan por sí solas; el 35% de las mujeres y las niñas sufren alguna forma de violencia física o sexual a lo largo de sus vidas, subiendo este porcentaje hasta el 70 % en ciertos países. En España, en 2014, actualizado a fecha 26 de noviembre, 45 son las víctimas de este tipo de violencia, de las cuales, solo 14 habían denunciado. Cifras lamentables que ojalá el próximo año no tengamos que hablar de ellas en torno a esta fecha. La mayoría de estas mujeres tenían entre 31 y 50 años.
El modelo de víctima que prioritariamente nos viene a la cabeza es el de una mujer casada, con hijos que probablemente se encuentra en una situación de ruptura sentimental reciente. Sin embargo, desde hace unos años, las miradas también contemplan otro perfil de agresor-víctima, una tendencia que empieza a ser preocupante: cada vez aparecen casos de maltrato a edades más tempranas.
En torno a este tema, podemos hablar sobre muchísimos asuntos diferentes en otros artículos, como por ejemplo, los mitos erróneos relacionados con el amor, la influencia de medios de comunicación en nuestras creencias acerca de la pareja, incluso la influencia de las diferencias educacionales entre niños y niñas. Sin embargo, hoy nos vamos a centrar en las señales de alarma, ya que muchas historias de violencia de género comienzan en el noviazgo. Es importante conocer cuáles son dichas señales para identificarlas antes de entrar en la espiral del maltrato. Además, es en la adolescencia cuando se establecen los estilos de relación que pueden ser los patrones de conducta en la vida adulta.
La violencia de género puede afectar al desarrollo de la personalidad de los adolescentes, teniendo consecuencias como el abuso de alcohol y drogas, fracaso escolar, depresión, relaciones sexuales no seguras. También es de vital importancia que los jóvenes pueden llegar a tolerar determinadas relaciones abusivas por interpretar éstas de una forma errónea, o bien porque tienen creencias distorsionadas relacionadas con el amor y las relaciones de pareja. Las señales de alarma nos muestran en líneas generales un exceso de «control» que se disfraza de «amor».
Señales de alarma
– Autoestima baja del agresor, agresividad verbal e incluso física. Contempla la violencia como una forma habitual de resolver conflictos.
– Comentarios negativos acerca de las amistades incluso insultos, presión para que la pareja no salga con sus amigas. Esto puede conducir al aislamiento y a que la chica deje de lado su propia vida.
– Control sobre la ropa y/o el maquillaje, peinado. Como ejemplos, comentarios acerca de la NO idoneidad de ciertas «faldas», «escotes», llegando incluso al insulto o a comparaciones despectivas con otras chicas.
– Control a través de las redes sociales y el móvil, numerosas visitas a perfiles de redes sociales, exigencias en torno a ver conversaciones de WhatsApp, presión por no contestar a mensajes de inmediato, llamadas recurrentes preguntando dónde está y con quién…
– Amenazas e intimidación como medio de control, llegando si es necesario a la humillación en público. Presión para mantener relaciones sexuales.
Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo: «ANAR», Telf. 900 20 20 10. Llamada gratuita y confidencial, atendida por psicólogos, trabajadores sociales y abogados. Funciona 24 horas. En Anar, nunca llaman a los padres a no ser que el niño o el joven lo solicite…
El teléfono al que pueden llamar adultos y la familia si detectan situaciones de riesgo es el 600 505 152.