Ya en la calle el nº 1037

Urgencia poética

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Montserrat Abumalham/Escritora

Ha nacido un poeta. Se llama José Blanc y acaba de presentar su antología poética con el nombre de Gavillas de aire, (Col. Sudeste, ed. Balduque). En realidad, no se trata de un verdadero nacimiento, pues el autor ha escrito a lo largo de toda su vida, por eso, su poemario, aunque dotado de una gran unidad formal y temática, pero en el que se percibe el transcurso del tiempo, es en realidad una obra antológica, una selección de lo mucho escrito.

Cuando alguien escribe, si es una persona sensata, normalmente no suele pensar en publicar. Más bien es frecuente que esconda sus poemas o sus relatos en el fondo del cajón o, ahora, en el fondo de una carpeta del disco duro. No es que tenga miedo a la crítica o le dé pereza ir a la caza de un editor o simplemente le fatigue el solo hecho de andar enviando manuscritos por correo a ver si alguien le contesta algo amable. Es más bien una cuestión de pudor y así mismo una cuestión de vida. Los autores están, al igual que el resto de las personas, empeñados en sacar una familia adelante y con ello una carrera profesional. Eso deja poco tiempo para correr detrás de un editor.

Con el transcurrir del tiempo, alguien que escribe empieza a darse cuenta de que hay demasiados libros en las librerías y considera que es difícil que sus letras tengan cabida entre tanto papel. No hay que olvidar que un escritor, conocido o ignorado, suele ser un gran lector y siente, al mismo tiempo, que ya hay demasiados clásicos y autores de referencia como para que su obra capte la atención de los lectores.

Sin embargo, si pasan más años, el escritor comienza a descubrir que no todo aquello que se publica merece la pena. Hay demasiados autores de moda, demasiados libros que se venden como rosquillas que a él no le dicen gran cosa y que pasan por su memoria sin apenas rozarla, un exceso de poetas que están en todos los salones, sin que su poesía signifique nada. En ese momento, comprende que él tiene cosas que decir, que viene diciéndolas desde hace mucho sin que nadie lo sepa, que le queda poco tiempo de vida para decir todo lo que ha venido atesorando durante años y siente urgencia poética o, en general, urgencia literaria.

No es que se ponga a escribir de manera compulsiva, sino que ahora sí busca con denuedo quién le publique, antes de que su voz se la lleve el viento, porque ahora, en este momento de su madurez, tiene cosas que decir que tienen un profundo significado, son cosas que sirven para conservar la memoria y la experiencia de vida y son, en definitiva, palabras que pueden ser acogidas y asumidas por muchos.

Es fascinante la madurez de algunos poetas jóvenes actuales y no cabe duda de que merecen los galardones que se les otorgan y el prestigio que alcanzan entre críticos y entendidos en poesía. Pero hay que recelar de aquellos que tienen como oficio la poesía o de los que simplemente se buscan un lugar en el mundo acumulando renglones que llaman poesía. No obstante, cuando una persona madura, con experiencia, que siempre ha escrito, busca su lugar entre el elenco de escritores, no ambiciona una fama que no merece. Suele tener cabal conocimiento de su valía y sobre todo sabe que su tiempo es corto y siente como un deber dejar dicho lo que tiene que decir, fruto de la experiencia de su vida, pues eso habrá de servir a otros.

Esto ocurre con el poemario antológico de José Blanc, tenía urgencia poética y lo ha logrado. Lo siento muy cercano y espero que siga desempolvando papeles y añadiendo otros que nos hagan sentir, pensar y disfrutar de imágenes perfectas como:

Se deshace, amor mío, el amor

Como la noche en la mañana,

Como se funde el sebo añejo

En el regazo de la lámpara.Mon

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