¡Pos pijo, de Valentín!

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ANTONIO MARÍN SANDOVAL/Fotografías: Antonio Marín Sandoval

Cuando a una persona que nació en Valentín le preguntas, ¿de dónde eres, de Calasparra o Cehegín?, su respuesta será, ¡pos pijo, de Valentín! Otra cosa es que le preguntes en que término municipal vive.

El origen del nombre de Valentín, tiene dos versiones muy distintas, de dos Historiadores y Académicos Correspondientes de la Real Academia de Alfonso X “El Sabio”. Una la que José María Alcázar plasmó en su libro sobre las pedanías de Cehegín y la otra la que hace no muchos años me contó Marcial García.

  • Según Marcial García, “Balantin, es el nombre que aparece en cualquier protocolo notarial hasta finales del siglo XIX y documenta que hay una hipótesis que es asociarla a Balantala, una deformación de un toponimo que aparece en algunas variantes en árabe del Pacto de Tudmir. El lugar de Balantin, como otros muchos, se abandonó por la población andalusí en el siglo XIII y no se dispone de noticias suyas en la Edad Media, volviendo a aparecer documentada en el deslinde de propiedades de la encomienda de Calasparra, en la relación de propiedades de la Orden de San Juan de Jerusalén en 1586”.
  • Según José María Alcázar, “el nombre de Valentín hay que buscarlo en su origen romano, seguramente en el siglo I a.C. Como es conocido, Val es un apóstrofe de la palabra Valle, y Lentín, viene de la palabra árabe Linttin, que se transforma con el tiempo en Lentín, con el significado de fango, lodo, barro;  por todo ello Valentín, tiene su origen en el Valle del Barro, al igual que Guadalentín es el río del barro”

Ya sólo con estas dos versiones del origen del nombre de Valentín, demuestra que es un lugar singular y su mayor singularidad es la división de la misma en dos términos municipales, los de Calasparra y Cehegín, con un 30% y 70% de reparto territorial respectivamente, donde están empadronados 480 habitantes (INE, Enero 2022).

Esta división de la pedanía en dos términos municipales ha tenido y tiene sus cosas buenas y no tan buenas, puesto durante años muchos vecinos por donde pasaba el término municipal, vieron como les venían dos recibos de IBI o dos recibos de basura. Por suerte estos problemas se solucionaron en este siglo y cada Ayuntamiento asumió lo que le correspondía. Estos problemas y otros más acuciantes, como la falta de servicios o la deficiencia en otros como el suministro de agua potable, llevaron durante los años 90 a plantear un referéndum para decidir si se querían pertenecer a uno u otro municipio, e incluso la idea de una “independencia de ambos”, pero al final ni una cosa ni otra.

Como decía también beneficia el pertenecer a Calasparra y Cehegín, pues a la hora de pedir, por ejemplo para las fiestas patronales, se recoge de ambos Ayuntamientos, ya que hoy día (aunque de cara a los parroquianos se niegue), existe una rivalidad por parte de ambas administraciones y gestores, a ver quién da más.

Con esta división municipal Valentín tiene muchas curiosidades inverosímiles, por ejemplo en las propias calles de Valentín, cuyo núcleo urbano está totalmente adoquinado y los adoquines de Calasparra son más oscuros que los de Cehegín, también el alumbrado público es distinto en la parte arrocera alumbran faroles y en la parte ceheginera alumbran farolas. Otra rareza es, las personas que comen en Calasparra y duermen en Cehegín o viceversa, sin salir de su casa, ya qué el término municipal divide en dos la vivienda.

Pero una de las peculiaridades más sonadas de Valentín es la Ermita Vieja, en la cual el Párroco oficiaba la misa en Calasparra y los feligreses la escuchaban en Cehegín, ya que la línea divisoria de ambas poblaciones pasaba por el Altar Mayor y digo pasaba pues, Calasparra ganó unos metros a su término municipal a partir del año 2011 dado que, el Ayuntamiento de Calasparra adquirió esta Ermita, (estaba en estado ruinoso), transformándola en Centro Cultural, lo que hizo que se modificaran los términos municipales en aumento para Calasparra y en detrimento para Cehegín, puesto era incongruente que Calasparra tuviese un edificio de su propiedad en otro municipio.

Esta adquisición y rehabilitación de la Ermita Vieja de San Juan Bautista de Valentín fue todo un acierto por parte del Ayuntamiento de Calasparra, con ella se recuperó el edificio más antiguo y con más historia de la Pedanía, pues data del siglo XV, encontrando noticias de la misma en el Archivo Municipal de Calasparra a partir del siglo XVII, en Protocolos Notariales sobre mandas testamentarias en las que se dejaba dinero para sufragar los “reparos en la ermita del Señor San Juan Bautista, sita en el pago de Balantin, término de esta Villa“. Otro ejemplo es el testamento que hizo en el año 1728 D. Juan López Rosillo, presbítero de la Villa de Calasparra, en el que se dice: “Declaro se me están debiendo por algunos vecinos de Balantín unas misas del tiempo que fui capellán de su ermita, las que constan en mi libro o memoria que tengo de ellas…”  En el 1936 fue quemada, junto con las imágenes que en ella había, quedando durante años en un lamentable estado y entrando en desuso en el año 1957 que se consagró la actual Parroquia de San Juan Bautista, siendo vendida a un particular, para sufragar los gastos de construcción de la nueva, utilizándose durante años como cochera y pasando en la década de los 80 a ser protegida como Edificio incluido en el Catálogo Monumental de la CARM.

Las dos versiones de donde viene el nombre de Valentín, pueden estar en lo cierto, pues en los Protocolos Notariales del siglo XVII aparece Balantin y la versión de Valle del Barro se debe a su tradición alfarera o cerámica artesana, la cual viene desde tiempos inmemoriales pasando de generación en generación en familias como los Alemanes o los Pérez, llegando otros como los Lossa o los López, consiguiendo entre todos ser un referente durante siglos en la arquitectura de nuestro país e incluso hoy día en muchos países de Europa y Oriente Medio, pues si Valentín es conocido en muchos lugares, ha sido gracias a las “Tejeras” y a las manos de quienes trabajan con maestría el barro.

Enhorabuena a El Noroeste, por sus 1000 ediciones

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