Ya en la calle el nº 1040

Vergüenza

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

SALVADOR GÓMEZ/Concejal en el Ayuntamiento de Caravaca
Estamos pasando mucha vergüenza. Lo siento en mis propias carnes y me lo transmiten por la calle simpatizantes de todos partidos que han visto a aSalvador Gómezlgunos de sus cargos implicados en los hechos delictivos que hemos conocido estos días y que afectan a los principales partidos.
Algunos de nosotros, la inmensa mayoría de buena fe y con mucha vocación de servicio, le echamos muchas horas a encontrar soluciones para nuestros pueblos en estos tiempos difíciles. Hablamos con la gente, buscamos inversiones, empleo, actividad… en una función cuya remuneración es en buena parte la sonrisa de esa persona a la que se le resuelve un problema o la satisfacción por poder mantener los servicios públicos a buen nivel, salvando los obstáculos que la realidad nos pone a diario.
Y a pesar de la vergüenza por las tarjetas “black”, los ERE’s andaluces, las cuentas en Suiza o los “3 por ciento” de Cataluña, no podemos resignarnos a explicar a nuestros vecinos que no, que no somos todos lo mismo. Aquí hay gente, en todos los partidos, que con mucha honestidad se deja la piel perdiendo dinero, oportunidades y su tiempo en favor de lo público. Del servicio público, preguntándose ahora más que nunca si merece la pena el esfuerzo. La corrupción es el principal enemigo de la política como el noble arte de representar a los vecinos y dar soluciones a los problemas. Pero en estos tiempos de trazo grueso, todo se mezcla y se agita, creando un cóctel explosivo que es servido a los ciudadanos en los medios de comunicación, sembrando la confusión y tratando de igual manera una falta administrativa o un error de decisión, que tienen su correspondiente reproche político electoral, con lo que es la verdadera corrupción: el enriquecimiento gracias a la política mediante la toma de decisiones contrarias a la Ley.
Me avergüenzan los corruptos y también los que buscan engañar y confundir en torno a estos asuntos. Son ellos, los agitadores del cóctel quienes siembran la discordia y el resquemor entre la gente. Los que jalean que la justicia guillotine a los contrarios y al tiempo obstaculizan que funcione con los del partido propio en una indigna doble vara de medir incompresible para los ciudadanos. Quienes levantan sospechas por puro interés político y los que vienen a pescar en río revuelto. Hay que explicar a los ciudadanos que una cosa es la investigación de un juez a través de los fiscales y las fuerzas de seguridad, y otra muy distinta las denuncias que los partidos de la oposición ponen en los juzgados con la intención de obtener por la vía judicial los réditos políticos que los vecinos les niegan en las elecciones. Contra la corrupción si, contra la demagogia también.
Pero hay una buena noticia: por primera vez en mucho tiempo la justicia está actuando. El Estado de Derecho funciona, imagino que porque alguien en las altas esferas ha dado vía libre a que así sea. En pocos meses hemos conocido corruptelas arrastradas en los últimos treinta años: Pujol, EREs, Bárcenas, Cajamadrid,… en una catarsis imprescindible para recuperar la credibilidad ante los ciudadanos.
Es lo único que puede devolver el crédito a los que nos dedicamos honestamente a la política. En este país definitivamente se va a separar el grano de la paja y se va a llamar corrupto a quien realmente lo sea. No solo eso, que se le juzgue y que devuelva lo robado si así se comprueba. Y eso será bueno para España, pese a quien pese.

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